Cineastas de Honduras quieren entrar a Netflix

La cinematografía hondureña creció en la última década, pero el auge del streaming tras 2020 redujo su impacto. Ahora, el sector busca llegar a Netflix y otras plataformas

Cineastas de Honduras quieren entrar a Netflix
San Pedro Sula, Honduras

La cinematografía de Honduras experimentó un notable auge entre 2010 y 2018, pero un poco después entró en un declive impulsado en parte por la proliferación de plataformas de streaming, como Netflix, Amazon Prime Video y HBO Max.

Estas plataformas han alterado los patrones de consumo audiovisual e impuesto estándares más altos de calidad técnica y narrativa que desafían a los productores locales.

Durante la década previa a la pandemia, la cinematografía hondureña produjo películas destacadas como Unos pocos con valor (2010), Quién dijo miedo: Honduras de un golpe (2010), El Xendra (2012), Quién paga la cuenta (2013), Cuentos y leyendas de Honduras (2014).

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Además de Una loca navidad catracha (2014), Un loco verano catracho (2015), Amor y frijoles (2009, exhibida ampliamente en 2010), Un lugar en el Caribe (2017) y Morazán (2017).

Una loca navidad catracha atrajo a unos 92,000 espectadores a las salas de cine motivados por la curiosidad, por el deseo de apoyar el arte nacional o simplemente porque buscaban recrearse como todos los hondureños residentes en las grandes ciudades lo hacían hasta que aparecieron las plataformas de streaming.

Para muchos involucrados en este sector, parte de esas películas con las características narrativas, temáticas, técnicas y estéticas de la década pasada difícilmente captan el interés de un público acostumbrado a consumir contenido de alta calidad en plataformas donde convergen producciones de diferentes parte del planeta que despiertan expectativas más allá de lo que el cine local puede ofrecer sin una renovación determinante.

René Domínguez, productor en línea de la película Killer Martini, durante su filmación en Roatán, Honduras. Es filme saldrá a la luz en 2025.

René Domínguez, productor en línea de la película Killer Martini (actualmente en postproducción), dice que "la cinematrografía entró en una pausa" y explica que los cineastas hondureños ahora buscan llegar al mercado internacional, un reto que los obliga a cumplir con los estrictos requisitos de estas plataformas.

“Producir películas es costoso; $100,000 no son suficientes debido a las exigencias actuales. Antes, había menos énfasis en la preparación de actores y menor crítica. El streaming ha elevado las expectativas y plataformas como Netflix establecen parámetros específicos para cámaras, ópticas y equipos de iluminación”, afirma.

En marzo de 2024, Domínguez participó en la producción de Killer Martini, dirigida por Alejandro Irías. Esta película, filmada en Roatán y de proyección internacional, cuenta con un elenco de actores experimentados, incluyendo extranjeros con experiencia en producciones de Netflix, y un equipo técnico profesional en dirección de fotografía y arte.

Domínguez, certificado como line producer por la Congo Films School de Bogotá y productor por Pimienta Films y Ciénega de México, destaca que, agregado a los nuevos desafíos, uno de los mayores retos es la promoción durante la distribución.

“En Honduras, la promoción se ha limitado a conferencias de medios, publicidad de boca en boca y en redes sociales, lo cual no es suficiente para competir en el mercado global”, señala.

En la década de 2010, los cineastas hondureños, tanto expertos como amateurs, produjeron películas con cámaras réflex digitales de resolución HD o, en el mejor de los casos 4K, como la Canon 5D Mark II y otras adecuadas para producciones de bajo presupuesto en ese entonces.

Marlon Rodríguez, productor audiovisual, con una cámara Panasonic 4K, utilizada en la década anterior para filmar películas en Honduras.

Marlon Rodríguez, un productor audiovisual experimentado, dice que en años anteriores en Honduras comúnmente “utilizaron cámaras réflex digitales (DSLR), 4k y otras cámaras que para ese momento estaban de acorde con la demanda del mercado hondureño. Ahora tenemos otras exigencias de cámaras de mayor resolución, a nivel internacional, utilizan 6k, 8k y hasta 12k”.

Netflix, por ejemplo, “para ayudar a los creativos a producir su mejor trabajo y crear experiencias visuales atractivas para (la) audiencia”, exige que el 90% de la duración total del filme sea grabado con cámaras con determinadas características de captura: sugiere, las ARRI Alexa LF con píxeles efectivos 4.5K: 4448x3096, Canon EOS C80 (6K: 6000x3164), Blackmagic Design URSA Cine 12K LF (12K: 12288x8040) y otra decena.

En medio de esta pausa, el Instituto Hondureño de Cinematografía (Ihcine), creado mediante el decreto legislativo No 3-2019, desempeña un papel preponderante para profesionalizar la cinematografía y abrir espacios para la financiación mediante concursos, talleres, diplomados; producción de cortos y largometrajes.

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En 2024, realizó la primera Convocatoria Sami Kafati para el fomento de la producción y distribución cinematográfica hondureña con un jurado compuesto por expertos de diferentes nacionalidades; este año ha llevado guionistas, productores y directores de España, México a diferentes zonas de Honduras para democratizar este arte que hace la década pasada era dominado por un pequeño círculo.

Víctor Manuel Canales, actor de teatro y de películas hondureñas, tiene cifradas las esperanzas que en “los próximos años habrá producciones profesionales, el Ihcine ha estado realizando en estos últimos cinco años un enorme esfuerzo para profesionalizar y crear una industria en el país que con el tiempo puede ser una gran fuente de empleo”.

Víctor Canales actuó en las películas Unos pocos con valor, Quién paga la cuenta y Viento en contra. Actualmente, dirige una compañía de teatro que presenta sus obras, como Dr. Lokura y La última y nos vamos, en el Teatro Los Zorzales de San Pedro Sula.

“El mercado exige calidad técnica (esto tiene que ver con cámaras y todo el equipo utilizado) y calidad en la actuación. Hace unos diez años, teníamos dificultades para encontrar actores y actrices. Estábamos en una etapa de empirismo, pero esto está cambiando y creemos que en cualquier momento veremos películas hondureñas en las plataformas como Netflix”, dice.

Canales, productor, actor y director de teatro, actor de las películas Unos pocos con valor, Viento en contra y Quién paga la cuenta, dirige una compañía teatral de 11 actores que presentan obras en el Teatro Los Zorzales de San Pedro Sula, y los cuales , dice, podrían participar en una producción cinematográfica.

En 2025, los productores y actores hondureños desarrollan varios proyectos cinematográficos con financiamiento privado y otros con apoyo del Ihcine que saldrían a la luz en 2026.

En 2019, el Congreso Nacional dio un paso importante al aprobar la Ley de Cinematografía de Honduras con la cual creó el marco legal y la institucionalidad compuesto por el Consejo Nacional de la Industria Cinematográfica, Dirección General de Cinematografía, Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (Fondeci) y el Registro Nacional de Cinematografía.

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Juan Carlos Rivera
Juan Carlos Rivera
juan.rivera@laprensa.hn

Licenciado en periodismo (Universidad Nacional Autónoma de Honduras), máster en finanzas (Universidad Tecnológica Centroamericana), máster en dirección empresarial con orientación en gerencia de competencias directivas (Universidad Europea de Madrid). Más de 25 años en periodismo.

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