“¿Y si durmieras? ¿Y si en tu sueño soñaras? ¿Y si en el sueño fueras al cielo y cortaras allí una extraña flor? ¿Y si al despertar en la mañana tuvieras esa flor en la mano?”. Este poema fue, en una linda dramatización, como Samuel Taylor Coleridge nos dijo a principios del siglo dieciocho, que los sueños deben realizarse. Ahora los tiempos han cambiado y la tecnología ha avanzado incontenible. ¿Será posible que en pleno siglo veintiuno los sueños puedan realizarse? ¡Con aún más facilidad! Y los ejemplos abundan como nunca antes. Los expertos nos dicen que es indispensable una gran confianza en sí mismo, que nos haga sentirnos capaces de hacerlo. ¿Cómo adquirirla si no se tiene?
Un caso real. Le llamaremos Agustín. Y tenía problemas con sus sueños. A pesar de estudiar diariamente con su mamá, reprobaba los exámenes. Un día preguntó a un compañero que sacaba altas notas, cuánto tiempo estudiaba, y este le dijo que nada. Agustín pensó entonces que él era tonto, falta de inteligencia. Y esto lo amargó terriblemente.
Su hermana mayor, que había tomado el curso de adultos, lo inscribió en el Curso Dale Carnegie Juvenil. Agustín se disgustó mucho, pero ella lo llevó personalmente, a pesar de su resistencia. El instructor fue muy cordial con todos, todo resultó muy agradable y la primera sesión le encantó. Se despidieron con un lema “¡Yo sí puedo, claro que puedo!” repetido tres veces y con mucho entusiasmo, que lo emocionó. En otra sesión el grupo votó y él resultó el ganador, y practicó la charla para agradecer un premio. Le dieron un sistema en cinco pasos para “leer para aprender”, y eso le ayudó muchísimo. Desarrolló una gran autoconfianza, que no sospechaba. Ese curso cambió su forma de verse a sí mismo. ¡Y se convirtió en un excelente estudiante!
Más tarde, su mamá y él emigraron a los Estados Unidos, pedidos por su padre que se había hecho ciudadano. Agustín, partiendo de la nada, aprendió el inglés sorprendentemente rápido. Después de unos años, se preparó, y en el primer intento, logró la ciudadanía.
LO NEGATIVO: Pensarnos tontos, faltos de capacidad para convertir en realidad nuestros sueños.
LO POSITIVO: Comprender que, al descubrir nuestro potencial, nuestros sueños se realizan.
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