Tras más de una década de pérdidas provocadas por la enfermedad del enverdecimiento (Huanglongbing o HLB), la citricultura hondureña atraviesa un proceso de recuperación que comienza a reflejarse en mayores volúmenes de producción y en la apertura de nuevos mercados internacionales, principalmente en el Caribe.
Después de años de incertidumbre, los productores de Colón, específicamente, han logrado recuperar parte de la producción y diversificar sus destinos comerciales, hoy, además de mantener exportaciones hacia El Salvador y Guatemala, el sector ha conseguido enviar fruta a las islas francesas de Martinica y Guadalupe, marcando un nuevo hito en la reactivación del rubro.
La superficie cultivada actual alcanza 14,500 manzanas, con una producción cercana a 130 toneladas anuales. Aunque aún no igualan los niveles previos al brote del HLB (cuando registraban entre 220 y 250 toneladas métricas y unas 22,000 manzanas cultivadas), los avances recientes demuestran una recuperación paulatina.
“El HLB llegó para quedarse, pero hemos aprendido a convivir con la enfermedad y con el insecto que la transmite”, explica Raúl Reyes, asesor de la Asociación de Citricultores de Sonaguera (Acison).
“Desde que un equipo de Oirsa, Senasa y productores detectó el primer caso en Santa Fe, Colón, en 2009, se ha trabajado en fortalecer la nutrición de los árboles y en aplicar un plan de manejo integrado de plagas y enfermedades”, agregó.
El Manejo Integrado de Plagas (MIP) se ha convertido en la herramienta clave para sostener la producción en el valle del Aguán, donde se encuentra Sonaguera.
Este sistema permite controlar enfermedades comunes en los cítricos, entre ellas el Huanglongbing, la tristeza de los cítricos, la melanosis, la costra y la fumagina.
El HLB, conocido también como enverdecimiento de los cítricos, se origina por la bacteria Candidatus Liberibacter spp. y es transmitida por el insecto vector Diaphorina citri Kuwayama. La infección causa el amarillamiento de las hojas, deformación de los frutos y, finalmente, la muerte del árbol, afectando gravemente la productividad.
La historia de esta enfermedad se remonta a finales del siglo 18 en Asia, donde productores chinos reportaron una misteriosa “muerte regresiva” de los cítricos.
Décadas después, brotes similares aparecieron en la India y, en 1912, la enfermedad ya era considerada un problema grave en la provincia de Bombay, aunque aún era desconocida su causa.
En el caso de Honduras, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) documenta que la bacteria Candidatus Liberibacter asiaticus la detectaron por primera vez en septiembre de 2009, en dos árboles de cítricos de traspatio ubicados en el municipio de Santa Fe, Colón.
El diagnóstico lo confirmaron mediante pruebas de biología molecular realizadas por el laboratorio del USDA-APHIS, en Estados Unidos, a partir de muestras enviadas por el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria (Senasa).
Desde entonces, el país, el sector citricultor, autoridades y organizaciones, como la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola (Fhia), han desarrollado estrategias de mitigación para evitar que la enfermedad siga afectando los cultivos.
Entre las principales medidas destacan la capacitación técnica a los productores, la vigilancia fitosanitaria y el uso de plantas certificadas libres de patógenos.
El impacto inicial del HLB redujo drásticamente las áreas productivas y provocó la pérdida de miles de árboles. Sin embargo, la organización de los citricultores, principalmente de Sonaguera, y el acompañamiento técnico han permitido frenar la propagación y recuperar progresivamente las plantaciones.
Los esfuerzos también incluyen la introducción de nuevas variedades más resistentes, el uso de biofertilizantes y la aplicación de tecnologías de monitoreo para detectar a tiempo los brotes del insecto vector. Estos avances han permitido mejorar la calidad del fruto y reabrir oportunidades de exportación.
Además, el sector ha diversificado su oferta con subproductos como jugos naturales, aceites esenciales y cáscaras deshidratadas, que generan valor agregado y fortalecen la competitividad en los mercados internacionales.
La Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), junto a los productores, impulsa actualmente un sistema de riesgo que busca anticipar problemas fitosanitarios y optimizar los procesos de manejo agronómico. Con esta herramienta pretenden mejorar la productividad y garantizar una citricultura sostenible.
Para los citricultores de Colón, la recuperación de este rubro no solo representa un alivio económico, sino también un símbolo de resistencia y adaptación ante una de las enfermedades más devastadoras del sector agrícola.
"Nosotros agradecemos a la ministra de la SAG, al actual gobierno, al Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (Banadesa) porque nos ha dado capital de trabajo para exportar y poder salir adelante como productores pequeños, habíamos tenido dificultades", dice.
Reyes le dijo a Diario LA PRENSA que con la apertura de nuevos mercados y la consolidación de mejores prácticas, la citricultura hondureña se encamina nuevamente hacia su fortalecimiento, posicionando al país como un competidor creciente en la producción de naranjas y limones de calidad en la región.