“Cualquiera puede hacer historia: pero solo un gran hombre puede escribirla”: Óscar Wilde.
El Día del Hombre no es solo una celebración, sino también un llamado e invitación a seguir creciendo como sociedad, a apoyar los desafíos que enfrentan los hombres, a promover la salud en forma física, emocional e integral; hombres llamados a fortalecer los valores con responsabilidad, respeto, solidaridad y el amor.
Un hombre que es valorado se convierte en una bendición para sus seres amados y quienes están en derredor, para su país y el mundo.
Hago un llamado a todos los hombres que son padres dedicados y presentes, hombres que aman y protegen sin violencia, trabajan y se esfuerzan por un futuro mejor, hombres que son padres, hijos, amigos y sirven a su comunidad con esfuerzo y honor.
El mundo necesita figuras masculinas que inspiren desde el respeto, la empatía y la madurez, hombres que enseñen con su ejemplo; es un desafío que cada día los hombres reconozcan con humildad la debilidad y así crecer como personas en forma integral.
La estadística muestra en forma científica que muchos hombres enfrentan enfermedades que generan altos niveles de estrés, silenciamiento emocional; el acudir y pedir ayuda no es señal de debilidad. Si se tiene que ir al médico, hombre, es un acto de valentía y responsabilidad. La verdadera grandeza de un hombre no está en dominar, sino edificar, proteger, escuchar y servir.
La historia reconoce la importancia de líderes masculinos que promuevan ambientes seguros, justos, respetuosos y colaborativos, que eleven la dignidad humana y que trabajen por una sociedad más equilibrada. Considero que las últimas palabras que un padre pueda decir a su hijo en el lecho de su muerte son importantes. Y es curioso que el rey David dijo esto a su hijo: “Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre”, 1 Reyes 2:2 RVR60. No intentes buscar el éxito; añade valor y vendrá.