San Pedro Sula, Honduras
Cada diciembre, la Navidad se vive en buena parte del planeta, aunque no sea una fiesta universal ni se celebre igual. Entre villancicos, compras y reuniones, circulan afirmaciones repetidas como certezas, sin preguntar de dónde salen o si tienen respaldo.
Algunas historias nacieron de interpretaciones religiosas, otras de folclores locales y muchas de campañas comerciales. Con el tiempo, se mezclan y viajan por redes sociales, series y memes. La repetición las vuelve familiares, pero no necesariamente verdaderas en cada diciembre.
Para verificar, conviene mirar textos antiguos, archivos y estudios, y distinguir el símbolo del dato. Un pesebre puede emocionar aunque no describa literalmente un relato bíblico. Lo mismo ocurre con Santa o los árboles: la tradición no es prueba por sí sola.
Por eso, LA PRENSA Verifica reúne siete mitos navideños populares y resume qué dicen las fuentes sobre su origen. No se trata de arruinar celebraciones, sino de evitar la desinformación. A continuación, cada entretítulo presenta una creencia y su contexto documentado históricamente:
Mito 1: Jesús nació el 25 de diciembre
Los evangelios no especifican el día del nacimiento de Jesús. Lucas menciona pastores al aire libre, pero no ofrece calendario. Según Encyclopaedia Britannica, la fecha del veinticinco de diciembre aparece más tarde, ligada a decisiones litúrgicas de la Iglesia romana.
En el siglo cuarto, comunidades cristianas de Roma fijaron la celebración cerca del solsticio boreal, cuando ya existían fiestas invernales en el Imperio. La elección ayudaba a marcar una identidad propia y a competir con celebraciones públicas populares y extendidas.
Eso no demuestra que Jesús naciera ese día, sino que la conmemoración se fijó por motivos pastorales y políticos. Britannica subraya que distintas regiones celebraron antes otras fechas, y que la uniformidad llegó gradualmente con el tiempo, no de inmediato.
Verificar el mito implica separar fe de cronología. La Navidad celebra un nacimiento teológico, no un acta civil. Reconocer que la fecha es simbólica permite entender por qué diferentes calendarios cristianos ubican la festividad en días distintos, sin contradicción histórica.
Mito 2: Coca-Cola inventó a Santa vestido de rojo
La imagen moderna de Santa Claus tiene raíces en San Nicolás, tradiciones europeas y la cultura anglosajona. Antes de las campañas de Coca-Cola, ya circulaban ilustraciones con un Santa de abrigo rojo. Snopes documenta ejemplos previos del siglo diecinueve también.
Lo que hizo la marca fue amplificar y estandarizar un diseño particular en anuncios masivos desde 1931, con el ilustrador Haddon Sundblom. Ese Santa robusto, amable y sonriente se imprimió en revistas, carteles y escaparates, fijando un patrón global reconocible.
La propia compañía reconoce que no “inventó” a Santa, sino que contribuyó a popularizarlo. El mito persiste porque simplifica una evolución cultural larga: poemas como “A Visit from St. Nicholas”, arte editorial y folclor se mezclaron durante décadas muy anteriores.
Para chequear la afirmación conviene buscar imágenes fechadas y comparar cronologías publicitarias. El rojo ya estaba en circulación; Coca-Cola lo volvió ubicuo. El dato verificable es la campaña de 1931, no el supuesto origen absoluto del traje de Santa Claus.
Mito 3: Fueron tres Reyes Magos y se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar
El Evangelio de Mateo menciona “magos de Oriente” que visitan a Jesús, pero no indica cuántos eran ni que fueran reyes. La idea de tres se deduce por oro, incienso y mirra. Britannica explica que el texto original es breve.
Los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar aparecen siglos después en tradiciones occidentales y manuscritos medievales. En otras regiones circularon listas diferentes y hasta números distintos de visitantes. La consolidación responde más a devoción e iconografía que a registro histórico.
También cambió su estatus: de “sabios” o astrólogos pasaron a “reyes”, una lectura que encajaba con profecías y con la idea de naciones rindiendo homenaje. Ese giro fortaleció la narrativa en arte, liturgia y teatro popular durante la Edad Media.
El chequeo más simple es volver al texto bíblico y observar qué dice, y qué no. Ahí no hay número ni nombres. Lo demás es tradición posterior, importante, pero no prueba documental. Saberlo ayuda a contar la historia con precisión.
