Desde que el nacionalista Nasry Asfura fue declarado oficialmente presidente electo de Honduras, su residencia ubicada en el municipio de Santa Ana, colindante con el Distrito Central, se ha convertido en un punto clave de reuniones y acercamientos políticos, de cara a la conformación del próximo gobierno que asumirá funciones el 27 de enero de 2026.
De acuerdo con información recabada, en este espacio se desarrollan encuentros tanto con personas cercanas al presidente electo como con representantes de distintos sectores, con el objetivo de explorar perfiles y capacidades para integrar el nuevo equipo de trabajo.
Desde su entorno se señala que el proceso avanza bajo un criterio de selección basado en la capacidad, la experiencia y los méritos, lo que describen como una etapa inicial de construcción institucional.
Fuentes cercanas a Asfura indicaron que, por ahora, no se han revelado nombres de posibles funcionarios que podrían ocupar cargos clave en la administración entrante, manteniéndose el proceso bajo estricta reserva.
No obstante, se enfatiza que el enfoque está orientado a la meritocracia y a la evaluación técnica de los aspirantes, en consonancia con los retos económicos, sociales y administrativos que enfrentará el próximo gobierno.
Paralelamente, Asfura mantiene una agenda que combina actividades familiares con trabajo político, procurando un equilibrio entre su vida personal y las responsabilidades propias de la transición y la preparación para la conducción del país.
Desde su círculo cercano aseguran que el presidente electo dedica tiempo a su familia sin descuidar las tareas estratégicas que implica su nuevo rol.
La residencia permanece custodiada de manera permanente por elementos de la Guardia de Honor Presidencial, mientras se observa un flujo constante de vehículos que ingresan y salen del lugar a distintas horas del día.
Este movimiento ha despertado el interés de vecinos y transeúntes, algunos de los cuales reducen la marcha de sus automóviles para observar la vivienda del próximo mandatario.
Aunque no se ha brindado información oficial sobre los temas abordados en las reuniones, el ambiente en los alrededores refleja que la etapa de transición ya está en marcha, al menos en su fase organizativa y estratégica, aun cuando no se ha anunciado formalmente la conformación de equipos ni una agenda pública de encuentros con actores políticos, empresariales o sociales.
Analistas consultados señalan que este tipo de dinámicas son habituales tras una declaratoria presidencial, especialmente en contextos donde se busca conformar un gabinete con rapidez y discreción, a fin de evitar presiones externas o especulaciones prematuras sobre nombramientos.
A menos de un mes de la toma de posesión, la atención se centra ahora en cómo se irá transparentando la agenda del presidente electo, los primeros acercamientos oficiales y la eventual presentación de su equipo de gobierno, en un escenario marcado por altas expectativas ciudadanas sobre el rumbo que tomará el país a partir de enero de 2026.