Tegucigalpa, Honduras.
Entre un reducido círculo de amistades y familiares le dieron cristiana sepultura ayer a Marco Tulio Montoya Sánchez (de 27 años), identificado en el mundo transexual como “Sherlyn”.
El joven fue encontrado muerto el martes en horas de la mañana en un sector de la colonia El Carrizal, al norte de la ciudad capital.
“Sherlyn”, como le llamaban de cariño, desapareció la noche del domingo 2 de abril de la colonia El Carrizal mientras laboraba ofreciendo servicios sexuales en el sector antes mencionado.
El reloj marcaba las 11:34 am y ante el llanto y la mirada perdida de los presentes, el féretro del exmiembro de la diversidad sexual fue depositado en la que será su última morada.
Más piedras que tierra comenzaron a caer sobre el ataúd de “Sherlyn” y el llanto de los menores y sus amigas transexuales se hizo escuchar por todo el cementerio Divino Paraíso.
“Tangui, Tangui”, gritaban varios niños, también así era llamado cariñosamente por su familia.
Sus amistades, miembros de la Asociación Arcoiris de Honduras, a la que pertenecía, solicitaron justicia a las autoridades y que su muerte no quede en la impunidad, como en la mayoría de los casos de los miembros de la comunidad transexual.
Entre un reducido círculo de amistades y familiares le dieron cristiana sepultura ayer a Marco Tulio Montoya Sánchez (de 27 años), identificado en el mundo transexual como “Sherlyn”.
El joven fue encontrado muerto el martes en horas de la mañana en un sector de la colonia El Carrizal, al norte de la ciudad capital.
“Sherlyn”, como le llamaban de cariño, desapareció la noche del domingo 2 de abril de la colonia El Carrizal mientras laboraba ofreciendo servicios sexuales en el sector antes mencionado.
El reloj marcaba las 11:34 am y ante el llanto y la mirada perdida de los presentes, el féretro del exmiembro de la diversidad sexual fue depositado en la que será su última morada.
Más piedras que tierra comenzaron a caer sobre el ataúd de “Sherlyn” y el llanto de los menores y sus amigas transexuales se hizo escuchar por todo el cementerio Divino Paraíso.
“Tangui, Tangui”, gritaban varios niños, también así era llamado cariñosamente por su familia.
Sus amistades, miembros de la Asociación Arcoiris de Honduras, a la que pertenecía, solicitaron justicia a las autoridades y que su muerte no quede en la impunidad, como en la mayoría de los casos de los miembros de la comunidad transexual.