Hace ya algunos años, Kurt Balasa, un joven residente en Montreal, Canadá, fue sin duda un original asaltante. Logró en cinco bancos conseguir que una cajera le entregara el dinero en una bolsa de papel que le entregaba, mientras amenazaba con el dedo índice de su mano derecha bajo una gabardina, simulando una pistola. Les decía en voz baja pero conminatoria: ¡esto es un asalto, entrégueme el dinero o perderá la vida! El temor las impulsaba a llenar la bolsa. Y ese temor las hacía sentirse tan amenazadas que tardaban en dar la voz de alarma.
Kurt se marchaba con rapidez, ya en la calle se quitaba la gabardina y la cargaba enrollada en su brazo izquierdo, metía el dinero en un bolsillo especialmente grande de su pantalón, y botaba la bolsa rápidamente a la basura. Su técnica tuvo éxito en sus primeros cinco asaltos. En el sexto, la policía ya alertada, logró detenerlo al salir presuroso del banco. ¡Se sorprendieron al descubrir que amenazaba con el dedo!
¿Por qué las cajeras se sentían en peligro mortal? ¡Porque ellas lo que “percibían” era una pistola amenazando su vida! Y esa es una verdad que todos debemos aprender: tarde o temprano, “nuestras verdades” estarán siempre determinadas por “nuestras percepciones”. Por eso hay tantas “verdades” distintas sobre asuntos como política, gobierno, negocios y hasta en religión. Y nuestra percepción, que consideramos nuestra verdad, estará siempre determinada por nuestra actividad, posición social, financiera y familiar.
Sabiendo esto, ¿podremos ser más tolerantes con los que no piensan igual que nosotros? Claro que sí. Pero una advertencia: cuesta mucho trabajo, lo sé por experiencia propia. Basta observar a nuestro alrededor y ver personas enzarzarse en discusiones, sin intenciones de convencer sino de demostrar su propia verdad.
Duncan Ellers, el hombre que me entrenó como Trainer Dale Carnegie, me dio un consejo: “Recuerda Emilio que la gente puede percibir cualquier realidad, diferente a ti. Sabiendo esto, sé tolerante, no busques nunca el ángulo agudo”.
LO NEGATIVO: Enzarzarse en discusiones con los que piensan diferente, para demostrarles “la verdad”.
LO POSITIVO: Ser más tolerantes, saber que los demás “perciben su verdad” diferente a nosotros.