“No hay pasado ni futuro, todo fluye en un eterno presente”: James Joyce. En lugar de concebir el tiempo como una sucesión de momentos, el escritor James Joyce refiere la idea de que el tiempo no es lineal, sino que pasado, presente y futuro coexisten simultáneamente. Las palabras son muy reales y elocuentes del escritor y poeta irlandés, como ser: “Ya que no podemos cambiar el país, cambiemos de tema”. “Las naciones tienen su ego, al igual que los individuos”.
Es una tendencia a vivir obsesionado por el futuro, pero pareciera que se vuelve una costumbre o tradición vivir en el pasado o en el futuro, lo que dificulta aprender a vivir el presente. Se desperdicia mucha energía y no se valora el eterno presente, bloqueando la innovación y creatividad que existe en una nación. Si todos los días es recordar solo el pasado, las emociones de culpabilidad, rechazo, vergüenza y desprecio se aumentan, y si se menciona el futuro, los dos extremos resultan en una preocupación, los beneficios siempre serán eliminar el estrés, lograr conectar para obtener una paz interior.
El presente es un regalo y no hay dinero en el mundo que pueda comprarlo, estar consciente de vivir agradecido y estar expectante de aprovechar las oportunidades que se manifiesten.
“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos”, Hebreos 13:8 RVR60. Dios no improvisa, nunca padece de amnesia, él es una verdad que se vuelve una realidad, no cambia con el reloj, país o calendarios. Lo que hoy es para cualquiera incertidumbre e historia para él es propósito, sabiduría y gracia.
La Eternidad es el resultado de su inmutabilidad; el tiempo implica cambio, y este nació resultado del universo material. Estamos seguros de que la eternidad revelada hará manifiesto; que el pasado fue una oportunidad, el presente es un regalo, el futuro una recompensa y la eternidad es su destino.