El desempleo juvenil es un problema crítico al que se enfrentan las economías de todo el mundo.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa mundial de desempleo juvenil fue del 14.6% en 2022, más del doble de la tasa de desempleo general.
En Honduras la problemática está alcanzando índices preocupante y para este año proyectan que a los más de 750,000 jóvenes que están actualmente sin trabajo, se sumen otros 150,00, según la organización Jóvenes Contra la Violencia.
Para muchos sectores la situación es alarmante, amenazando con profundizar la migración, la inseguridad y el debilitamiento del tejido social.
Cristóbal Pérez, representante de Jóvenes Contra la Violencia, advirtió que el desempleo no afecta únicamente a los jóvenes, también tiene un impacto negativo en los índices de inseguridad.
“El tema de desempleo contribuye a la violencia, porque si no hay empleo, hay más oportunidades de que los jóvenes se involucren en actos delictivos”, sentenció Pérez.
Detalló que cada año, alrededor de 150,000 jóvenes en Honduras alcanzan la edad para integrarse al mercado laboral, muchos de ellos con preparaciones académicas y las ganas de trabajar, pero se enfrentan a la dura realidad de no encontrar oportunidades que llenen sus expectativas.
El desempleo juvenil no es sólo una estadística, sino que representa un desperdicio significativo de capital humano.
Los jóvenes son la fuerza laboral del futuro, y sus habilidades, energía e innovación son esenciales para el desarrollo económico. Sin embargo, cuando estos jóvenes no logran encontrar empleo, se enfrentan al riesgo de desempleo de largo plazo, subempleo o quedar atrapados en empleos de bajos salarios y baja cualificación.
La falta de fuentes de trabajo convierte a Honduras en una nación que prepara talentos para que luego emigren a Estados Unidos, México, España y muchos otros territorios.
