Cuando un europeo, un asiático o un estadounidense compre una libra de café de esta región de Honduras, la bolsa que contenga el aromático dirá: “Este café está hecho con manos de mujer. Por cada libra de café que usted compra está apoyando a una mujer que con gran esfuerzo mantiene una finca ecológica en Honduras”. Lo mismo dirá si el café es producido por jóvenes, por miembros de la etnia lenca o por adultos mayores jubilados que se dedican a cuidar con esmero y calidad sus plantaciones
.Esta idea de contar las historias de quienes están detrás de los cafés más deliciosos del país surge como respuesta para enfrentar una oleada de crisis que ha golpeado al sector y que los obliga a seguir marcando la diferencia en un mercado global deseoso por despertar cada mañana con un sorbo de café muy caliente.
Ahora, productores como Ramón Alvarado con su finca El Ocotal, a 1,200 metros sobre el nivel del mar (msnm); Elvis Mejía con la finca Las Flores a 1,200 msnm; Celicia Eude Wood, con su cultivo en Oloas, Yamaranguila a 1,707 msnm, y los esposos Agustina Bautista y Miguel Arriaga con sus fincas Suyapita y San Francisco dejarán de ser desconocidos para sus clientes finales.
El proyecto para dar vida a una nueva variedad de cafés intibucanos nació en la cooperativa Cafés Especiales y Diferenciados de La Esperanza (Cafeeza).Hace poco, esta organización, que nació en 2016 con 28 caficultores, tuvo la oportunidad de mostrar sus avances a la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Cindy McCain, quien cerró con ellos su visita por Honduras.
En esa oportunidad pudieron exponerle a ella y los miembros de las agencias que representa no solo los desafíos y amenazas que enfrentan, sino los planes y sueños que están construyendo.
Billy Tejada, presidente de Cafeeza, contó que la creación de nuevas marcas está en fase de anteproyecto, pero va viento en popa.
Los augurios son buenos, ya que hay un nicho de mercado deseoso de estos aromáticos, no solo producidos de forma totalmente orgánica, sino por saber quiénes están detrás de esa experiencia; es decir, gente que disfruta lo que hace y que cuenta cómo lo logró.
“También habrá una marca para el café juvenil que diga: paremos la migración a centros urbanos, a Europa, a EE UU, hay una historia atrás. Y por último, hay una marca genérica que aglutina a todas que se llama Mixcure Coffee. Todos estamos en una zona de amortiguamiento de una reserva de vida silvestre que es el parque Mixcure.
Multicrisis
El altiplano hondureño no solo es tierra de varios de los mejores cafés que se producen en el país por su altura y clima, es también cuna de grandes ideas y de valientes campesinos y finqueros que se enfrentan día a día a las adversidades.
1. Copán: altura: 100 a 1,700 msnm. Geografía: Copán, Ocotepeque y Santa Bárbara. - Variedades: Bourbon, Catuaí, Pacas, Lempira e Ihcafé-90 - Cosecha: de noviembre a marzo.
2. Opalaca: altura 1,000 a 1,700 msnm - Geografía: Santa Bárbara, Intibucá y Lempira. Variedades: Bourbon, Catuaí, Lempira y Typica. - Cosecha: de noviembre a marzo.
3. Montesillos: altura 1,200 a 1,700 msnm. Geografía: Comayagua, Santa Bárbara e Intibucá. Variedades: Bourbon, Catuaí, Lempira y Pacas. Cosecha: de diciembre a abril.
4. Comayagua: altura 1,100 a 1,700 msnm. Geografía: Comayagua y Francisco Morazán. Variedades: Bourbon, Typica, Caturra y Lempira. Cosecha: de diciembre a abril.
5. Agalta: altura 1,100 a 1,700 msnm. Geografía: Olancho, Yoro, Atlántida y Colón. Variedades: Bourbon, Typica, Caturra y Lempira. Cosecha: de diciembre a marzo.
6. El Paraíso: 1,100 a 1,700 msnm. Geografía: El Paraíso, Choluteca y Fco. Morazán. Variedades: Bourbon, Typica, Caturra y Lempira. Cosecha: de diciembre a marzo.
El cambio climático, las constantes alzas a los combustibles, las plagas, la emigración, los palpables efectos de la pandemia de covid-19 como la crisis de los contenedores y hasta el narcotráfico se han ensañado con el café, sector que en el primer trimestre de 2022 registró caídas en el cultivo junto a los granos básicos (de 7.6% del total), según el informe sobre el producto interno bruto realizado por el Banco Central de Honduras.
