Seudobandas se valen del miedo hacia la MS y 18 para extorsionar
El transporte, el comercio y hasta las clínicas figuran entre los sectores más golpeados. Bandas como “Los Iluminati”, “La Mafia” y “Los Puchos” están entre los principales extorsionadores.
Foto: LA PRENSA
Ciertos negocios deciden cerrar temporalmente sus operaciones mientras la Policía les resuelve o termina la insistencia intimidatoria por parte de los extorsionadores.
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San Pedro Sula, Honduras.
Son las 7:00 de la noche en sector Rivera Hernández de San Pedro Sula, don Esteban (nombre ficticio para proteger su identidad), dueño de una abarrotería, mira una de las calles desierta antes de cerrar el local. La ansiedad le oprime el pecho, lleva días durmiendo mal desde que empezó a recibir mensajes amenazantes en su número de teléfono. El último llegó esa misma tarde: “Si no entregás los 5,000 lempiras para el viernes, te vamos a visitar, ya sabés quiénes somos”.
Esteban sabe que en la zona y alrededores operan pandillas, pero según la Policía, estos mensajes no provienen directamente de las maras históricamente conocidas.
Equipos de inteligencia indican que se trata de una modalidad donde pequeños grupos de extorsionadores actúan por cuenta propia y se hacen pasar por la Pandilla 18 o la MS-13 para infundir temor. Estos grupos cobran “impuestos”, una maniobra que les asegura pagos rápidos y frecuentes.
Indagaciones de la Dirección Policial Anti Maras y Pandillas Contra el Crimen Organizado (Dipampco) apuntan que son grupos independientes conformados generalmente por hombres jóvenes.
Entre los principales afectados están el comercio, transporte y, durante los últimos meses se han reportado casos en negocios del rubro médico, como clínicas privadas de pequeño y mediano tamaño.
Las víctimas viven con el temor constante de recibir sus llamadas y mensajes, y algunos prefieren cerrar sus negocios antes de enfrentar consecuencias.
José, un comerciante de El Progreso, recordó el momento cuando recibió una llamada amenazante, la voz al otro lado de la línea decía que si no entregaba una cuota mensual, su negocio y familia peligraban. “Me dijeron que eran de la 18 y que si no pagaba, me pasaría algo”, comentó José, quien prefirió mantener su identidad en anonimato.
Simplemente toman nombre de la MS-13 o 18 porque saben que con eso basta para que la víctima pague, la gente ni siquiera se cuestiona si es verdad o no.
Actividad
Esta estrategia no es nueva, pero durante los últimos años ha tomado fuerza. Los seudogrupos comenzaron a operar en el país hace una década aproximadamente, consolidándose principalmente después de la desarticulación de la banda “El Gato Negro” en los mercados de la capital, cuyo poder se centraba en el narcotráfico, narcomenudeo y extorsión contra transportistas y mercados.
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La organización dejó un vacío que estas bandas han aprovechado para expandir sus operaciones. No suelen tener conexiones formales con pandillas tradicionales, pero conocen su modo de operación.
Estas bandas, al usar nombres y jerga, logran intimidar a víctimas y exigir dinero. A menudo sin estructuras jerárquicas complejas, operan de manera oportunista, eligiendo a sus víctimas cuidadosamente y limitándose a barrios donde las pandillas no tienen una presencia fuerte o activa.
Se valen principalmente de llamadas telefónicas y mensajes para contactar a sus víctimas, utilizando lenguaje agresivo y términos específicos que imitan habla de las pandillas. Aunque la MS dejó de extorsionar hace menos de 10 años, la Pandilla 18 lo continúa haciendo.
Entre los años 2022 y octubre del 2024, la Secretaría de Seguridad contabilizó 3,191 denuncias por extorsión en el país. Durante el 2022 se presentó el mayor número, con más de la mitad de las denuncias durante dicho período. Para 2024, la cantidad se redujo considerablemente, solo el 13.2% del total general.
Los departamentos de Francisco Morazán y Cortés reportaron más denuncias, lo que es consistente con la concentración urbana y población en estas áreas. Las regiones rurales como Lempira, Intibucá y Olancho presentaron mucho menos.
