MS-13 y 18 usan Facebook y TikTok como herramientas de vigilancia

Mister y master, compas, choferes de armas y gatilleros, jefes de sectores. Exponemos cómo identificar perfiles de mareros por su apariencia y jerga única.

MS-13 y 18 usan Facebook y TikTok como herramientas de vigilancia
SAN PEDRO SULA, HONDURAS

En el mundo digital, donde los “me gusta” y los “compartidos” son el pan de cada día, existe un lado que no todos miran a simple vista: redes sociales como Facebook y TikTok, plataformas diseñadas para conectar y entretener, también se han convertido en el terreno más propicio para navegar entre comunidades de maras y pandillas en Honduras.

Hace unos dos años, en la colonia Ideal de San Pedro Sula, la vida de Karen (nombre ficticio para proteger su integridad) cambió drásticamente después de aceptar la solicitud de amistad de alguien que aparecía como estudiante de Administración de Empresas en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el valle de Sula (ahora Unah Cortés), descripción colgada en su perfil de Facebook.

Con fotografías de un rostro simpático y publicaciones motivacionales, el perfil parecía irreprochable. Al principio, las conversaciones giraban en torno a música y películas, pero poco a poco se fueron volviendo más personales.

“Todo parecía normal, era alguien con quien me sentía relajada hablando”, contó Karen, con la mirada perdida sobre el suelo. “No tenía idea de que detrás de esa pantalla había alguien que en realidad no quería ser mi amigo”, agregó.

La verdad salió a la luz días después cuando el “amigo” virtual de Karen comenzó a pedirle que se conocieran en una fiesta que se realizaría pronto en la zona de Ticamaya.

Ante la negativa de la joven, un poco temerosa y con sintomatología de desconfianza, la situación fue escalando rápidamente a amenazas. Fue entonces cuando Karen a través de sus averiguaciones descubrió que aquel “simpático” perfil pertenecía en realidad a un miembro de la Mara Salvatrucha en la colonia Felipe Zelaya, sector Rivera Hernández.

Los miembros de pandillas crean perfiles para parecer personas comunes o como jóvenes “cool”, influencers para lograr enganchar a usuarios desprevenidos y entablar conversaciones.

Mientras Facebook sigue siendo la plataforma más usada por la comunidad pandillera, después del año 2020 Tik Tok abrió nuevos espacios para publicar vídeos cómicos, de camaradería y un fuerte sentido de pertenencia. Para quien los ve sin contexto parecen simples clips de jóvenes divirtiéndose, pero tras cada publicación hay un mensaje, una señal para quienes saben leer y mirar entre líneas.

Según dos agentes de Inteligencia de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI), que conversaron en condición de anonimato con la Unidad de LA PRENSA Premium, aunque las maras no utilizan estas plataformas de manera directa como canales operativos, sí las emplean como herramienta para rastrear, comunicarse, vigilar su entorno, fortalecer lazos y convivir.

Posiciones de poder

Los investigadores han trazado un mapa de poder dentro de las pandillas, donde los verdaderos líderes se mueven entre las sombras, lejos del brillo tentador de las redes sociales.

Se trata de los miembros de la cúpula, figuras que manejan los hilos más delicados de la organización. En este nivel superior también aparecen colaboradores externos, personas aparentemente comunes que, sin formar parte oficial de la estructura controlan el flujo de dinero proveniente de la droga y la extorsión.

A diferencia de los perfiles más visibles que operan en las calles o navengan con normalidad o más abiertamente en las redes, estos líderes se esconden tras fachadas de la cotidianeidad: el padre que lleva a sus hijos al colegio, el empresario discreto, el vecino amable que saluda todos los días, el prófugo o presidiario. “Su anonimato es su mayor arma”, señaló uno de los investigadores.

Mientras los niveles bajos de la estructura inundan plataformas como Facebook y Tik Tok, los jerarcas prefieren el secretismo. Este contraste no es casual, es parte de una estrategia meticulosa que les permite operar sin levantar sospechas, pues al final, los rostros que no miramos son los que mueven el tablero.

Múltiples personas no son conscientes que pueden estar conectadas con miembros de pandillas, ya que estos operan de manera discreta y sutil. La falta de conocimiento sobre las señales de alerta deja a los usuarios expuestos.

Al primero en la línea organizativa de la MS se le conoce como “bandera”, quien vigila y reporta actividades; el “traca” ejecuta tareas como contactar a las víctimas o amenazar, el “compa” es un miembro que ya pasó la iniciación y es considerado parte de la organización; el “soldado” es un miembro con funciones violentas y más experiencia; el “ranflero” moviliza a sus compañeros, mueve armas y participa en acciones violentas.

