Derecho inalienable e imprescriptible

La ONU está integrada por 193 Estados miembros, que en creciente número activamente respalda la aspiración palestina a su autodeterminación.

La Asamblea General de las Naciones Unidas en sesión realizada el 12 del corriente mes aprobó la iniciativa copatrocinada por Francia y Arabia Saudita relativa a la creación de un Estado palestino “viable y soberano”, ratificando nuevamente el derecho de ese pueblo a su independencia, con lo que conlleva contar con su propia estadidad, lo que ha sido y continúa siendo rechazado por su vecino Israel, con el respaldo de un número cada vez menor de países. Este fue el resultado de la votación: 142 a favor, 10 en contra, 12 abstenciones. La ONU está integrada por 193 Estados miembros, que en creciente número activamente respalda la aspiración palestina a su autodeterminación, proceso mundial iniciado a partir del siglo XIX y continuado hasta la actualidad: independencia, libertad, descolonización.

Tal como declaró su secretario general Antonio Guterres: “La cuestión central para la paz en el Medio Oriente es la implementación de dos Estados independientes, soberanos, democráticos, Israel y Palestina, conviviendo en paz y seguridad”. La intransigencia y oposición israelita, desde 1948 cuando expulsó a miles de familias palestinas de sus hogares, despojándolos de sus tierras en guerra de conquista, convirtiéndolos en refugiados, hasta la actualidad, es la causante de la permanente inestabilidad, guerras y muertes masivas en esa región estratégica de Asia. Hoy, al menos 65,000 niñas y niños y adultos han perecido producto de los bombardeos diurnos y nocturnos a que es sometida la población de la franja de Gaza, cifra que no incluye aquellos sepultados bajo toneladas de escombros de lo que fueron hospitales, escuelas, viviendas, mezquitas. Otra modalidad perversa e inhumana del régimen hebreo encabezado por la coalición de partidos fundamentalistas y ultraderechistas presidida por el primer ministro Netanyahu es la negativa a que los civiles reciban alimentos por parte de agencias humanitarias, convirtiendo el hambre y la inanición en otra arma de destrucción masiva. La cada vez menor existencia de medicamentos, agua potable, plantas de energía, resulta en daños irreversibles en su salud para los sobrevivientes de tales políticas genocidas, que buscan la eliminación física del mayor número de personas, reviviendo así las políticas hitlerianas de exterminio de toda una etnia, la bautizada “solución final”. Entretanto, en Cisjordania o franja occidental del río Jordán, en donde subsisten precariamente millones de palestinos, sus viviendas son demolidas, sus cultivos destruidos, sus tierras arrebatadas por colonos judíos armados, con el respaldo del Ejército israelí. Ya no más aniquilamiento de toda una colectividad, ha llegado el momento de iniciar negociaciones, bajo la garantía de la comunidad internacional, para alcanzar la elusiva paz, lo que necesariamente implica el cumplimiento de las distintas resoluciones de la ONU por la creación del Estado palestino. No a la guerra, sí a la paz.

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