Honestidad, trabajo, austeridad

Debe excluirse a los deshonestos, amorales, ventajistas, inescrupulosos del servicio público, tanto en el sector civil como en el policial y militar, reclutando con base en la honestidad, rectitud, meritocracia, moralidad.

A partir del 27 de enero, fecha del traspaso de mando y relevo de autoridades, se requieren esfuerzos compartidos y permanentes por parte del sector público, privado, la sociedad civil y la ciudadanía que permitan encauzar a Honduras por una genuina transformación en lo social, económico, jurídico, ético, dejando atrás, de una vez y para siempre, la confrontación que antagoniza y debilita.

Toca reemplazar la improvisación por la planificación, el despilfarro de fondos públicos por el ahorro, el personal burocrático supernumerario por el estrictamente necesario, el sistema sanitario estatal -desabastecido de medicamentos básicos- por otro eficiente y con adecuados inventarios de fármacos esenciales.

La secretividad sustituida por la transparencia y rendimiento permanente de cuentas; la politización de la justicia por su recta e imparcial aplicación, dándole a cada quien lo que en derecho le corresponde; la falsedad, servilismo, intrigas palaciegas por la veracidad, credibilidad y autenticidad.

El endeudamiento interno y externo desviado a captar lealtades políticas por la racionalización del gasto público, priorizando rubros esenciales. Se requiere un sistema educativo relevante en los currículos, -acordes con los requerimientos específicos de las comunidades-, menos teóricos y más pragmáticos en sus contenidos. Ni prepotencia ni soberbia en el trato con nosotros los gobernados, sustituidos por la humildad y cordialidad.

Debe excluirse a los deshonestos, amorales, ventajistas, inescrupulosos del servicio público, tanto en el sector civil como en el policial y militar, reclutando con base en la honestidad, rectitud, meritocracia, moralidad. La hondureñidad anhela y espera un rumbo totalmente distinto a los anteriores en la ciencia de administrar, en que los niveles conflictivos se reduzcan al mínimo, superados por la cohesión, acuerdos, diálogos, concertaciones. Puede ser una oportunidad irrepetible que no puede ni debe ser desaprovechada.

Se requiere, obligatoriamente, de un esfuerzo colectivo y de un liderazgo inspirador que, con el ejemplo, transmite motivación y energías adicionales a los gobernados. Si se lograra tal objetivo, existirían posibilidades de un avance cualitativo producto de la recíproca colaboración entre el sector oficial, el privado y los trabajadores -manuales e intelectuales-.

Existen ejemplos de lo afirmado: naciones hasta entonces dependientes de un o unos pocos productos agrícolas de exportación se lograron convertir en sociedades industrializadas gracias al reemplazo en el modelo económico existente, en los incentivos estatales a la investigación científica y técnica, a las inyecciones de capital nacional y extranjero. Taiwán y Corea del Sur son dos prototipos admirables de esta conversión que logró mejorar sensiblemente la calidad de vida de la población, la competitividad en los mercados internacionales, la admiración mundial.

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