El 30 de mayo, 293 privados de libertad del centro penal de Trujillo, en el departamento de Colón, experimentaron emociones encontradas tras ser reubicados.
Los presos dijeron que ya estaban acostumbrados al lugar, pero a la vez son conscientes que estaban hacinados y las vetustas instalaciones eran una bomba de tiempo.
En las afueras del recinto carcelario, los familiares de los reclusos vivían su propio drama. Entre lágrimas, observaban cómo sus seres queridos eran sacados en fila y subían a los camiones del Instituto Nacional Penitenciario, que los esperaban afuera para trasladarlos a su nuevo destino.
De los 293 privados de libertad, 118 fueron trasladados a la Granja Penal de El Porvenir, Atlántida, 167 al centro penal de Olanchito y 8 a la cárcel de máxima seguridad, ubicada en Ilama, en Santa Bárbara.
Autoridades carcelarias informaron a los familiares que podrán obtener información sobre sus seres queridos, así como de sus pertenencias, en el edificio del centro penal, ya que estará abierto durante un tiempo para atender a los familiares.
Los privados de libertad, que ya cumplen una condena, fueron enviados al centro penal de El Porvenir, mientras que los que están en un proceso fueron reubicados en Olanchito. Asimismo, los de mayor peligrosidad fueron remitidos a Santa Bárbara.
"Es un hecho que el centro penal será cerrado, estamos para brindar información a los familiares que ya han estado llevando y trayendo cosas personales a sus seres queridos", dijo el teniente coronel Juan Ramón Ávila Ortiz, director del centro penal de Trujillo.
El penal de Trujillo estaba ubicado en el corazón de la primera capital del país. Su proximidad a centros educativos y al hospital Salvador Paredes, en plena zona urbana, representaba un riesgo para la población trujillana.
Desde hace varios años, la población que reside en las cercanías del recinto ha exigido su reubicación por motivos de seguridad y debido al bloqueo de la señal de celulares e internet.
Este cierre se suma a los de otros centros penitenciarios clausurados recientemente como parte de un plan nacional de transformación del sistema penitenciario, que busca garantizar condiciones mínimas de dignidad, seguridad y rehabilitación.
Construido en 1890, el edificio que albergó el centro penal de Trujillo es uno de los más antiguos del país y albergó la primera Casa Presidencial de Honduras.
El Instituto Hondureño de Antropología e Historia, junto con la municipalidad de Trujillo, busca recuperar, reconstruir y convertir el inmueble en un museo.