Don Camilo

La formación intelectual y patriótica de don Camilo lo llevó a polemizar a través de los periódicos de la época sobre la pureza del Himno Nacional.

  • Actualizado: 06 de mayo de 2025 a las 00:00 -

Don Camilo Rivera Guevara nació en Jesús de Otoro, Intibucá, el 21 de julio de 1878. Fue uno de los ilustres hombres que ha producido la tierra intibucana y Honduras. A pesar de haber venido al mundo en un pueblo rural y con escaso desarrollo cultural, don Camilo supo aprovechar al máximo los conocimientos adquiridos en la vieja escuela primaria de Otoro. Demostrando sus grandes cualidades intelectuales y su amor al estudio y la sabiduría. Sus padres Guillermo Rivera y Teresa Guevara eran humildes ciudadanos esforzados por encauzar adecuadamente las inquietudes de su hijo.

Dadas las adversidades para la juventud en casi todos los pueblos del país, don Camilo no pudo asistir a un colegio, pero esto no impidió para que en el abrevadero intelectual de los libros pudiera desarrollar una intelectualidad al servicio de la patria y del engrandecimiento del patrimonio cultural.

Don Camilo destacó como un extraordinario músico de nuestro país. Ejerció la docencia en los establecimientos de enseñanza primera y media para transmitir a la juventud el bello arte de la música.

Las circunstancias en que don Camilo llegó al dominio del arte musical son realmente interesantes. Según José Nery Fiallos en su libro “Apuntes históricos de Jesús de Otoro”, cuando el alcalde de Otoro era Antonio Salazar este se interesó por dotar al pueblo de una banda musical. Seleccionó a Camilo Rivera Guevara, Mariano Guevara, Céleo Salvador Medina y Adán Canales para integrar el conjunto, bajo la dirección de don Florencio Reina, proveniente de Santa Rosa de Copán. Cuando la banda había realizado algunos progresos, el gobernador político de Intibucá, en La Esperanza, Daniel Orellana, la invitaba con frecuencia a dar conciertos en el parque de La Esperanza; pero para dotarla a la ciudad de un conjunto musical el gobernador tomó la decisión de reclutar a los integrantes de la banda trasladándolos militarmente, con todo y sus instrumentos, y obligándolos a permanecer en el servicio militar por algún tiempo. Los músicos desertaron, quedando en el cuartel solamente el director de la banda, que era entonces don Camilo.

Don Camilo se desempeñó como director de la Banda Militar de La Esperanza, hoy desaparecida con el progreso, como director de la Banda Militar de Amapala, director de la Banda Militar de Gracias, director de Banda Militar de San Pedro Sula, director de la Banda Militar de Santa Rosa de Copán, oficial mayor con funciones de subdirector de la Banda de los Supremos Poderes, inspector de Música de las Escuelas primarias del departamento de Intibucá y profesor de música en los institutos José Trinidad Reyes de San Pedro Sula y Departamental del Occidente de La Esperanza.

Como maestro transmitió su conocimiento musical a los jóvenes, organizó con ellos pequeñas orquestas de cámara con las cuales interpretaba, en conciertos públicos, obras de los autores inmortales de la música, de compositores hondureños y centroamericanos y sus propias creaciones.

La formación intelectual y patriótica de don Camilo lo llevó a polemizar a través de los periódicos de la época sobre la pureza del Himno Nacional, la que defendió hasta su muerte, acaecida en La Esperanza, cuando tenía 77 años, dejando a las generaciones jóvenes un ejemplo de tenacidad y alto esfuerzo.

Trabajaba en la Escuela Esteban Guardiola, de La Lima, y, mientras revisaba los libros ahí coleccionados amorosamente por Ibrahim Gamero Idiáquez, me encontré con libro de un musicólogo ruso que realizó una gira por América Latina por encargo de la Casa Editora de Música de Philadelfia. En este trabajo, en el apartado dedicado a Honduras, se resalta el nombre de don Camilo como uno de los compositores hondureños más serios. Muchas de sus obras fueron recopiladas por este musicólogo y se encuentran archivadas en la musicoteca de esta casa en Philadelfia, en donde están no solo los trabajos musicales de don Camilo, sino de los demás compositores hondureños. Otras obras de don Camilo anduvieron bajo el brazo de su hijo Alfredo, talentoso ejecutante del violín y compositor de bellos valses, como el que le oí: “A Lucila”.

Aquel conjunto que ejecutaba música selecta ha desaparecido, sustituido por las “discomóvil”, a pesar de los grandes esfuerzos que realizó, como un redivivo Quijote, un valioso hombre intibucano, el ingeniero y maestro Dagoberto Napoleón Sorto, quien logró organizar un conjunto llamado Camilo Rivera Guevara, que provocó el deleite de los habitantes de La Esperanza y una remembranza de los viejos tiempos, en los que, con su batuta, don Camilo dirigió su orquesta y engrandeció con su música a Honduras.

las columnas de LP

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