El Distrito Central, con 1,391 denuncias (43.6%); San Pedro Sula, con 581 denuncias (18.2%); La Ceiba, con 339 denuncias (10.6%); Choloma, con 116 denuncias (3.6%); El Progreso, con 98 denuncias (3.1%). Estos cinco municipios representaron el 78.8% del total de denuncias recibidas de manera presencial.
Durante este mismo período de tiempo se capturó a 200 integrantes de grupos que no pertenecían a la Pandilla 18 ni a la Mara Salvatrucha, de acuerdo con los registros policiales que analizó este medio de comunicación.
Las bandas más activas en la extorsión, después de las anteriores, son aquellas como La Mafia, Los Iluminati y Los Puchos, junto a otros consignados en expedientes como independientes, que suman más de la mitad de las capturas (más del 50%) por ser responsables de extorsiones a nivel nacional.
Las edades predominantes entre arrestados por extorsión fueron jóvenes adultos entre 18 y 30 años. Se encontró presencia de jóvenes de 15 y 16 años, alarmante porque la delincuencia afecta a generaciones más jóvenes, quienes aún no han alcanzado su plena madurez y desarrollo.
También se observó personas de mediana edad, en su mayoría entre 30 y 45 años. Esto refleja que grupos también mantienen a miembros de mayor edad en actividades clave, como la gestión de operaciones o liderazgo.
Lucha paralela
El criminólogo y docente universitario, Gonzalo Sánchez, subrayó que es “asombroso” cómo rubros como el transporte denuncia el cobro de impuesto por varias bandas al mismo tiempo, cuando ya se conocen dos.
“Cuando la gente escucha o lee tal pandilla, se pone nerviosa. Durante el pasado se intentó esta estrategia, pero la MS y 18 persiguieron a estas bandas. No me consta, pero dicen que algunas personas que aparecen encostaladas y descuartizadas es porque se hacían pasar por estas estructuras, les daban seguimiento, los raptaban y luego mataban; tiene lógica porque penetran su territorio”, enfatizó Sánchez.
En su análisis recordó el caso de un ingeniero y un estudiante universitario que se hacían pasar por pandilleros y fueron capturados posteriormente por la Policía. “Pienso que ahora la MS y 18 no les han puesto fin a estas bandas, pese a que invaden su mercado, porque se concentran más en las drogas y el lavado”, apuntó.
- > Usan la “fama” y el impacto de las pandillas frente a la población para hacer creer que en realidad están en riesgo
- > Estas bandas se comunican por redes sociales, aplicaciones de mensajería como WhatsApp, llamada telefónica y a veces mediante intermediarios a nivel personal, usando el miedo como su principal arma. Los pagos son ejecutados con frecuencia de manera electrónica
- > Los miembros suelen ser vecinos o conocidos entre sí y no tienen las mismas conexiones ni la estructura jerárquica de las pandillas grandes. La dificultad radica en que víctimas no denuncian o no saben si son extorsionadas por pandillas auténticas o por imitadores
- > La situación es compleja porque las víctimas suelen dudar en denunciar por miedo a represalias. La Dipampco notificó que existen procesos abiertos contra diferentes personas de distintas estructuras
- > Los grupos cuentan con recursos limitados, pocas armas e integrantes. Los conforman personas desempleadas o con antecedentes delictivos menores, incluso hay profesionales adentro
- > La operatividad es similar, aunque ahora rara vez contactan directamente al dueño del negocio. En su lugar, envían teléfono, acompañado de fotografías, información personal y mensajes intimidantes
- > El aumento de grupos independientes tiene varias causas, entre ellas, la falta de oportunidades laborales y el deseo de obtener ingresos rápidos
Un dirigente del transporte que conversó con LA PRENSA Premium bajo condición de anonimato, reveló que algunos integrantes de estas bandas provienen de los grupos tradicionales Mara Salvatrucha y Pandilla 18.
En promedio, los transportistas pagan entre tres y cuatro extorsiones simultáneas, aunque en casos extremos llegan a ser hasta seis. Las cuotas oscilan en torno a 500 lempiras por unidad cada semana.
Actualmente, el sector transporte está compuesto por unos 2,500 autobuses, 30,000 taxis y 40,000 mototaxis, lo que genera un desembolso anual estimado de 1,400 millones de lempiras solo en pagos extorsivos.
Gran parte del dinero obtenido mediante la extorsión necesita ser lavado, y el sector transporte a menudo se utiliza como una de las principales vías para este propósito.