Más arriba en la jerarquía, pero con responsabilidades críticas está el “palabrero”, quien coordina las comunicaciones y controla en barrios y colonias; el gatillero es aquel al que se le ordena misiones directas como asesinatos; el “compadre” o jefe de plaza, de sector o cabecilla, está asignado a supervisar sectores y es hombre de confianza.

Teóricamente son estos perfiles quienes interactúan habitualmente en las redes sociales. Algunos, aunque pueden estar o no en el ecosistema cibernético, tienen altamente cerradas sus cuentas.

Lejos del radar virtual están los mandos más altos: mesas 1 y 2, encargadas de las decisiones a nivel departamental y nacional; y los “F”, generación de líderes con alcance transnacional, que operan y ganan como empresarios y accionistas.

La Pandilla 18 sigue un modelo similar: el “puntero”, quien vigila las fronteras entre barrios y colonias; el “hommie”, el “jonvoy”, éste es el recién ascendido o de menor jerarquía; el “ranflero”; y en la parte intermedia están el gatillero y el “palabrero”. Al igual que en la MS, pueden o no estar en redes sociales, son perfiles discretos.

En la cima de la estructura y ocultos del mundo social digital están los “mister” y “master”, son veteranos, líderes con trayectoria y fundadores.

“Un alto jerarca o intermedio será difícil que lo encuentre. El gatillero de una estructura va cambiando su comportamiento, pueda que tenga una red muy cerrrada o abierta e indirecta, es una persona que se oculta más”, dijo uno de los agentes.

Para la mensajería interna entre miembros de las pandillas, la plataforma más utilizada es Telegram debido a sus estrictas políticas de privacidad, encriptación avanzada, la capacidad de bloquear y eliminar mensajes de forma rápida, características que la diferencian de las aplicaciones de Meta.

Según explicaron los investigadores a este medio, Instagram es una plataforma más refinada, donde un 90% de los usuarios pertenece a sectores de clase media o alta, en contraste, Facebook y Tik Tok se han convertido en un escaparate. “Estas dos últimas redes no tienen mucha restricción, puede abrirlas cualquier persona natural”, refirió uno de los agentes.

Cuando Mark Zuckerberg adquirió Instagram durante el año 2012 y WhatsApp durante el año 2014 a través de su empresa Meta (anteriormente conocida como Facebook), consolidó un ecosistema digital interconectado y reforzó los procesos de verificación de perfiles a través del correo electrónico, priorizando la identificación de sus usuarios.

Meta ha reforzado los procesos de verificación, pero permite la creación de cuentas con diversas opciones de identificación. TikTok, por su parte, tiene un proceso de registro más flexible en términos de anonimato, con la opción de no requerir un correo electrónico y dar mayor importancia al número de teléfono, aunque también tiene procedimientos de verificación para ciertos usuarios.

“Un pandillero puede aparentar ser una persona común en redes sociales y llevar una vida normal, pero las maras han evolucionado, dejemos atrás la imagen del hombre tatuado, ahora hay médicos, abogados y otros profesionales que forman parte de estas organizaciones”, explicaron los oficiales.

Como antecedente mencionaron el caso del propietario de una clínica que operó en San Pedro Sula, capturado durante el año 2016 a través de la Operación Avalancha, luego de una investigación que lo vinculaba con la MS.

Los agentes señalaron que, si bien las maras y pandillas no utilizan las redes sociales como su principal herramienta de reclutamiento, sí ejercen una fuerte influencia a través de ellas.

Concordaron que los principales centros de captación en San Pedro Sula son las escuelas, colegios y universidades, donde los reclutas en su mayoría son menores de edad. Desde pequeños los van involucrando, generando afinidad con el grupo.

Lamentablemente, hoy en día, casi todo lo que las personas hacen o experimentan en su vida termina publicado en redes sociales, y esa exposición es aprovechada por los grupos, lo que desencadena fuerte extorsión desde los centros penales.

Algo interesante sobre los pandilleros es que no sienten vergüenza de su origen, al contrario, responden a lo que son. “Cuando se aborda a un miembro de la MS suele aceptar que se siente orgulloso de ser uno de ellos”, acotó como ejemplo uno de los inspectores.

Hace unos meses, las autoridades policiales en San Pedro Sula capturaron a un miembro del grupo delictivo Los Aguacates y, al ser interrogado exclamó con firmeza y lealtad: “Hasta la muerte con la banda”.

Durante la entrevista, un oficial aclaró: “Que vistan como vagos no los convierte en pandilleros.” Aunque algunos jóvenes no forman parte de estas estructuras criminales, pueden lucir como ellos producto de una afición o influencia de los sectores donde crecen.

