Nuestro país experimenta una severa crisis sistémica que se manifiesta de diversas maneras, en lo humano y económico, pero igualmente en la seguridad de las personas y sus bienes, en la representatividad y la legitimidad, inmersa en la incertidumbre, en la fuga de inversiones hacia otras naciones, en la contracción de inversiones directas extranjeras y nacionales. El insuficiente abastecimiento de energía más los frecuentes cortes de electricidad constituyen un factor explicativo de tal hecho.
El Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAH, para diciembre de 2024, expuso que el desempleo abierto alcanzaba el 7.2% del total poblacional, en tanto, en el mismo mes del 2023, llegaba al 6.9%. Más de 2.3 millones de compatriotas enfrentan dificultades de inserción laboral.
El COHEP estima que el 10% de la población padece de precariedad laboral y 1,295,637 trabajan a tiempo completo sin percibir el salario mínimo (subocupación por insuficiencia de ingresos).
El 29% poblacional no trabaja ni busca empleo, por diversas causales.
El 10% de alza en los aranceles para Honduras, dispuesto por el presidente Trump afecta ya al conjunto de nuestras exportaciones, en rubros importantes como lo son el café y el aceite de palma africana. El precio del grano, hasta hace poco al alza, hoy está en descenso.
Si el TPS no es renovado por Washington, los compatriotas que por años han estado acogidos a tal programa que les permite laborar legalmente en la Unión Americana, corren el riesgo de ser expulsados, lo que a su vez presenciará la reducción en los montos de las remesas que envían a sus familiares.
Esto, más la reducción en nuestras exportaciones, significan un descenso en las reservas monetarias del Banco Central de Honduras, con la consiguiente escasez de divisas y un mayor deslizamiento del dólar respecto al lempira.
Diversos sectores están urgiendo a nuestras autoridades a iniciar negociaciones con el gobierno estadounidense a efecto de alcanzar una reciprocidad arancelaria que rebaje el impuesto base del 10% sobre las importaciones procedentes de nuestro país y dirigidas al principal mercado consumidor del mundo. Varias naciones ya se encuentran en tales gestiones, incluyendo las que integran la Unión Europea.
Independientemente si el resultado es afirmativo o negativo, surge la pregunta: ¿quiénes absorberán el alza en los productos vendidos por Estados Unidos: los importadores o los consumidores?