Lamentablemente, ese anhelo e ilusión de las parejas jóvenes que recién unen sus destinos, por adquirir techo propio que les proporcione privacidad y comodidad, se torna cada vez mas inaccesible, debido a no reunir los requisitos que solicitan instituciones bancarias: percibir ingresos mensuales que posibiliten honrar puntualmente la deuda contraída.
Ante ello, las opciones disponibles se reducen a continuar viviendo en la casa de los padres o suegros, cuando disponen de ella, o alquilar en zonas no siempre seguras y que reúnen un mínimo de condiciones de comodidad e higiene, en tanto esperan que en un futuro no lejano sus salarios mejoren cuantitativamente.
El alza en la Tasa de Política Monetaria por parte del Banco Central y el ambiente de incertidumbre prevaleciente de cara al proceso electoral a realizarse en noviembre, ha encarecido el crédito tanto para empresas como para particulares, con la consiguiente contracción en la inversión, generación de empleos y proyectos de corto y mediano plazo en el rubro de la construcción, priorizando edificar torres para oficinas y centros comerciales antes que vivienda, pese a la creciente demanda insatisfecha. Debe actuarse con cautela en la construcción de edificios, ya que la experiencia acaecida en otros países: Estados Unidos, China, entre otros, de incurrir en la llamada “burbuja inmobiliaria”: una oferta excesiva respecto a la demanda, puede también ocurrir en otras naciones cuando las condiciones económicas son propicias para tal crisis financiera, que conlleva diversas repercusiones.
La economista y docente universitaria Nancy Karina Ochoa Meza, en su columna publicada en este rotativo el pasado viernes 8 de agosto, incluye datos puntuales: el déficit habitacional, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE), es de 1.6 millones de viviendas, el precio de mercado de una unidad habitacional se ha incrementado en 20%, según la Cámara Hondureña de la Construcción (CHICO).
Ella ubica los siguientes factores causantes de esta problemática socio-económica: dispersión institucional, falta de planificación urbanística, tenencia y especulación de la tierra, desigualdad de ingresos, gentrificación, enfoque de la vivienda “como una mercancía o un activo financiero más, donde se invisibiliza el valor de uso, predominando exclusivamente el valor de cambio”.
Una solución parcial podría ser la construcción de edificios de apartamentos multifamiliares por parte del sector público, con el compromiso colectivo que su mantenimiento, orden y vigilancia corren por cuenta de los y las adjudicatarias, involucrándolos y evitando su progresivo deterioro hasta tornarlos peligrosos para la convivencia.
