De baja intensidad

En este contexto, debemos comprender que lo sucedido no se trata solamente de política, sino también de la escasa sensibilidad hacia la violencia basada en género.

  • 23 de marzo de 2025 a las 23:00 -

En el transcurrir de la semana pasada hemos estado expuestos a mucha información -y también desinformación- sobre el desencuentro entre la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el titular del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras.

Paulatinamente ha aumentado la cantidad de actores de uno y otro lado, así como se ha incrementado también la cantidad de versiones y apoyos.

Como si se tratara de una telaraña que se teje cada día, cada vez es más difícil conocer los matices de la situación. Sobre el tema central, es decir, sobre la responsabilidad en el desorden electoral del nueve de marzo, el resultado es evidente: lo único que parece fortalecerse es la desconfianza en casi todos los actores que lleva invariablemente al deterioro de la institucionalidad.

En medio de la polémica, de gritos y empujón, no deja de sorprender la violencia basada en género, no solamente por la narración de los hechos por parte de sus protagonistas, sino también por los comentarios de todo tipo, especialmente en redes sociales.

Este capítulo de la vida nacional me hizo recordar una campaña de sensibilización sobre la violencia hacia la mujer, impulsada hace algún tiempo por Care Honduras y la Fundación Hondureña de Responsabilidad Social Empresarial (Fundahrse).

Aquella campaña, dirigida a crear ambientes laborales más respetuosos e igualitarios, presentaba un “violentómetro” en el que el nivel que debe llevarnos a la precaución es el de la violencia verbal, cuando el agresor descalifica, humilla en público, culpabiliza, intimida, ridiculiza, etcétera.

En este contexto, debemos comprender que lo sucedido no se trata solamente de política, sino también de la escasa sensibilidad hacia la violencia basada en género.

Nos asusta mucho cuando las noticias nos señalan que “al menos 59 mujeres han muerto de forma violenta en Honduras en lo que va de 2025”, de acuerdo con el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras; pero no parece sorprendernos esa violencia de baja intensidad a la que las mujeres están expuestas a diario.

En el caso que nos mantiene aún ocupados, el tema adquiere mayor relevancia por la autoridad de los protagonistas, pero ¿qué sucede en otros ámbitos? ¿Cuántos casos de violencia en su etapa inicial reconocemos?

La violencia basada en género no debe visualizarse y combatirse en su última etapa nada más, sino desde el inicio. La sensibilización sobre el tema es muy importante para que toda la población sea capaz de transformar una cultura que, hoy por hoy, sigue pareciendo muy machista.

La intimidación, la descalificación y el acecho pueden parecernos sutiles, como violencia de género; sin embargo, vale la pena plantearnos: ¿sería diferente en caso de que los protagonistas fueran hombres? Como población, nos toca aprender a identificar este tipo de violencia y no convertirnos en parte de una sociedad que no solamente omite, sino que también participa de ello. ¿Cómo podemos hacerlo?

Evitando compartir mensajes ofensivos que hacen mofa de las mujeres, en este caso, en cargos públicos. De manera permanente, en los distintos lugares donde nos desenvolvemos, estamos obligados a generar conciencia, desde la niñez, para evitar problemas posteriores. Ser respetuosos y aprender a poner límites debe ser parte de la educación.

Vivir en una sociedad en la que impere el respeto y la igualdad de oportunidades es un anhelo que nos debe llevar a no bajar la guardia, para que las nuevas generaciones encuentren en este país el lugar donde quieran y puedan desarrollarse plenamente, sin miedo.

las columnas de LP

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