Saberlo reconocer

El perfil típico de un pandillero en redes sociales suele incluir vestimenta holgada, música urbana y bailes al estilo del antiguo playero. Durante algunos decomisos de dispositivos, la Policía ha encontrado entre sus galerías fotografías y vídeos del artista Chesina bailando playero o de Daddy Yankee (ahora retirado) en sus inicios.

“Prestamos atención al tipo de vestimenta, luego lo asociamos con su jerga y miramos dónde vive o el tipo de fotografía que se toma”, agregaron los oficiales. Los pandilleros adoptan una postura distintiva, que incluye gestos como cruzar los pies o hacer señas con las manos, similares a las de los antiguos reguetoneros, a menudo acompañados de cadenas.

En Tik Tok y otras redes, equipos de la Policía especializados en ciberseguridad y estructuras criminales monitorean constantemente material audiovisual que éstos guardan y comparten, pero que al mismo tiempo revelan sus actividades diarias, ubicaciones y movimientos.

Hace aproximadamente nueve meses, tras la desaparición de una menor en el barrio Las Palmas de San Pedro Sula, los investigadores realizaron labores de inteligencia y confiscaron contenido gráfico clave para el caso. Casualmente encontraron un perfil de Tik Tok que mostraba una motocicleta recientemente decomisada. Aunque la persona no pertenecía a ninguna estructura, creció en un entorno dominado por la MS y adoptó ciertos comportamientos característicos.

“Con Meta existieron algunos acuerdos de colaboración siempre y cuando no contravengan la privacidad de los usuarios, pero muchas veces los sistemas de justicia no son los adecuados para dar información. Hay mucha burocracia que ha acaparado todos los poderes del Estado y la falta de apoyo de algunas entidades se ha vuelto difícil, pues tampoco hay sedes de ellas en nuestro país, por eso las usamos más como fuente abierta”, especificó uno de los agentes a cargo de la unidad.

En este contexto, los pandilleros evitan publicar contenido sobre sus familias en redes sociales; sin embargo, suelen compartir fotografías con su “loca” o “chavala” —términos que usan para referirse a una mujer—, junto con motocicletas, imágenes de la Virgen y mensajes alusivos a Dios.

Se trata de jóvenes que, a pesar de pertenecer a organizaciones criminales, tienen su creencia muy arraigada. De hecho, una de las reglas más sagradas dentro de estas estructuras es que, para abandonar la organización debe integrarse a una iglesia y participar activamente.

“Sino lo hace así, lo quiebran (golpean o matan) ”, afirmó uno de los policías. En esta misma línea, los grupos manejan ciertos rituales y creencias mitológicas, y en los cuerpos encontrados se han hallado características particulares que podrían resultar clave para un investigador meticuloso.

Su red de contactos generalmente está formada por compañeros de la banda o vecinos de las colonias y barrios. Las maras no prohíben el uso de redes sociales, pero si alguno de sus miembros publica algo que consideran inapropiado para el funcionamiento del grupo, lo hacen saber de inmediato, y no de manera pacífica.

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“Los altos mandos limitan su exposición en las redes sociales y los rangos bajos son la cara visible”: Denis Díaz, abogado penalista

Desde la perspectiva de seguridad, Denis Díaz, subrayó que el perfil y comportamiento cotidiano de los pandilleros en redes sociales presenta peculiaridades importantes.

Los líderes de estas estructuras criminales suelen mantener un perfil bajo en redes sociales, evitando su uso para minimizar riesgos de identificación por parte de autoridades o grupos contrarios. En cambio, delegan estas tareas a miembros de menor rango, quienes emplean plataformas específicas para distintas funciones.

“Los miembros de rango bajo o aspirantes a posiciones más altas suelen publicar contenido orientado a reforzar su identidad grupal. En cuanto a patrones de comportamiento, manejan múltiples cuentas en redes sociales, cada una destinada a fines específicos: algunas se usan para comunicaciones privadas y definición de operaciones específicas, otras para vigilancia, amenazas y observación de posibles víctimas”, detalló el analista.

Desde un enfoque criminológico, citado por el experto, este fenómeno puede explicarse mediante diversas teorías: la Teoría de la Asociación Diferencial establece que las conductas delictivas se aprenden a través de la interacción social. Las redes sociales amplifican este aprendizaje al permitir compartir códigos, normas y formas de comportamiento delictivo mediante contenido grupal.

Por otro lado, la Teoría de la Subcultura Delictiva explica cómo las redes sociales funcionan como espacios de exhibición de símbolos, normas y recursos (como dinero y armas), reforzando la identidad grupal y atrayendo respeto dentro y fuera de la estructura.

