Gabriel Impaglioni (1958), poeta argentino residente en Italia, me ha enviado su libro bilingüe, en español e italiano, “Pequeño poemario nocturno” (Piccola silloge notturna). Gabriel se dedica a escribir poesía y narración, a traducir poesía latinoamericana del español al italiano y poesía italiana al español, a publicar su revista de poesía Isla Negra y a organizar festivales nacionales y mundiales de poesía a través del Movimiento Poético Mundial y del Festival Internacional de Poesía Palabra del Mundo.
Durante los días más difíciles, luego del golpe de Estado en Honduras, en 2009, Gabriel puso a la orden de los poetas hondureños las páginas de su revista, y ahí publicamos poesía y los manifiestos, y se recogieron textos solidarios de otros poetas y escritores del mundo.
El libro de Gabriel es la poesía amorosa de alguien en el combate permanente para vencer las iniquidades que se cometen en el mundo en contra de los pueblos. El tema y las circunstancias me hacen recordar “Los versos del Capitán”, editado inicialmente en forma anónima en Italia y luego reconocidos como autor a Pablo Neruda. Los poemas se inician con su Poética. Ars poetica cabal, en forma y contenido.
Con factura formidable encadenada a una serie de elementos que aunados impulsan una visión muy particular de la belleza que desemboca, como en “Los versos del capitán”, en la alocución, más bien en el llamado a la lucha, y para eso nos presenta las herramientas: el fusil de amapola, el ala, la hora y el poema, todas ellas necesarias para emprender la conquista de la hermandad universal que visualizó Vallejo en su célebre poema Masa, porque para Gabriel tampoco puede haber redención si no está incluida la humanidad entera.
Pide armar un barco. El barco de la lucha, una nao en la que todos quepan con sus lenguas diferentes, su color de piel diverso, sus miradas hacia horizontes propios, sus manos curtidas listas para tomar el sol y arrebatar la felicidad del triunfo. Basta la piedra arrojadiza, como en la fábula de David y Goliat, para lanzarla contra la guarida de los tiranos.
Todo sin tardanza, sin excusas, con versos puntuales o vertiginosos, que es lo mismo -digo yo-, con palabras y conciencias capaces de reflejarse en los espejos de la lluvia o de conciencias que no logran advertir el llamado humano —de todos a una— a la redención.
El poeta enamorado de la lucha reivindicativa y de la amada nos deja ver la savia de su naturaleza entera. Muy a tono con este tiempo de whatsApps, nos alimenta con poemas que son un solo bocado, uno, dos, tres, cuatro versos telegráficos que resumen ideas de grandiosidad indescriptible, pero que el poeta logra mostrarlas en su esencia.
El minipoema “Huerta” es una muestra perfecta de poesía de este y de todos los tiempos, con imágenes sencillas pero precisas y con la fundamental riqueza de que hace gala la poesía contemporánea. Este pequeño juguete engarza las palabras sin dejar aristas, porque forman un todo comprimido y justo, sin impurezas ni gangosidades.
Con versos, el poeta desnuda su honestidad y la presenta sin tapujos ni aspavientos, pero advierte que a veces es preciso tomarse un tiempo para el reposo, para la meditación, para la compañía de la amada durante el sueño.
Pero como el poeta tiene múltiples tareas, no basta el tacto y el arrullo para dormir, sabe de sus responsabilidades ciudadanas, de los clamores de la ciudad del mundo; conoce las urgencias que se generan en las bocas sin pan, en las mentes infantiles sin escuela, en las cabezas que soportan la lluvia por falta de techo.
Duerme con las botas puestas y con sus armas —la pluma y el tintero— al alcance de la mano, aunque a veces no se pueda dormir por el bullicio que se escucha en el globo, pero que el poeta trasmuta.
Este libro de Gabriel no da tregua. Tomarlo y leerlo de cabo a rabo es un imperativo. Tras cerrarlo quedamos plantados, frente al mundo, con la obligación del amor más completo, el amor por todos, el amor por la humanidad, y para eso disparar palabras enhebradas en metáforas e imágenes y estructuradas con conciencia de lucha es parte de la lucha.
Loor al poeta.