La Gran Guerra

Debemos seguir mencionando esto, conocerlo y recordarlo. Porque si llegamos a olvidarlo corremos el riesgo de repetirlo

  • 10 de noviembre de 2025 a las 00:00 -

Este 11 de noviembre se conmemoran 107 años de uno de los eventos más preciosos en la historia de la humanidad: el final de la Primera Guerra Mundial (la Gran Guerra).

No había hasta entonces registro alguno de un conflicto con tantísimas pérdidas humanas. Uno que hubiese involucrado a tantas naciones, tantas que hayan debido llamarlo “mundial”. Habría que haber estado ahí para entender; por ejemplo, el terror de los civiles norteamericanos al tan solo imaginar que su país decidiera entrar en él.

A los rusos, que sabían de antemano que serían ellos y sus familias los que pagarían las consecuencias de que su país estuviera involucrado desde el principio y ya de por sí “hasta el cuello” de problemas.

¿Y qué tal los ciudadanos alemanes? Esos que ¿“ni la debían ni la temían”? Sabían que al igual que los otros estaban en riesgo de perderlo todo, incluso la vida. Y los franceses, y los japoneses y los italianos...

¿Algo impresionante? Que todo esto haya comenzado por el asesinato de una personita. Claro que no era una gente cualquiera el archiduque del imperio Austrohúngaro (imperio que por cierto desaparecería después de la guerra); pero igual estremece el solo pensarlo.

Otra cosa que lo pone a uno a pensar es lo irónico del Tratado de Versalles.

Luego de cuatro años de batallas, hambruna, masacres a grandes escalas, enfermedades, familias que perdían miembros no solo por los bombardeos, capturas injustificadas y demás, sino también por los padres, hijos, esposos y hermanos que servían en los frentes militares. Después que Estados Unidos se viera obligado a participar debido al desacato alemán a la regla de respetar los territorios marinos definidos. Luego de todo esto y mucho más, Alemania por fin se rinde.

Entonces varias naciones se unen para firmar un documento que garantice la paz para el mundo en el futuro. Asimismo, este documento impone severos castigos al país que ha originado la Gran Guerra. Entonces, los alemanes debían pagar para reconstruir lo destruido, además, se desharían de su armamento. Pero además de desarmada se quedó sin los territorios propiedades de su imperio, el cual, al igual que el Austrohúngaro, se difuminó ahí mismo.

Hablaba de ironía porque fue ese tratado, entre otras cosas, lo que alimentaría el odio y ansia de revancha de un insignificante soldado, uno que había luchado en el bando de los ahora perdedores. Fue esa sed de venganza lo que lo llevó a convertirse unos pocos años después en el líder del Partido Nazi, más adelante en canciller, armar nuevamente a Alemania y comenzar la tan triste y odiosa Segunda Guerra Mundial.

Y sí, debemos seguir mencionando esto, conocerlo y recordarlo. Porque si llegamos a olvidarlo corremos el riesgo de repetirlo.

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