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Gran estadio de fútbol del Mundial levanta sospechas

  • 13 mayo 2014 /

A un costo final de US$900 millones, el Mané Garrincha es blanco de acusaciones de corrupción y malgasto.

Brasilia, Brasil

El nuevo estadio en la capital brasileña se completó con bastante anticipación al Mundial y ha sido halagado por su arquitectura.

Pero su precio y tamaño desproporcionado han suscitado acusaciones de corrupción y desperdicio. Con un costo de 2.000 millones de reales, unos US$900 millones, el Estadio Nacional Mané Garrincha es el estadio de fútbol más caro que ha sido construido en la historia de Brasil.

Su costo estimado se triplicó desde que empezó su construcción, en 2010, y un auditor federal ha concluido en una serie de informes que casi un cuarto de los costos del estadio son excesivos o inflados. Los excesos del presupuesto son o “un error garrafal o mala voluntad”, dice Renato Rainha, un auditor que ha dirigido dos investigaciones
sobre el estadio.

Los funcionarios locales disputan esas acusaciones. Los fiscales federales no han levantado cargos ni presentado demandas. Las autoridades responsables de los contratos niegan cualquier conducta indebida y aseguran que están cooperando con los auditores.

De todos modos, el estadio ha generado resentimiento entre algunos brasileños que creen que su gobierno derrochó dinero en sus proyectos ligados al Mundial, enriqueciendo a unos cuantos con pocos beneficios tangibles para el país. “Podríamos haber gastado menos en el estadio e invertido dinero en áreas fundamentales como la salud pública y las escuelas”, afirmó Rainha.

Desde que abrió en mayo de 2013, Mané Garrincha se ha convertido en un monumento imponente en la capital
brasileña, conocida por sus edificios modernistas del arquitecto Oscar Niemeyer. Muchos habitantes están perplejos por el lujo y la escala del estadio.

El complejo de 71.000 asientos presume de columnas elevadas, paneles solares, césped peinado y un techo especial que se limpia solo para proteger a los espectadores del feroz sol de Brasilia.

En Brasil, únicamente el famoso Maracaná en Rio es más grande. En Brasilia, se disputarán siete partidos del Mundial en junio y julio, pero después del torneo llenar el estadio será un desafío más patente.

La ciudad no cuenta con un equipo importante de fútbol que llene el recinto una vez que concluya la Copa.
“Estamos sorprendidos con sus costos”, dice Eliana Pedrosa, una legisladora local. “Brasilia puede darse abasto con un estadio la mitad de ese”.

Los funcionarios a cargo de la construcción dicen que los costos reflejan una obra de última generación que prevén aportará sustanciales ingresos adicionales a la ciudad hacia el futuro.

Dos grandes franquicias nacionales de fútbol de Brasil —Flamengo y Vasco da Gama de Rio de Janeiro— tienen grandes bases de hinchas en Brasilia y han alquilado el Mané Garrincha para algunos de sus partidos. El complejo también se está ofreciendo para conciertos.

Beyoncé y Aerosmith se han presentado en el nuevo estadio. El estadio fue construido por unconsorcio encabezado por unos de los mayores contratistas de Brasil, Andrade Gutierrez, con la desarrolladora con sede en Brasilia Via Engenharia como socia.

Las firmas de construcción son importantes fuerzas en la política brasileña, lo que genera preocupaciones sobre cómo su dinero puede influir sobre obras públicas. En 2012, los cuatro principales donadores a campañas políticas de Brasil fueron firmas de construcción: Andrade Gutierrez SA, Queiroz Galvão SA, OAS SA y Camargo Correa SA. Juntas donaron 211 millones de reales, que es casi la mitad de lo que aportaron los principales 20 contribuyentes,
según datos oficiales.

“No hay altruismo en este asunto”, dijo el juez Marco Aurélio Mello, presidente del tribunal electoral de Brasil, en una entrevista este año. Mello también es juez del Tribunal Supremo, que evalúa una prohibición a todas las contribuciones corporativas a la política. Rainha, el auditor público, apuntó que su investigación reveló varias
irregularidades con el estadio de Brasilia, incluyendo costos ampliamente inflados para materiales como barandales y letreros.

El nuevo recinto lleva su nombre en honor a Manuel Francisco dos Santos, apodado Garrincha, una de las estrellas del fútbol brasileño de los años 50 y 60. Su impresionante estructura circular es sostenida por 288 pilares de 30 metros de altura.

Se utilizaron casi 200.000 metros cúbicos de concreto y 24.000 toneladas de acero para su construcción. “Es uno de mi estadios favoritos del mundo”, expresó el secretario general de la FIFA Jérôme Valcke sobre Mané Garrincha durante una visita al estadio este año.

Valcke señaló que incluso los hinchas en los asientos más altos pueden disfrutar una vista buena de la acción en la cancha. También le gusta el pasto, que proviene del estado norteño de Sergipe. El césped viajó unos 1.600 kilómetros hacia el sur en camiones con temperatura controlada y fue instalado con sistemas de desagüe e irrigación. Claudio Monteiro, un secretario del comité del Mundial de Brasilia, dijo que la gran inversión dará fruto.
“No podemos competir con la belleza natural de Rio, así que necesitamos un complejo grande para eventos para atraer un flujo de turistas a Brasilia”, acotó Monteiro. “Fomentará un nuevo deseo de visitar la capital”.