“Llegó a ser tan sincera en el engaño que ella misma acabó consolándose con sus propias mentiras”: Gabriel García Márquez.
La mentira y el engaño han sido una manera de sobrevivir de la humanidad, la cual siempre ha tenido consecuencias negativas; además de erosionar las relaciones, modifica la comunicación, pérdida de la moral y afecta aun la salud. Esto es crítico, pero todo ser humano lo ha pasado en su entorno personal, laboral, ministerial, público y privado, y se logra evidenciar en las personas que viven una angustia interna y su malestar emocional. Los ingredientes perfectos que abonan para que el engaño se dé en la vida humana son muchos, pero se manifiestan casi siempre las heridas de la infancia, la incomodidad, inmadurez emocional, la necesidad o insatisfacción sexual, la falta de plenitud de vida en su relación y madurez espiritual. Es impresionante en la sociedad que vivimos, la gente engaña diciendo la verdad, pero crean una ilusión de verdad.
Roger, sociólogo de la Universidad de Harvard, estudió el comportamiento y descubrió que los políticos frecuentemente tergiversan porque es una práctica de negociación muy común; aduciendo que para ellos era más ético tergiversar que mentir. El autor del libro “El mentiroso en tu vida”, Robert Feldman, expresa que cuando alguien miente y está en el poder arruina la confianza en las instituciones políticas, hace una población más cínica acerca de las motivaciones reales.
Desde el punto de vista bíblico, engaño significa deshonesto, falso, furtivo, tramposo, astuto y mañoso. “Tened cuidado de vosotros mismos”, Deuteronomio 11:16 RVR60.
El engaño no se limita a una religión en particular, toda la humanidad ha sido engañada y ha estado engañando. Para muchos, el mentir es una forma de arte; la mayoría de las personas se engañan porque están en un mundo de fantasía. Este camino requiere vigilancia y estar alerta en todas las áreas de su vida, caminar con antenas desplegadas, siempre avanzando.