Cafeeza es la última cooperativa que se sumó al parque cafetalero nacional, al igual que Intibucá, donde hace apenas ocho años no se sembraba café por ser una de las regiones más frías del país. Desde que nacieron como organización han tenido grandes desafíos, entre el cambio climático y amenazas no naturales.
“Empezaron los narcos a ver el rubro con otros ojos. Con ojos de lavandería y empieza la competencia desleal en la compra y venta de café. Y empiezan los ofrecimientos oscuros y nos decían ‘a ustedes no les prestan dinero en el banco, nosotros les podemos prestar dinero sin garantías’. Lógicamente, la garantía es la vida de uno”, expuso el cafetalero. Luego llegó la estanflación, que no es más que el estancamiento del crecimiento económico del país y la inflación.
A ellos se suma la crisis de los contenedores: cuentan que Cafeeza el último compromiso que hizo para exportar café fue hacer un envío el 30 de marzo. Ya se fue julio y no han podido enviar los últimos dos contenedores de café.
Luego les cayó como balde de agua fría la guerra de Rusia y Ucrania porque empiezan a incrementar los precios del petróleo, lo que a su vez disparó los costos de los insumos. Más evolución. Pese a todo, este sector sigue siendo uno de los pilares de la economía nacional, ya que es la principal fuente de ingreso de divisas al país. El aromático hondureño es el quinto de mayor exportación en el mundo, de una lista liderada por Brasil, Vietnam, Colombia e Indonesia.
Para sostenerse a la oleada de problemas que les ha tocado enfrentar desde su constitución, les ha tocado racionalizar costos, importar directamente, y para ello concretaron una alianza directa con el beneficio Santa Rosa. Como aliado comercial, ellos les prestan la licencia para exportar, y desde el año pasado ya venden su café a Estados Unidos, Europa y Asia; además, invierten en la diversificación y el manejo agronómico del cultivo.
Por ejemplo, algunos tienen en sus fincas apiarios para producción de miel, otros tienen aves ponedoras y aves de engorde, y otros, árboles frutales, granos básicos y hortalizas. Asimismo, han certificado sus fincas. El 100% son orgánicas, además, poseen el sello europeo NaturLand, que es más social. En paralelo, gestionan la certificación con el comercio justo orgánico y gestionan alianzas no solo con otras instituciones de cooperación y gobiernos locales, sino con cooperativas similares.
También han incrementado la capacidad de procesamiento. Antes solo podían procesar con dos secadoras mecánicas de 100 quintales cada una, ahora procesan más de 560 quintales por secada; o sea, duplicaron la capacidad del proceso.
Por último, Cafeeza cuenta con catadores, tostadores y baristas que son hijos de socios y ahora caficultores socios, que han sido formados en cursos privados , que antes, durante y poscosecha realizan análisis físicos y sensoriales del café con el propósito de conocer, dictaminar la calidad y atributos en taza.
Así perjudica el cambio climático a los cultivos
Al variar el clima, muchos cultivos tradicionales comenzaron a tener problemas y muchos vieron en el aromático su tabla de salvación. Hoy, esos mismos efectos les pasan factura a sus cultivos.
“Los efectos de cambio climático se agudizan. Ya los meteorólogos digamos que ya no le pegan. Ya uno ya no puede planificar con esa ciencia. Nuestros cultivos empiezan a florecer en verano. Tenemos dos años de que las fincas nos florean en verano y necesitan precipitación para la fecundación del grano. Tenemos porcentajes enormes de aborto del grano y de grano vano. Eso nos encarece los cultivos”, señaló en su exposición magistral el cafetalero de tercera generación Billy Tejada.
Los efectos del cambio climático redujeron la calidad en el café por incrementos de temperatura. Aquí por cada grado que sube la temperatura se pierden 50 metros de optimización del terreno para producir calidad de café. O sea, cada 50 metros varía la calidad de taza del café. Entonces, fincas que antes producían café de estricta altura ahora producen cafés duros, cafés HG. Y los que producían HG ahora producen estándar, y los que producían ‘gourmet’, ahora producen estricta altura.
“Si queremos seguir mejorando la calidad, tenemos que ir ascendiendo hasta zonas núcleos, de áreas protegidas. Entonces, nos vemos obligados a gestionar la calidad del café. A invertir en equipos mucho más caros y sofisticados que permitan la selección, un buen beneficiado.