Me he referido antes al problema de la alta morbilidad y mortalidad causada por los accidentes de tránsito, ahora con una incidencia aumentada superlativamente con las motocicletas.
Las causas son múltiples. Una de ellas: las licencias de conducir se otorgan a usuarios analfabetos que no han cursado la primaria y por tanto no pueden informarse del contenido y las normas de la Ley de Tránsito, como tampoco podrán enterarse de los mensajes que contienen las señales colocadas en las vías. A esta deficiencia se debe agregar la farsa del examen médico de aptitudes físicas y psicológicas realizado en clínicas de muy escasa credibilidad.
Hay otros factores como el que el Estado y las municipalidades construyen puentes elevados, tréboles y rotondas sin que instruyan a los usuarios como deben usar estos sitios de la modernidad.
Pero indudablemente la gran razón de tantos accidentes de tránsito es el irrespeto a las normas elementales de regulación de la velocidad, de adelantamiento, del cambio de carril, de la conducción en retroceso, del respeto del semáforo y los pasos peatonales y de la conducción errática y abusiva de choferes del transporte interurbano y urbano, el no uso de los puentes peatonales y de los motociclistas. No olvidar la escasa e inadecuada señalización.
Igualmente contribuye con esta ola de accidentes y sus fatales consecuencias el dejar hacer y dejar pasar que han adoptado las autoridades de la Policía de Tránsito. Están ausentes y si se colocan en la vía para regular y castigar a los infractores generalmente se ocupan en estar mirando sus teléfonos.
Diario LA PRENSA publicó el miércoles 6 de febrero un reportaje en el que informa que los accidentes en moto quitan el cupo a mil pacientes en el hospital del Seguro Social de San Pedro Sula. Precisa que de los 70 pacientes que se reciben en la emergencia quirúrgica, el 90% son accidentados conductores y pasajeros acompañantes en motos.
Por esta circunstancia quienes van al hospital por una apendicitis, una caída en casa, una úlcera digestiva sangrante no tienen cupo en los quirófanos porque están ocupados por los accidentados en motocicletas, como en algún tiempo ocurría con los heridos por ataques provocados por las maras a los ciudadanos de a pie.
Es asombrosa la indiferencia del Estado, ya que la morbilidad y mortalidad por accidentes de tránsito van en aumento de manera alarmante y no está lejos el momento en que se conviertan, los accidentes, en la primera causa. Por otra parte, cada accidente provoca pérdidas de automotores que no son fabricados en nuestro país y que importarlos requiere una inversión en divisas que deberían dirigirse a satisfacer otras necesidades del pueblo.
Aquí propongo algunas soluciones: hacer más estricto el otorgamiento de las licencias de conducir, de tal manera que todos los aspirantes cumplan plenamente con los requisitos, en tal sentido los certificados de escolaridad y de saber leer y escribir debe otorgarlo una oficina especializada del Ministerio de Educación a un costo razonable, lo mismo los certificados médicos psicológicos deben extenderse en los hospitales estatales en clínicas que funcionen solo para este fin. Para desestimular la imprudencia y la frecuencia con que muchos conductores manejan violentando las normas y bajo el efecto del alcohol y las drogas, las multas deben ser revalorizadas y los responsables de los accidentes, de acuerdo con la sentencia del juez de tránsito, deben hacerse cargo de los gastos médicos de sus víctimas, en los hospitales públicos o privados, para que las instituciones de salud puedan recuperar los gastos en que incurren. En esta ley deben estar incluidos quienes provocan daños con armas o mediante la violencia a otras personas que también acuden a los hospitales públicos. Deben pagar los culpables los gastos médicos para remediar sus fechorías. Hace algunos años, los conductores debíamos pagar una cuota anual, creo eran 600 lempiras, por un seguro. Realmente no existía el tal seguro. Ahora debería legislarse para que sea obligatorio, para todos los conductores o para los autos y motocicletas, un seguro contra accidentes. El Estado abriría una licitación para que, gracias a que todos serían usuarios del seguro, se logre un pago razonable. El pago iría sumado al de la matrícula. Sabemos que el límite de velocidad es 80 km/h., pero en algunos tramos de la vía la velocidad se restringe a otras cifras, como cuando se circula frente a una escuela debemos conducir a 25 km/h. como máximo.
Es perentorio buscar medidas para evitar esta mortalidad en ascenso.
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