Centroamérica y República Dominicana enfrentan una creciente vulnerabilidad climática que amenaza directamente a personas, ecosistemas, infraestructuras y economías locales. Así lo confirma el más reciente Informe Estado de la Región, del Programa Estado de la Nación, que advierte sobre los impactos actuales y futuros del cambio climático en la región CARD.
El informe destaca que los efectos del cambio climático ya están agudizando problemas estructurales, comprometiendo las condiciones para un desarrollo humano sostenible.
Impactos visibles y riesgos crecientes
Los hallazgos científicos del informe muestran una tendencia alarmante:
Aumento de temperaturas: Bajo escenarios pesimistas, se proyecta un incremento entre 2 °C y 4 °C en casi todos los municipios de la región hacia finales del siglo.
Reducción de lluvias: Las precipitaciones disminuirán entre 5 % y 31 %, con mayores impactos en el Corredor Seco Centroamericano y zonas costeras de República Dominicana.
Eventos extremos: Se prevé el aumento de lluvias intensas e inundaciones, alternadas con sequías prolongadas, lo que intensificará la vulnerabilidad de comunidades y obras de infraestructura.
Afectaciones a sectores clave: Los cultivos, la cobertura forestal, la generación hidroeléctrica y el acceso al agua serán gravemente afectados. Muchas centrales hidroeléctricas se encuentran en municipios con pronósticos de menor precipitación.
Amenazas costeras: El aumento del nivel del mar y la intensificación de ciclones afectarán de forma severa a Belice, Honduras, Panamá y el Caribe, donde al menos 17 de cada 100 habitantes en zonas costeras bajas estarían en riesgo.
Además, la región ya registra movilidad climática y desplazamientos forzados, con más de 2,1 millones de personas desplazadas en América Latina y el Caribe solo en 2023. Para 2050, se estima que hasta 17 millones podrían ser desplazadas por causas ambientales si no se adoptan medidas de adaptación eficaces.
Desafíos para adaptarse y sobrevivir
El informe subraya que, pese a avances, las políticas de adaptación no alcanzan la escala ni las condiciones necesarias para reducir los riesgos. En El Salvador, por ejemplo, la aridez se extenderá progresivamente, afectando la seguridad alimentaria y el acceso al agua. Municipios como La Unión y Pasaquina presentan alta vulnerabilidad, mientras que zonas como San Antonio Pajonal y El Sauce enfrentan riesgos por su dependencia de pastizales y limitada capacidad económica.
De 269 experiencias de adaptación en CARD (sin incluir a Nicaragua), el 88 % ha contado con participación estatal, aunque con fuerte dependencia del financiamiento internacional y liderazgo insuficiente de los gobiernos. El 55 % de estas acciones están relacionadas con biodiversidad y agricultura sostenible, y el 65 % se alinean con políticas públicas.
El informe identifica limitaciones estructurales:
Alta dependencia de cooperación externa.
Capacidades institucionales limitadas.
Necesidad de una mejor articulación territorial y multisectorial.
Desafíos para adaptarse y sobrevivir
El documento destaca que la región tiene baja incidencia en las emisiones globales, pero alta exposición a sus efectos, lo que refuerza la urgencia de impulsar la adaptación como una prioridad estratégica.
El llamado es claro: gobiernos, sociedad civil, academia, sector privado y comunidad internacional deben redoblar esfuerzos con visión de largo plazo, equidad territorial y sostenibilidad. Solo así será posible proteger el patrimonio ambiental y sentar las bases para un modelo de desarrollo más justo e inclusivo en Centroamérica y República Dominicana.
