26/04/2024
06:32 PM

Salvó a 300 personas en su lancha remando con palas

José Francisco Zúniga hizo la proeza en su aldea Río Chiquito, de El Progreso, con sus hijos y un compadre. Hace un mes está damnificado con su familia en un albergue porque perdieron todo.

    EL PROGRESO.

    “Estoy mejor que ayer”, con ese optimismo nos respondió el saludo ayer José Francisco Zúniga, quien se convirtió en un héroe al rescatar en su aldea Río Chiquito a unas 300 personas remando su lancha con unas palas.

    Zúniga no pierde su jovialidad y buen humor pese a que tiene más de un mes de estar albergado en una escuela pública de esta ciudad porque perdió todo con su familia, pues su casa fue inundada por completo y todavía sigue bajo el lodo debido a las inundaciones provocadas por la crecida del río Ulúa con la tormenta tropical Eta.

    Al llegar a la aldea, Zúniga es recibido por sus vecinos con apretones de mano y frases de agradecimiento por su gran proeza.

    El paladín de Río Chiquito al igual que todos los vecinos de esa aldea perdieron sus pertenencias en su totalidad y no pueden regresar a sus casas porque siguen bajo el lodo y escombros.
    José Francisco manifestó que la proeza no solo es suya, pues, según su relato, en el rescate de los pobladores también participó su compadre Armando Amador, propietario de una lancha más pequeña que la de él.

    Edward Mauricio Álvarez, uno de los moradores de Río Chiquito rescatados, dijo que ahora “estamos intentado hacer nuestras casitas con pedazos de madera que quedaron porque no queda de otra”.

    “Nos salvamos de morir porque cuando la aldea se llenó de agua todos nos fuimos para el bordo y de “allí nos sacaron con unas lanchas de dos vecinos que se llaman José Francisco Zúniga y Armando Amador y ellos fueron los grandes héroes que nos salvaron”, resaltó Álvarez.

    La agonía de sus vecinos lo hizo sacar fuerzas de flaqueza.
    José Francisco Zúniga relató que el 5 de noviembre a eso de las 6:00 am “estábamos todos en los bordos y a las ocho de la mañana el río reventó el bordo en la aldea Buena Vista y el agua se vino para las comunidades colindantes y también explotó el bordo del campo Las Flores y las dos corrientes se encontraron y quedamos atrapados entre los dos chiflones de agua”.

    Al mirar la magnitud de la crecida del agua, Zúniga decidió ir con su hijo Yelder (de 20 años) a traer la lancha que estaba a la orilla del río cerca del bordo donde estaban refugiados los pobladores.

    “Cuando llego a la lancha miro que no tengo remos porque la corriente se los llevó y la lancha quedó hundida un poco y solo medio se le miraba el pico, pero la sacamos con la ayuda de cuatro personas más”, relató Zúniga.

    “Gracias a dios que rescatamos a toda la gente de la aldea y no dejamos perder ninguna vida”: Armando Amador, héroe de Río Chiquito.
    “Conseguí dos palas y con mi hijo Yelder empezamos a remar y nos trajimos la lancha. El agua ya había llegado cerca de donde estaban mis vecinos y empezaron a pedir auxilio. La gente lloraba y gritaba y lo más doloroso era ver a los niños y ancianos”, recordó.

    “Entonces empezamos a evacuarlos, no fue fácil, pero cuando uno tiene un gran corazón no hay nada imposible y les dije en el nombre de Dios”.

    Zúniga expresó que en medio de la tribulación Dios le dio serenidad y “les dije que se controlaran y que no se impacientaran porque yo los voy a pasar al bordo del otro lado. La gente desesperada me gritaba ¡yo primero, yo primero!”

    3 claves de las inundaciones
    1- Apela a las personas de buen corazón. José Francisco Zúniga y su familia quedaron sin nada porque las inundaciones arrasaron con sus pertenencias. Las personas que puedan darle ayuda o conseguirles trabajo a sus dos hijos pueden llamar a su celular 9546-9723.
    2- Crecida del río ulúa destruyó 33 casas. En Río Chiquito, la crecida del río Ulúa destruyó 33 casas y dañó el resto de sus viviendas. Los moradores de la aldea le hacen un llamado al Gobierno para que les ayuden a retornar a sus casas.
    3- 250,000 no pueden volver a sus casas. Las estimaciones de las autoridades municipales establecen que más de 250,000 progreseños no pueden retornar todavía a sus hogares porque hay gran cantidad de lodo y agua y las vías en sus comunidades están inaccesibles.
    “Entonces yo les dije vamos a sacar primero a la tercera edad, las mujeres embarazadas y niños porque ellos son indefensos. Sentí un dolor en el corazón y yo quería que la lancha fuera un barco grande para llevarme toda la gente en un solo viaje”, expresó.

    Refirió que cuando empezaron a evacuar a los vecinos con su hijo Yelder les indicaron que se colocaran en filas de cuatro y tres en la lancha. Zúniga detalló que en cada viaje llevaban de ocho a nueve personas.

    Indicó que la corriente estaba fuerte y “logré navegar con la lancha por donde está el cableado del tendido eléctrico para que las personas se sujetaran como medida de seguridad para que no cayeran, pues ya no había energía”.

    Explicó que el recorrido para llegar al otro bordo era de unos 400 metros y en uno de los últimos viajes la lancha se le encalló en la lámina del techo de una de las casas y “cuando estaba intentando sacarla se me canteó un poco y era llorazón de los niños y las mujeres, pero la controlé y nos fuimos”.

    “Eran las cuatro de la tarde y nosotros remando. Cuando ya faltaban unos dos viajes, mi hijo Yelder no siguió porque se deshidrató y además teníamos tres días de no comer. Yolvin , mi otro hijo, ayudó con los últimos viajes y mi compa Armando siempre me quedó ayudando en su lancha”, recordó.

    Zúniga expresó que en cierto momento flaqueó y le pidió a Dios que le diera fuerza y “el Señor me la dio porque sacamos a nuestra gente y los gritos de desesperación de las personas también me hacían agarrar fuerza”.

    “Fue difícil remar con las palas, pero lo hicimos y rescatamos a unas 300 personas con mi compadre y con él hicimos lo que teníamos que hacer”, manifestó.

    Recordó que hubo gente que le quería pagar y le daban cien lempiras y él les dijo que no se los aceptaba.

    “Les dije que eso no vale su vida, y ni así me dieran un millón de lempiras se los agarraría porque para mí lo primordial era su vida”, dijo.

    Zúniga indicó que trabaja en una empresa productora de bananos como regador de agua, pero lo suspendieron de sus labores y no tiene ingresos porque sus hijos están sin trabajo.

    “Como todos mis vecinos quedamos sin nada, y si alguien nos quiere ayudar o darles trabajo a mis hijos, pueden llamarme a mi celular 9546 9723”, expresó.