No es suficiente con estar al pendiente de acudir al médico cuando experimentamos malestares físicos, descuidando la psique. cuerpo y mente constituyen una unidad psicofísica, integrada en un todo, el cuerpo humano.
El hecho de que actualmente más personas padezcan de manifestaciones tales como ansiedad, apatía, fobias, frustraciones, pesimismo, etcétera, son parte constitutiva de estados depresivos, indicadores de que nuestro sistema nervioso se encuentra alterado y requiere ser restaurado, visitando a los expertos en salud mental, sean psicólogos o psiquiatras, seamos adultos, jóvenes o niños.
Independientemente de la edad, posición social y económica, nivel educativo, nadie está exento de tales padecimientos.
Múltiples causas inciden en tales desequilibrios, que pueden clasificarse en factores económicos, tales como pérdida de empleo, quiebra de negocio, deudas acumuladas y no canceladas, alzas en el costo de vida, extorsión, que bien combinadas o aisladas nos provocan angustias y tensiones, particularmente en la actual coyuntura que afecta las precarias e inciertas condiciones materiales que enfrentamos.
Entre los factores sociales podemos incluir la muerte de familiares y amistades, el acoso laboral y sexual, separaciones y divorcios, el machismo, la homofobia, la discriminación.
El consumo de alcohol y estupefacientes afecta directamente nuestro organismo, incidiendo en nuestras relaciones interpersonales y comunitarias, deteriorando tanto nuestra salud física como mental, hasta llegar a la etapa final: la autodestrucción.
Existe un infundado temor, incluso estigma, si visitamos un hospital neuropsiquiátrico, lo que debe ser rechazado de tajo, por cuanto constituye un prejuicio de épocas ya afortunadamente superadas; pero que aún perduran en ciertas personas.
Lo erróneo resulta ser el manifestar síntomas y no prestarles la debida atención, con ello agravando la psicopatología.
La prevención debe ser la norma permanente que guíe nuestra existencia. Cuando manifestemos señales de malestares físicos y/o mentales acudamos a la brevedad a los profesionales sanitarios. Más vale prevenir que lamentar cuando ya es demasiado tarde. Por ello estemos alertas cuando aparecen los primeros síntomas, que constituyen señales tempranas que deben ser debidamente atendidas.