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El español y la conquista: la evolución de la lengua

  • 12 agosto 2021 /

La imposición del español como la lengua oficial de las provincias en América fue un proceso que derivó en una lengua diferenciada.

Tegucigalpa

A finales del siglo XV, cuando los españoles llegaron al Nuevo Mundo, el principal choque entre los conquistadores y los aborígenes fue la lengua.

Por un lado estaba el diverso origen dialectal de los colonizadores y, por otro, la diversidad de lenguas aborígenes. Establecer una lengua común era parte del proceso de conquista, era parte del establecimiento de un poder.

Pero a finales de ese siglo, ¿cuál fue el español que conocieron nuestros aborígenes? ¿Cuáles fueron los procesos que sufrió la conquista lingüística?

Registra Atanasio Herranz en uno de sus escritos, que “al comienzo, toda América hubo de recibir en la primera mitad del siglo XVI una lengua común de tipo castellano, con un sello andaluz”.

Al respecto, amplía Hilcia Hernández, máster en Lexicografía Hispánica, que, según la historia, “la colonización fue planificada en Castilla pero gestionada en Andalucía, por lo tanto se deben tomar en cuenta los factores sociales y culturales, como la procedencia de los colonos, sus ocupaciones, su nivel cultural, entre otros”.

En este contexto, según Carmen Marimón Llorca en su texto “El español en América: de la Conquista a la época colonial”, “en el siglo XVII la diversidad de los dialectos peninsulares era verdaderamente grande; pero entre el castellano y el andaluz había pocas diferencias a excepción del seseo y de la reducción de las consonantes finales, por lo que fue la conjunción de estas dos variedades dialectales, con claro predominio del andaluz, habladas por el 67.5% de los colonos el que puede considerarse como factor nivelador del español de América desde sus orígenes”.

Hernández enfatiza que en este proceso, “la influencia de la Iglesia por medio de los conquistadores en una atmósfera de fanatismo religioso se volvió un instrumento del Estado, tanto en la conversación como en la sumisión de los nativos. El español de América, decía Herranz, todavía sobrellevaba el sello de la Iglesia, especialmente en el léxico y en sus modismos”.

Variedad lingüística

Ese contacto entre el castellano y las lenguas indígenas dio paso a una variedad lingüística americana, que posteriormente tuvo un encuentro con las lenguas africanas con la llegada de esclavos a este territorio.

Señala Hernández que es innegable la influencia léxica y fonética de dichas lenguas en el español de la Conquista, que también tuvo otro fenómeno en estrecha relación: “los llamados americanismos léxicos que tiene que ver tanto con la asimilación del vocabulario indígena como con las transformaciones en el significado que sufrieron palabras del español al contacto con la nueva realidad americana”.

A esto se suma que para mediados del siglo XVII probablemente ya había tenido lugar el proceso de nivelación dialectal, “que daría al español en América buena parte de su peculiaridad lingüística en todos los niveles”.

Aprendizaje y extinción

La Conquista no fue un proceso pacífico, y la adopción de la lengua fue igualmente avasallante.

En ese sentido España mantuvo una política lingüística irregular, dice Hernández, quien define las tres etapas que sobresalen en este proceso: “La primera (1502-1569), diseñada por los reyes católicos y continuada por Carlos V, caracterizada por una política monolingüe castellana en la que los naturales de América estaban obligados a aprender el castellano.

La segunda etapa (1570-1769), en la que Felipe II estableció una política plurilingüe en la que los curas y frailes debieron aprender las lenguas indígenas para adoctrinarlos y evangelizarlos en su lengua materna; mientras que los indígenas quedaron en libertad de aprender el castellano. No obstante, en 1770-1820 tendría lugar la tercera etapa, en la que Carlos III estableció nuevamente la política monolingüe castellana y se mantuvo hasta el final de la época colonial, incluso propugnó la extinción de todas las lenguas indígenas”.

Esta política que establecía que la única lengua del Imperio debía ser el castellano propició la persecución de las lenguas indígenas, el aceleramiento del aprendizaje del castellano y la creación de escuelas en las colonias americanas para llevar a cabo este plan.

Foto: La Prensa

El español es el resultado de una conjunción entre el español de los colonizadores, las lenguas de los aborígenes y el aporte del africano.