De acuerdo con las diferentes versiones de la Escritura, el salmo 40 es una alabanza, en otras palabras, una canción o himno, compuesto por David.
En cuanto al salmo mismo, dos temas capitales se destacan en su contenido: el sufrimiento y el rescate.
Como bien lo destaca un comentarista, el salmo comienza con una alabanza por el rescate de Dios en el pasado. “Mi vida corría peligro, y él me libró de la muerte; me puso sobre una roca, me puso en lugar seguro”, dice el versículo 2 en la versión Traducción Lenguaje Actual.
Esa alabanza prepara, entonces, el escenario para la expectativa de David de un mayor rescate en el futuro de sus problemas presentes (vv. 11-16) y le empuja a estimular al lector a depositar su confianza en Dios y en su misericordia con estas palabras: “Dios bendice a los que en él confían... Tú no pides sacrificios a cambio de tu perdón; tan solo nos pides obediencia... A todo el mundo le he dicho que tú eres fiel y salvas. No le he ocultado a tu pueblo tu gran fidelidad” (vv. 4, 6 y 10, TLA).
Finalmente, la conclusión del salmo nos da una imagen de la angustia de David y su confianza en el cuidado de Dios cuando afirma: “Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes” (v. 17).
“Estos temas -escribe un autor-, particularmente el tema del esperado rescate de Dios, son comunes en los salmos de David y nos ofrecen un gran aliento en nuestras propias temporadas oscuras”. La pregunta es si hemos experimentado ese aliento, es decir, la seguridad y el gozo que provienen del rescate y el cuidado de Dios.
Si todavía no, o no está seguro, le invito, querido lector, a apartar tiempo cada día para fijar sus ojos en Jesús y dejar que Él sane su corazón y calme sus emociones y ánimo.