21 años de lucha produciendo y vendiendo el vino de coyol distingue a la familia Ruiz Estrada.
Idolina Estrada y su hijo Johnson son los encargados del negocio.
El vino de coyol forma parte de las bebidas típicas olanchanas y es muy buscado por los consumidores en el verano.
Esta familia ha convertido en parte de su vida, durante el verano, la producción y venta del buscado vino de coyol.
Estrada confirma que es una tradición de Olancho para esta época y que del tronco del árbol de coyol se obtiene el delicioso jugo.
“Se vende de dos tipos:
El vino blanco de coyol, que es bueno para limpiar las vías urinarias y los riñones. Los primeros días se obtiene una bebida dulzona que con el paso del tiempo va adquiriendo un sabor característico y fermentándose”.
También es muy apetecido el vino rojo preparado, mocorón o pata de burro, como se le conoce.
En éste se utiliza el palmito del mismo árbol, el cual se pone a fermentar con agua y dulce, explica la experta.
Proceso
El coyol es una especie de palma cuya corteza se encuentra llena de espinas.
Su nombre científico es acrocomia vinífera.
Se cultiva desde México, en toda Centroamérica y hasta Panamá. Se reconoce por su tronco recto y grueso y espinas características.
Doña Idolina dice que cada año traen los troncos del árbol de coyol desde Ticamaya, pero este año fue imposible, así que los trajeron de Cofradía.
El proceso, relata, es sencillo, pero el secreto está en que hay que tener buena mano para perforar los troncos, de lo contrario el mismo no produce.
En el tronco se hace un pequeño orificio y se tapa luego con una bolsa plástica; esto debe hacerse en el sol ya que es el calor el que hace que se obtenga con mayor rapidez el vino.
“Un buen árbol, se puede “ordeñar” tres veces al día y dura entre 25 días y un mes.
Cada día el orificio debe hacerse un poco más grande y luego taparlo y esperar a que se llene nuevamente.
Por tronco se obtiene un poco más de dos litros al día”, asegura.
Negocio
Según doña Idolina, por las tardes es cuando más cantidad de personas llegan a comprar.
“Vienen de todos los estratos sociales y hasta turistas que tienen curiosidad de probar el delicioso vino”.
El costo por vaso es de 15 lempiras, pues todo ha subido y la traída de los troncos está más cara.
El que más se vende es el blanco, el cual además de la propiedades curativas que se le imputan posee un delicioso aroma a coco y un suave sabor que invita a disfrutarlo bien frío.
Diariamente se venden un promedio de 100 a 150 vasos, aunque cuando el calor incrementa la venta también.
“Nosotros vendemos una bebida saludable, nutritiva y pura, no la adulteramos y es por eso que nuestros consumidores nos prefieren”, manifiesta orgullosa doña Idolina.
Algunas personas vienen incluso por las botellas, las cuales vendemos a 35 lempiras. Nuestra venta es solamente por un mes, que es la temporada del árbol de coyol.
Ella y su familia venden en la carretera que conduce de San Pedro Sula a La Lima, 100 metros antes de la caseta del peaje, en champas.
Lo dijo
Lo dijo
“A las personas les gusta el vino de coyol y es una forma de ganarse la vida honradamente, tenemos 21 años de vende el vino en verano”.
Idolina Estrada
Propietaria del negocio