San Pedro Sula, Honduras
Un análisis realizado por LA PRENSA Verifica determinó que, entre enero y mayo de 2025, la mitad de las afirmaciones emitidas por políticos, funcionarios y figuras públicas resultaron ser falsas o infundadas.
De 111 declaraciones verificadas en entrevistas, conferencias, redes sociales y comparecencias, 53 fueron calificadas como falsas. Este patrón sugiere una estrategia deliberada de desinformación que deteriora la calidad del discurso público.
El resto de las afirmaciones se clasificaron así: 21 verdaderas, 11 inexactas, 11 sin evidencia verificable, 10 engañosas y 5 como verdades a medias. Los temas más frecuentes fueron elecciones primarias (27), asuntos legales (18), seguridad (12), educación (11), economía (10) y empleo (4).
Entre los ejemplos más notorios se encuentra la afirmación del candidato presidencial del Partido Liberal, Salvador Nasralla, quien declaró que la también candidata presidencial del partido Libertad y Refundación (Libre), Rixi Moncada, no podía participar en las elecciones internas de 2025.
Sin embargo, tras revisar la Constitución y la Ley Electoral, LA PRENSA Verifica calificó esta declaración como falsa, ya que no existía impedimento legal alguno para su postulación en los comicios del 9 de marzo.
Otro caso destacado fue el del secretario de Seguridad, Gustavo Sánchez, quien afirmó que el Consejo de Ministros tiene la potestad de extender el estado de excepción y que su aprobación por parte del Congreso es opcional.
Esta afirmación fue desmentida, ya que la Carta Magna establece que cualquier ampliación debe contar con la aprobación expresa del Congreso Nacional.
También fue desmentida una declaración de Rixi Moncada, candidata del partido Libre quien aseguró que “ocho de cada diez hondureños viven en pobreza extrema”.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la cifra real es del 40.01 %, lo que equivale a aproximadamente cuatro de cada diez ciudadanos. Su afirmación fue clasificada como falsa.
¿Errores o estrategia?
De acuerdo con expertos en comunicación política, la repetición constante de afirmaciones falsas no puede considerarse un simple error.
Más bien, apunta a una táctica discursiva cuyo propósito es instalar narrativas específicas, sin que necesariamente estén respaldadas por hechos. Esta práctica también evidencia deficiencias en los mecanismos de control interno de los equipos de comunicación de los actores políticos.
Uno de los riesgos más preocupantes, según los analistas, es la aceptación social de estas prácticas. “El efecto de estar constantemente expuestos a mentiras y falsedades es que la gente termina acostumbrándose", opinó el analista político Edgardo Rodríguez.
"Aun sabiendo que le están mintiendo, lo acepta. Y, por otro lado, muchas personas desarrollan dificultades para discernir entre lo verdadero y lo falso”, añadió Rodríguez.
Cultura permisiva ante la falsedad
El análisis también revela un problema más profundo: la débil estructura del ecosistema informativo en el país. La falta de verificación previa a la difusión de contenidos por parte de figuras públicas es un factor crítico.
Aunque proyectos como LA PRENSA Verifica y El Heraldo Verifica contribuyen a auditar el discurso público, su alcance depende en gran medida del acceso a la información, la educación mediática y el nivel de exigencia de la ciudadanía.
En naciones con instituciones sólidas, las declaraciones falsas pueden acarrear consecuencias legales o políticas. En cambio, en el contexto hondureño, su persistencia revela una tolerancia sistemática hacia la falsedad.
“Pareciera que la sociedad ha distribuido las mentiras en diferentes niveles, y los políticos aprovechan eso para proteger a su partido o a sí mismos. La pregunta no es si los políticos nos mienten, sino si nosotros les creemos o queremos creerles. Ese es el verdadero problema”, reflexionó el analista Omar García.
Por su parte, el también analista Jhonatan Rosales señaló: “Cuando una persona que participa en política opina a través de redes sociales o medios, generalmente lo hace con la intención de incidir o inclinar la balanza hacia el partido al que pertenece”.
Verificar: un acto democrático
La recopilación de datos realizada por LA PRENSA Verifica no solo confirma la alta frecuencia de afirmaciones falsas, sino que muestra cómo estas se han incorporado sistemáticamente al discurso político.
Según especialistas, esto demuestra que la verdad ha dejado de ser el eje rector del debate, siendo reemplazada por mensajes diseñados para influir emocionalmente o reforzar posiciones partidarias.
Muchos de estos discursos no buscan informar, sino persuadir, manipular o confundir, en un entorno en el que la precisión pasa a un segundo plano frente a la eficacia comunicativa.
Además, expertos advierten que esta dinámica se ve amplificada por estructuras digitales organizadas —como los denominados “grupos de respuesta”—, que difunden y refuerzan contenidos falsos hasta hacerlos parecer veraces.
Este fenómeno tiene un impacto aún mayor en sociedades con bajos niveles de escolaridad y escasa alfabetización mediática.
En este escenario, la verificación de datos deja de ser un ejercicio técnico y se convierte en una herramienta fundamental para la defensa de la democracia.
Verificar implica exigir transparencia, recuperar el valor de la verdad y permitir que las personas tomen decisiones informadas.
Aunque la evidencia sugiere que la verdad no lidera hoy el discurso político en Honduras, los analistas insisten en que defenderla sigue siendo una tarea urgente y colectiva.
No solo involucra a periodistas y verificadores, sino también a ciudadanos, instituciones y líderes comprometidos con una democracia basada en hechos, no en relatos.