A pocos días de que la temporada de huracanes en el Atlántico concluya oficialmente (30 de noviembre), los países de Centroamérica y la costa este de Estados Unidos respiran aliviados.
La temporada ciclónica 2025, que comenzó el 1 de junio con pronósticos de alta actividad, se despide este 30 de noviembre sin que un solo huracán haya tocado tierra en estas vulnerables áreas, dejando un respiro inusual en medio de alertas climáticas globales.
El Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), entidad de Estados Unidos que pronostica estos fenómenos y registra todos los años su dinámica impredecible, despide la temporada sin amenazas a la vista.
“Para el Atlántico Norte, el Mar Caribe y el Golfo de América: no se espera la formación de ciclones tropicales durante los próximos días”, informó en un comunicado el Centro Nacional de Huracanes en el pronóstico del lunes 24 de noviembre.
Para 2025, la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica) pronosticó inicialmente de 13 a 19 tormentas con nombre, de las cuales de 6 a 10 debieron convertirse en huracanes y de 3a 5 en huracanes mayores (categoría 3 o superior).
Finalmente, esa entidad de Estados Unidos ajustó el número a 15 tormentas con nombre, con 7 huracanes, superando ligeramente el promedio histórico de 14 tormentas y 7 huracanes por temporada, según datos de la NOAA entre 1991 y 2020.
De estos siete huracanes, cuatro llegaron cerca de la costa este de Estados Unidos; generaron alertas por marejadas ciclónicas y vientos costeros, pero sin impactos directos en tierra firme.
Tormentas como Erin, Gabrielle y Humberto rozaron las costas de Carolina del Norte y Virginia: causaron inundaciones leves y rescates en playas, pero sin daños estructurales significativos.
Respecto a Honduras y el resto de Centroamérica, el alivio es aún mayor, pues ninguno de los fenómenos de este año impactó directamente la región, un contraste con temporadas pasadas como la de 2020, cuando Eta y Iota azotaron la costa Caribe e inundaron parte del Valle de Sula, también los países vecinos, Guatemala y Nicaragua.
Reconstrucción de infraestructuras
Organizaciones como el Centro para la Filantropía en Desastres destacan que esta pausa permite a países centramericanos cíclicamente afectados, como Honduras, enfocarse en la reconstrucción de infraestructuras afectadas fenómenos climáticos anteriores.
Delmis Cardona, jefe de la Unidad de Gestión de Riesgos de la municipalidad de La Lima, dice que “los habitantes de este municipio se sienten aliviados por la benevolencia de la temporada de huracanes de este año que ahora permite seguir en trabajando y labores de prevención y fortalecimiento del sistema de protección”.
“Ahora tenemos más tiempo para fortalecer el sistema de protección contra las inundaciones. Todo el sistema que protege al municipio ha sido reparado, solo tenemos 500 metros en el margen izquierdo del río Chamelecón, cerca del aeropuerto, que está dañado. Pero en enero de 2025, seguiremos fortaleciendo los canales de alivio con una inversión de L200 millones financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo” dice Cardona, quien también es coordinador del Comité de Emergencia Municipal de La Lima,
Pero esta calma contrasta con la intensidad observada en octubre, cuando el huracán Melissa dejó una estela de destrucción en el Caribe, pero sin extender sus efectos más allá.
El Centro Filantropía en Desastre describe que “el huracán Melissa se convirtió uno de los huracanes más potentes del Atlántico registrados y el más fuerte que jamás haya azotado Jamaica. Tocó tierra el 28 de octubre de 2025 cerca de New Hope, Westmoreland, Jamaica, con vientos sostenidos de 297 km/h y una presión central de 892 mb”.
Antes de tocar tierra, las fuertes bandas externas provocaron fuertes vientos y lluvias torrenciales en Haití y República Dominicana. Tras cruzar Jamaica, Melissa impactó Cuba como tormenta de categoría 3 y posteriormente se debilitó al sobrevolar Bahamas y Bermudas.
La temporada de huracanes en el Atlántico inicia cada año el 1 de junio y concluye el 30 de noviembre, un período diseñado para abarcar el pico de actividad entre agosto y octubre.