Verdades duras

Me dolió escuchar a la IA responder con claridad el nombre de Honduras cuando le consultaban sobre el país más corrupto de esta región del mundo

  • 08 de junio de 2025 a las 23:40 -

El video aquel apareció en mi teléfono a través de la popular red WhatsApp. Mi primer impulso fue dejarlo pasar, pues en esa red se comparten tantas cosas: desde noticias, recetas de cocina, consejos de todo tipo y mensajes algunos valiosos y otros absurdos que es difícil tener tiempo para verlo todo.

Pero esta vez vi el video compartido muchas veces y encontré a un joven con acento suramericano que hacía una serie de preguntas al chatbot de inteligencia artificial ChatGPT sobre países de Latinoamérica y las respuestas se escuchaban.

No me sorprendí mucho, aunque me dolió, escuchar a la IA que respondía rápidamente a las preguntas y decía con claridad el nombre de Honduras cuando le consultaban sobre el país más corrupto de esta región del mundo, el más peligroso de Latinoamérica para vivir actualmente y el más peligroso para las mujeres.

Quise comprobar uno de los deshonrosos primeros lugares y decidí hacer mi propia consulta a otra herramienta de IA sobre el país más peligroso de Latinoamérica para las mujeres y, en efecto, la respuesta fue la misma, con los argumentos estadísticos de respaldo.

¿Por qué tenemos que esperar a que un video se haga viral como realmente ha sido este para corroborar lo que nosotros vivimos en Honduras? Esa fue la pregunta que me hice, después de mi propia reacción, que me llevó a buscar una respuesta distinta, que no obtuve.

Porque estamos mal acostumbrados a ver todo desde la óptica político partidaria, como si la situación que experimentamos fuese culpa de un solo partido o de un único sector de la población. Estamos más enfocados en los señalamientos que en buscar soluciones a los grandes problemas.

Porque queremos resolver la realidad con palabras, como si eso fuera suficiente para cambiarlo todo, porque siempre habrá justificaciones en el pasado, para la poca acción en el presente.

Nos resulta tan difícil comprender que todas las personas que hacemos vida en este país somos de alguna manera partícipes de esos primeros lugares, ya que hemos aceptado la normalización de la corrupción y el abuso, sin asumir que siempre tenemos la posibilidad de influir en nuestro entorno, que, por muy pequeño que sea, suma.

No voy a citar estudios, ni datos aunque los hay que respaldan esas verdades duras. Más allá de todo, está la experiencia personal, las historias cotidianas complejas, en las que se entretejen hilos de decepción, dolor y frustración.

Aprendemos a convivir con esa mezcla imposible de corrupción y violencia, quizá como una forma de sobrevivir, pero ¿estamos dispuestos a que esa normalización de la podredumbre siga creciendo y nos robe la esperanza de un país mejor?

En Honduras hay gente valiosa, valiente y excepcional, que a pesar de la adversidad logra construir un presente y un futuro distintos. Veo muchas personas así a diario, sé que eso es lo que nos hace grandes, a pesar de nuestras tremendas enfermedades crónicas.

Ojalá encontremos el camino, para hacer y no solo decir; para apoyar, en lugar de criticar; para multiplicar lo bueno y no solo para restar. Hagamos la diferencia.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias