Deportaciones, remesas, TPS

La expectativa crece con el correr de los días. Siendo optimistas debemos esperar una respuesta afirmativa a las expectativas de nuestros héroes y heroínas anónimas.

Si en su momento el expresidente Obama fue llamado “el gran deportador”, hoy ese calificativo corresponde al mandatario Donald Trump. Entre enero y el 29 de mayo del presente año, Estados Unidos había deportado a junio a más de 16,000 compatriotas, cifra que se incrementará al intensificarse las redadas masivas y las cuotas diarias de deportación ordenadas por la Casa Blanca a las autoridades migratorias, lo que incide negativamente por cuanto afecta el empleo y el ingreso de remesas, registrándose un incremento en el número de repatriados del 9% respecto al mismo período de 2024, de acuerdo con cifras brindadas por el Instituto Nacional de Migración.

El día 3 de julio, la Cámara de Representantes aprobó un paquete de leyes enviadas por el Ejecutivo, ratificando lo adoptado por el Senado, que incluye gravar las remesas con un dólar por cada cien dólares enviados por los migrantes a sus países de origen, lo que significa que los hondureños en la Unión Americana tendrán que pagar alrededor de 100 millones de dólares en 2026 al fisco estadounidense por concepto de impuesto si se mantiene el flujo de remesas registrado en los últimos dos años.

Entre enero y febrero de 2025 las remesas experimentaron un crecimiento del 19.7%, lo cual tanto el BCH como economistas lo vinculan con la incertidumbre generada por las actuales políticas migratorias.

El actual ambiente de ansiedad aumenta si el Estatus de Protección Temporal (TPS) no es prorrogado para nuestros compatriotas, que en cifra superior a los 55,000 están acogidos a dicho programa, que permite trabajar y residir legalmente en Estados Unidos. De no haber anuncio oficial respecto a su ampliación, se espera, cuando menos, contar con una extensión mínima de seis meses adicionales de permanencia en territorio estadounidense.

Tanto nuestro Gobierno como la empresa privada deben contar con una planificación integral que permita absorber al mayor número posible de compatriotas retornados, proporcionándoles capital semilla y orientaciones puntuales que les permitan tanto su reintegro como el emprender mini y pequeños negocios que proporcionen ingresos suficientes para, cuando menos, permitir la diaria subsistencia, en un clima de seguridad en sus personas y sus bienes.

La expectativa crece con el correr de los días. Siendo optimistas debemos esperar una respuesta afirmativa a las expectativas de nuestros héroes y heroínas anónimas

y sus familias.

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