Calzado de China eliminó cientos de zapaterías en 20 años

Las importaciones masivas de zapatos fabricados en China obligaron a miles de personas a abandonar y cerrar los talleres tras quedar fuera del mercado

Calzado de China eliminó cientos de zapaterías en 20 años
San Pedro Sula, Honduras

Las importaciones masivas de calzado fabricado en China arrasaron en las últimas dos décadas miles de talleres de zapaterías en Honduras y dejaron una industria artesanal sumida en un escenario de supervivencia.

La creciente avalancha de calzado proveniente del gigante asiático redujo a la mínima expresión, lo que alguna vez sus actores consideraron un próspero sector generador de miles de empleos, pues cada taller, por lo menos, empleaba a unas cuatro personas.

En dos décadas, contadas a partir de 2001, la importación de zapatos hechos en China y la producción hondureña mantuvieron una relación inversa: a medida que el mercado aumentaba las compras a los asiáticos, los talleres locales fabricaban menos y perdían fuerza como unidades económicas.

Cifras del Banco Mundial (BM) y Organización Mundial del Comercio (OMC) demuestran que Honduras elevó exponencialmente las importaciones de calzado fabricado en China: de $924,000 (2001) las incrementó a $58 millones después de la pandemia (2021).

Este asombroso incremento, que acabó con la producción nacional, está asociado con el ingreso de China (11 de diciembre de 2001) a la OMC y a la transformación acelerada de ese país en una potencia comercial con hegemonía global.

Aníbal Cruz, quien está por cumplir 70 años de edad, dice que “la zapatería tuvo una época dorada entre las décadas de 1970 y 1980, pero eso quedó atrás. En esos años, había muchos talleres donde trabajaban grandes cantidades de jóvenes”.

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“Nosotros comenzamos a ver la caída de la zapatería en este país cuando empezó a entrar zapatos de China. De mala calidad, pero más baratos. Nosotros no hemos podido competir contra los chinos porque no tenemos capacidad para producir a precios más bajos y cantidades industriales”, dice este zapatero que inició a los 12 años de edad.

Edna Villanueva (55 años), dedicada a la zapatería, dice que hasta las lluvias afectaron los talleres “porque no pudieron enviar calzado a las ciudades vecinas de San Pedro Sula”.

Cruz trabaja en un pequeño taller localizado en el segundo piso del Mercado Municipal Medina Concepción de San Pedro Sula. En estos días fabrica zapatos para niños y jóvenes que empiezan las clases en el sistema público de educación.

“Un par de estos zapatos nosotros lo vendemos en L100, pero en la tienda lo venden a los clientes a L180. Los comerciantes ganan más que nosotros”, dice Cruz, mientras es observado por Edna Villanueva, quien alquila el local para que opere el taller.

Villanueva, con 55 años de edad, describe el negocio de la zapatería “como una actividad que permite a personas mayores de edad, que están mal de salud, sobrevivir, pero no crecer económicamente porque difícilmente se puede competir con los productos de China y los zapatos usados”.

Los zapateros necesitan apoyo financiero y técnico

La época dorada de la zapatería tuvo como emporio a San Pedro Sula donde alrededor de 1,000 talleres producían calzado con materia prima producida en el país para abastecer el mercado nacional.

En ese entonces, algunos barrios de esta ciudad, como Cabañas, se destacaban por tener la mayor porción de ellos con cientos de jóvenes trabajando.

René Hernández, presidente de la Asociación de Zapateros de la Región Valle de Sula, una organización que no logrado tramitar la personería jurídica por falta de recursos económicos.

René Hernández, presidente de la Asociación de Zapateros de la Región Valle de Sula, expresa que, la zapatería, aunque “está postrada, podría ser recuperada con apoyo de organizaciones que promueven la creación de empleo y también por el gobierno si tuviera algún plan”.

“Si el gobierno nos protegiera ante la importación de productos extranjeros, como sí lo hacen los de otros países, hasta Estados Unidos, y si nos apoyaran técnica y financieramente, nosotros nos podríamos levantar y volver a ser una industria que ayude a la economía del país”, dice Hernández, con 50 años de experiencia.

Hernández, de 68 años de edad, lamenta que “ninguna institución ayuda, al contrario, afectan a las personas que desean trabajar”. En Honduras, “en vez de incentivar, obligan a muchos hondureños a emigrar a Estados Unidos creyendo que allá van a encontrar oportunidades, como Óscar Galeas”, dice.

Mientras Hernández era entrevistado por La Prensa, mostraba un rótulo que las autoridades municipales colocaron en una puerta de uno de los cubículos de la segunda planta del mercado: “Cierre de local. Por este medio se procederá al cierre del local número 36C a nombre de Óscar Fernando Galeas Ruiz, amparados en los artículos #47 inciso 12: cancelar cumplidamente el valor de la tarifa que se le haya señalado”.

En la segunda planta del Mercado Municipal Medina Concepción hay 40 cubículos destinados a la zapatería, pero solo hay unos 28 ocupados.

En estos espacios, los zapateros trabajan con máquinas de coser que ya cumplieron la vida útil y haciendo la mayor cantidad de actividades del proceso de manera artesanal por no tener tecnología.

Alexis Zúñiga, vicepresidente de la Asociación de Zapateros de la Región Valle de Sula, cree que el actual gobierno cometió un error al eliminar el programa crédito solidario con el cual él obtenía préstamos para invertir en el taller.

“Nosotros trabajamos con máquinas viejas, si se nos arruina la máquina y no tenemos dinero guardado para repararla o comprar otra, nos quedamos sin trabajo y sin comida. Nosotros necesitamos apoyo en todo sentido (financiero, técnico, empresarial) para reactivar esta industria”, dice Alexis Zúñiga, vicepresidente de la Asociación de Zapateros de la Región Valle de Sula, que no han logrado constituir legalmente por falta de dinero.

Zúñiga dice que extraña la ayuda que ofrecía el Taiwán y ahora “tenía las esperanzas” de recibir apoyo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) para capacitar a todos los zapateros en 2025, pero “no será posible porque está cerrada esa organización”.

“Lamentablemente, El actual gobierno cometió el error de quitar el programa de crédito solidario. Ya fuera yo por mi cuarto crédito para desarrollar mi negocio, pero no logré seguir, ahora no tengo acceso a préstamos”, critica Zúñiga, con 51 años de experiencia.

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Victorino Carranza, presidente del Gremio de la Micro y Pequeña Empresa (Gremipe), plantea que si no hay capacidad para atraer la inversión extranjera, fábricas de cualquier tipo que lleguen a instalarse a Honduras para generar 500 empleos, “el gobierno y las municipalidades deberían fortalecer la zapatería y otros sectores que podrían aportar varios miles de empleos”.

“En San Pedro Sula necesitamos una reunión franca y sincera con el alcalde para que se dé cuenta de que los actores de la economía local son la micro, pequeña y mediana empresa”, subraya Carranza.

“La situación en los talleres de zapatería es deplorable y los jóvenes no están interesados en aprender el oficio debido a las condiciones en las que están estos espacios de trabajo”, dice.

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Juan Carlos Rivera
Juan Carlos Rivera
juan.rivera@laprensa.hn

Licenciado en periodismo (Universidad Nacional Autónoma de Honduras), máster en finanzas (Universidad Tecnológica Centroamericana), máster en dirección empresarial con orientación en gerencia de competencias directivas (Universidad Europea de Madrid). Más de 25 años en periodismo.

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