Reactivación social y económica

Si se logra eliminar la pobreza extrema, se alcanza la cobertura universal en educación y salud, la igualdad de género, el control de la violencia, el acceso al agua potable.

Reviste carácter de urgencia la dinamización tanto de la compleja y severa problemática vinculada con el desarrollo humano como del crecimiento económico. El desempleo y subempleo, la pobreza, desigualdad, marginalidad, exclusión, migración, inseguridad alimentaria forman parte de la realidad en que están inmersos dos tercios de nuestra población.

Se requiere de la generación de una estrategia y de políticas públicas integrales que aborden los problemas estructurales que golpean al país y propongan soluciones viables a cada uno de los mismos en el corto, mediano y largo plazo.

Si se logra eliminar la pobreza extrema, se alcanza la cobertura universal en educación y salud, la igualdad de género, el control de la violencia, el acceso al agua potable y a servicios de saneamiento en las áreas urbanas y rurales, se habrá dado un avance cualitativo indispensable y fundamental para el despegue económico y la transformación de la estructura productiva.

Debe haber continuidad en el diseño, aplicación y evaluación de estas medidas por parte del Gobierno central y los municipales.

El generar incentivos y beneficios fiscales que promuevan la inversión nacional y extranjera en un marco jurídico transparente y equitativo, con reglas definidas, contribuye a la estabilidad y despeja las incertidumbres.

Las pequeñas y medianas estructuras productivas deben tener acceso al crédito bancario con un trato preferencial en las tasas de interés, para disponer de capital semilla para el emprendimiento, generador de puestos de trabajo en las ciudades y en el campo.

La asistencia crediticia y tecnológica, la capacitación de la fuerza de trabajo, la canalización de las remesas hacia proyectos productivos y rentables, la mejora y mantenimiento de la infraestructura vial, el suministro garantizado de energía eléctrica, la preservación del medio ambiente y la mitigación de los efectos producidos por los desastres naturales que cíclicamente nos afectan --cada vez con mayor intensidad--, forman parte de ese esfuerzo individual y colectivo para acabar con el marasmo y retroceso en la calidad de vida de nuestros compatriotas, en franco deterioro.

Y tales esfuerzos deben ser permanentes en el tiempo y el espacio, no fragmentarios ni esporádicos, en alianzas estratégicas entre los sectores público y privado, compenetrados ambos de que la pasividad y la inacción deben quedar descartados, de una vez y para siempre.

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