Finalmente, la Teoría de la Oportunidad describe cómo las redes sociales ofrecen un nuevo espacio no físicos para actividades delictivas. Al operar en el entorno digital, los pandilleros minimizan los riesgos asociados con la presencia física, como la identificación por personal de inteligencia.

Usuarios sospechosos

Max, el nombre que le damos a una fuente confidencial con más de 30 años de vivir en el sector Rivera Hernández, tiene un profundo conocimiento del funcionamiento de las maras y pandillas. Algunos de estos miembros los miró crecer y formarse, mientras que a otros los ha observado morir y ser enterrados en cementerios marginales de barrios y colonias ubicados en la zona.

“Ellos usan Tik Tok para subir vídeos variados, pero más Facebook para enviar mensajes de texto o mantenerse al tanto de ciertos perfiles, especialmente los de su comunidad, observan qué amigos tienen agregados y los comentarios que reciben,” señaló en conversación telefónica.

“Ya he mirado a jefes de la MS en Facebook”, comentó, recordando una experiencia: “Conocí a uno que subía fotos, pero siempre se tapaba el rostro, aunque en el sector sabíamos quién era; me había enviado una solicitud de amistad”, relató.

Durante su testimonio también rememoró sus años de trabajo en un cibercafé y relató un episodio cuando miró a dos adolescentes revisando la lista de contactos de una joven en Facebook. Al notar algo sospechoso la llamaron de inmediato y le exigieron que eliminara a ciertas personas, advirtiéndole que no querían volver a mirar esos nombres en su perfil.

Según indicó, la mayoría de jóvenes pandilleros en las redes sociales utilizan nombres ficticios y evitan los alias, ya que son fácilmente detectables en sus territorios. “Alguien puede poner que se llama Pedro González, pero en realidad se llama Jorge Ramiro, entre ellos ya saben quién es quién y se mandan mensajes,” ejemplificó Max.

Uno de los patrones más comunes es cuando un usuario se encuentra con un perfil sin fotografía. “Solo con mirar eso, ni lo dude, es un pandillero...” mencionó tajantemente el informante.

Los miembros de rangos más bajos dentro de los grupos pandilleriles suelen hacer publicaciones relacionadas con cantantes como Anuel, Ñengo Flow, Kendo, artistas populares en el mundo de las maras.

También es usual mirar perfiles con frases de autoestima violenta o fotografías de perfil con artistas fumando marihuana, acompañadas de lemas como “El que tenga miedo a morir que no nazca”. Frecuentemente comparten letras de canciones o mensajes que proyectan poder, como “Le tengo miedo a Dios”, “Me encomiendo a Dios” o “De pie ante el mundo”, reforzando una imagen de fortaleza.

Su forma de hablar es sin clase, marcada por expresiones como “¡Vaya, vaya, ya hablaste”, “De una”, “Tirame metro”, “Tirame punto”, “Allá te vi”, “Animal”, “Tirame esquina”, “Mi ruca” (madre), “Chante” (casa). Este lenguaje callejero es característico de la MS y se puede identificar fácilmente en cualquier lugar o red social, su tono suele ser déspota y directo.

Por otro lado, los miembros de la Pandilla 18 tienen la costumbre de subir fotografías de la Virgen, una imagen que parece representar un símbolo dentro de su universo. Además, una de sus palabras más recurrentes es “chavalo”, un término que utilizan con frecuencia en su jerga cotidiana.

Max explicó que es común que suban fotografías de sí mismos sin mostrar el rostro, cubriéndolo con emoticones o adoptando posturas como sacar la lengua o lanzar un beso. Los mareros suelen compartir solo partes de su cuerpo, pero quienes los conocen bien pueden identificarlos fácilmente. Además, publican a menudo contenido relacionado con drogas o humo, insinuando su consumo.

“Estos muchachos han caído en decadencia, pasan desconcetados de toda actualidad, da pesar, parece que nunca han salido, no saben ni cómo ordenar o pagar dentro de un restaurante, y cuando salen al exterior se les nota rápido porque el mundo de ellos solo es la droga y las maras, viven como si estuvieran en una montaña”, reflexionó Max.

Los miembros de la MS suelen vestir de forma discreta, lo que dificulta identificarlos solo por sus prendas, pero es su forma de hablar lo que realmente los delata. En cambio, los integrantes de la Pandilla 18 prefieren usar camisas XL, calzonetas y pantalones holgados, siempre acompañados de tenis Nike Cortez, un estilo que mantienen como su sello distintivo.

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Redacción web
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