Entre 2009 y 2013, las pandillas hondureñas crecieron aceleradamente y se fortalecieron, siendo este periodo en el que se registraron los años con mayor cantidad de homicidios en el país.
Para 2006, las muertes violentas registradas fueron 3,018, pero la cifra creció a 5,265 durante la administración de Manuel (Mel) Zelaya (2006-2009), hasta llegar a los 7,107 en el gobierno de Porfirio (Pepe) Lobo (2010-2014).
Expertos han llegado a estimar que en Honduras más del 50% de las muertes están directamente vinculadas con la actividad de las maras, ya sea por ajuste de cuentas, peleas de territorios, extorsión, robo, venganzas, castigos contra sus propios miembros o siguiendo órdenes de carteles del narcotráfico, cuya actividad creció también para esos años.
El poderío que tomaron las pandillas se evidencia en el dramático aumento de homicidios que hubo entre 2009 y 2013.
En 2009 hubo 5,265 homicidios en el país, es decir más del doble de los asesinatos que hubo en 2005: 2,417.
Los de 2009 también son una cantidad mucho mayor que la que hubo en 2006, con 3,018; y en 2007, con 3,262 e incluso en 2008, cuando hubo 4,473 asesinatos, según muestran los datos en los informes del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah).
Auge mortal
Con la extorsión, los ingresos por drogas y su consolidación en el lavado de activos las pandillas fortalecieron su poder económico.
Como denunció en 2008 el asesor del ministerio de Seguridad, Alfredo Landaverde, quien después fue asesinado en 2011 por órdenes de policías, las pandillas hondureñas “se convirtieron en el brazo armado de carteles del narcotráfico”.
Para cumplir este trabajo y blindarse, las maras adquirieron arsenales, entre los cuales, incluso, había armas de la Policía.
A su vez, aprovecharon el desconcierto desatado en Honduras a partir de 2009 —crisis política—, la colusión de la Policía con el crimen organizado y la intensificación de los problemas sociales para reclutar a más niños y jóvenes.
El apogeo de las maras disparó la cifra de homicidios en el país. De los últimos 12 años, el más violento fue 2012, cuando 7,172 personas fueron ultimadas.
El segundo año más sangriento fue 2011 con 7,104 asesinatos, seguido de 2013 con 6,757 homicidios y 2010 con 6,239.
Reducción de asesinatos
Con el endurecimiento de la política de seguridad implementada en el actual gobierno de Juan Orlando Hernández, la cantidad de homicidios comenzó a descender.
Tras la desarticulación de carteles de la droga, la extradición de varios de los más grandes narcotraficantes del país y el traslado de más de 2,000 pandilleros a las cárceles de máxima seguridad El Pozo I y II, los índices de homicidios han disminuido drásticamente en Honduras.
En 2014, primer año del actual Gobierno, la cifra fue de 5,936 asesinatos, una reducción de más de 800 homicidios en comparación con el año anterior.
En 2015 se registraron 5,148 homicidios y en 2016 un total de 5,154.
Las cifras aún son altas, pero también muestran una clara reducción en la violencia, pues son 2,000 asesinatos menos de los que hubo en 2011 y 2012, y son 1,600 muertes violentas menos de las que hubo en 2013, y 1,000 menos de las que hubo en 2010. Este año se han registrado 1,935 homicidios hasta junio, o sea que a fin de año podría haber 3,000 muertes violentas menos que en 2011 y 2012.
Impunidad
Diario LA PRENSA corroboró que de 2010 a la fecha, en más del 50% de los casos las autoridades no logran averiguar la causa del asesinato, lo que también confirman los últimos estudios del Observatorio de la Violencia de la Unah.
Migdonia Ayestas, directora del Observatorio, expresó que “los informes muestran cuántas muertes están vinculadas con las pandillas en datos oficiales, pero hay que tomar en cuenta que en muchos casos las autoridades nunca determinan la causa del homicidio y varios de esos casos podrían también estar vinculados con estos grupos”, expresó.
Ayestas enumeró que dentro de las causas que originan la violencia están los factores estructurales, como la pobreza, la exclusión social, el desempleo, el tráfico de armas, la falta de atención a jóvenes y niños en el hogar y en los servicios de salud y educación.
El doctor en ciencias penales Raúl Pineda Alvarado indicó que el crecimiento de las pandillas en Honduras ha contribuido al aumento de homicidios, pero que también para detener la violencia se necesita hacer una evaluación con expertos. “Para crear una política criminal se debe hacer un diagnóstico, establecer el perfil de problema y cuáles son las causas del mismo, y con ese conocimiento tomar medidas, no solo represivas”, señaló Pineda. Carlos Flores Paguada, experto en temas de seguridad, consideró que no se combatió adecuadamente el problema de las pandillas cuando comenzó.
“Siempre me he preguntado si todos saben dónde se concentra la criminalidad, ¿por qué no se tomaron medidas? Los cuerpos de seguridad en aquel momento no hicieron el mejor trabajo. Se debe implementar la investigación científica para que no haya impunidad”, expresó.
Según Flores Paguada, “para revertir esta situación hay que invertir en los niños y jóvenes. Hay que mejorar la educación, recuperar el concepto de valores, el respeto y la honestidad”, expresó.