Mito 4: En el pesebre había buey y mula porque lo dice la Biblia
En los relatos de la Natividad de Lucas y Mateo no aparecen animales específicos junto al pesebre. Sin embargo, todos los belenes incluyen buey y mula. Britannica señala que su presencia proviene de interpretaciones posteriores, no de una cita explícita.
Una fuente simbólica citada por historiadores es Isaías 1:3, donde el buey y el asno reconocen a su dueño, a diferencia de Israel. Ese contraste se leyó como anuncio del Mesías. Más tarde, textos apócrifos reforzaron la escena con detalles.
Cuando San Francisco de Asís promovió pesebres vivientes en el siglo trece, la representación ganó fuerza pedagógica. La imagen de animales dóciles subrayaba humildad y abrigo en un establo. Con los siglos, la iconografía se volvió “lo normal” en hogares.
El dato es que buey y mula pertenecen a la tradición visual, no al texto canónico. Eso no invalida el belén, pero evita atribuirle una “cita bíblica” inexistente. Contar el origen ayuda a comprender cómo se construyen símbolos en diciembre.
Mito 5: El árbol navideño es una costumbre “bíblica” y siempre cristiana
No existe un pasaje bíblico que ordene colocar un árbol decorado en casa. La costumbre aparece documentada en Europa germánica, donde se adornaban árboles perennes durante el invierno. Britannica ubica su expansión en la Edad Moderna, no en la antigüedad.
Historiadores relacionan el uso de perennes con prácticas invernales precristianas que celebraban vida en tiempos de oscuridad. Con la cristianización, símbolos se reinterpretaron. En los hogares, velas y ornamentos se sumaron a la rama verde, hasta formar el árbol moderno.
El árbol entró en el mundo anglosajón en el siglo diecinueve, impulsado por modas de palacio y prensa, y luego se globalizó con migraciones y comercio. Por eso, presentarlo como “siempre cristiano” borra su recorrido histórico, registrado en varias fuentes.
La verificación no niega la práctica, sino su atribución. El árbol puede vivirse como símbolo cristiano hoy, pero su origen es mixto y cambiante. Reconocer esa mezcla ayuda a entender cómo la Navidad incorpora elementos culturales sin una sola fuente.
Mito 6: Rudolph es una tradición antigua, “de siempre”
Rudolph no viene de leyendas medievales, sino de una oficina de marketing. Según History, el reno de nariz roja fue creado en 1939 para un folleto promocional de la tienda Montgomery Ward. La historia buscaba un personaje propio para Navidad.
El relato se imprimió en millones de copias y se repartió gratis, acelerando su difusión. A finales de los cuarenta, una canción de Johnny Marks, grabada por Gene Autry, convirtió al personaje en éxito y lo instaló en repertorio navideño.
La “antigüedad” de Rudolph es un efecto de memoria cultural: generaciones oyendo la misma canción lo sienten eterno. La verificación se apoya en fechas, documentos y registros de derechos de autor, que ubican su nacimiento en 1939 con claridad histórica.
El mito importa porque muestra cómo la publicidad puede convertirse en folclor. Rudolph hoy es parte de muchas familias, pero nació como producto cultural. Saberlo permite valorar la creatividad sin adjudicarle raíces antiguas inexistentes, y detectar cuándo “tradición” es reciente
Mito 7: La Navidad es universal y se celebra igual en todo el mundo
Decir que la Navidad es “casi universal” puede confundir. Pew Research muestra que el cristianismo es la religión más numerosa, pero no abarca a la población. En países de mayoría no cristiana, la fecha puede pasar sin feriado ni rituales.
Incluso dentro del cristianismo no hay una Navidad. Varias iglesias ortodoxas celebran el nacimiento de Jesús en enero porque siguen calendarios distintos, como el juliano. Así, el “25 de diciembre” no es simultáneo para todos, y la diversidad es verificable.
Y donde sí se celebra, cambia el libreto: posadas en México, Nochebuena en España o villancicos en Inglaterra. La globalización mezcla símbolos, pero cada sociedad adapta fechas y personajes. Ese contraste desmiente la idea de una Navidad única para todos.
El chequeo final es evitar generalizaciones: la Navidad es influyente y visible, pero no universal ni homogénea. Cuando una frase dice “en todo el mundo”, conviene pedir datos y ejemplos. La verificación, como muestran estudios, ilumina diferencias sin imponer norma.