La presión migratoria sobre Honduras ha cambiado de rostro en los últimos meses. Lo que antes era un país de tránsito breve se está convirtiendo en un punto de llegada, estadía e incluso destino para miles de extranjeros que buscan protección, un estatus migratorio o simplemente un lugar donde recomenzar.
Las solicitudes de refugio, que habían sido marginales durante años, ahora han escalado de forma nunca antes vista. Mientras en 2024 apenas unas 150 personas pidieron refugio, este año ya superan las 1,500 solicitudes, un aumento de diez veces en apenas un año, según informó Wilson Paz, director del Instituto Nacional de Migración (INM).
El aumento de casos ocurre meses después de la entrada en vigencia del Acuerdo Ejecutivo No. 13-DGAJTC-2025, que establece el “Acuerdo entre el Gobierno de la República de Honduras y el Gobierno de los Estados Unidos de América para la Cooperación en el Examen de las Solicitudes de Protección”.
¿Qué significa? Que Honduras recibe a personas extranjeras provenientes de Estados Unidos. Las autoridades afirmaron que no se trata de convertirse en un tercer país seguro, aunque organizaciones de derechos humanos advirtieron que Honduras podría convertirse en un “embudo migratorio”, similar a lo ocurrido en ciudades mexicanas como Tapachula.
Paz, por su parte, aseguró que el gobierno ha intensificado operativos en ciudades del país para identificar a migrantes en condición de calle, brindarles atención médica, alimentación, controles biométricos y canalización hacia centros de atención temporales. El objetivo es asegurar un trato digno y evitar que permanezcan a la intemperie.
Detalló que entre los grupos atendidos han encontrado personas extranjeras en necesidad real, pero también casos de hondureños haciéndose pasar por venezolanos para pedir dinero, un fenómeno que catalogan como un “modus operandi” que también requiere orden y control.
Para quienes sí son extranjeros y se encuentran de manera irregular, la ley establece un paso máximo de cinco días, amparado en la amnistía migratoria vigente. Quienes deciden quedarse deben optar entre regularizarse o solicitar refugio, un trámite que ha explotado en volumen.
Parte de este fenómeno, explicó, responde a la “migración inversa”: personas que están retornando del norte hacia el sur y ven en Honduras una opción de asentamiento.
El funcionario detalló que el INM está intentando adaptarse a ese cambio acelerado. Ejemplo de ello son las nuevas infraestructuras en Trujillo y en Ocotepeque, donde se construyeron centros de atención para migrantes. Estos espacios buscan descongestionar los puntos fronterizos y responder al flujo variable, que ahora no solo viene de sur a norte, sino también en sentido contrario.
Sobre las nacionalidades de quienes solicitan refugio, Paz aseguró que hay una mezcla amplia: venezolanos, colombianos, nicaragüenses, salvadoreños, entre otros. El común denominador es que el número crece cada semana. “Se ha multiplicado exorbitantemente en comparación al año anterior”, recalcó el funcionario.
Piden tomar medidas para abordar tema migratorio
Itsmania Platero, defensora de derechos humanos y especialista en movilidad humana, coincidió en que Honduras se ha convertido en una alternativa para muchos migrantes que ya no pueden o no desean regresar a sus países.
Platero recordó que, legalmente, Estados Unidos ha considerado a Honduras como un “tercer país seguro”, y que el gobierno hondureño aceptó recibir a personas expulsadas desde ese país.
El impacto migratorio se refleja en el flujo que entra por puntos ciegos, en los cambios de política en Chile, Ecuador y Venezuela, así como en el posible ingreso de nicaragüenses afectados por la cancelación de sus mecanismos de protección en Estados Unidos.
Todo esto convierte a Honduras en un territorio donde muchos ven una oportunidad o al menos una pausa.
A su criterio, si Honduras no prepara un plan humanitario, no solo se incrementará la presencia de extranjeros, sino también la vulnerabilidad de todos: migrantes extranjeros y hondureños. Recordó el caso de Tapachula, donde la saturación migratoria elevó la indigencia, los secuestros y las extorsiones a niveles críticos.
Platero sostuvo que Honduras no cuenta actualmente con una estructura humanitaria fuerte para atender a la población extranjera.
Otro punto crítico es la creciente presencia de migrantes durmiendo en las calles, un fenómeno que no hará más que expandirse, según la defensora.
Platero también vincula esta crisis migratoria con el contexto electoral y con la influencia que Estados Unidos tiene actualmente dentro de Honduras. Aseguró que la pausa en el fallo del TPS no es casualidad: coincide con un momento político clave en Honduras y con la presencia creciente de funcionarios y congresistas estadounidenses en el país. Según su análisis, el resultado electoral influirá en cómo se aplicarán futuras decisiones migratorias desde Washington.
“Se va a llenar, se va a llenar de extranjeros, y lo más triste es que será en un estado de pobreza y mendicidad”, resumió, insistiendo en que Honduras debe prepararse para los meses que vienen.
Las cifras, experiencias de campo y advertencias coinciden en un punto: la presión migratoria sobre Honduras va en aumento, y el país todavía no está preparado para absorberla.
Con políticas migratorias más estrictas en México y Estados Unidos, y con múltiples crisis en Sudamérica y el Caribe, Honduras podría enfrentar un incremento aún mayor en solicitudes de refugio y asentamiento en los próximos meses.