La adolescencia es considerada una etapa marcada por cambios físicos y conductuales, pero con frecuencia se pasa por alto el impacto emocional que conlleva crecer y los múltiples desafíos que se enfrentan durante este proceso.
En los últimos años, profesionales de la salud mental han identificado un aumento preocupante de pensamientos autolesivos en esta población, que cada vez está más expuesta.
Se trata de un fenómeno silencioso, que no siempre se expresa en palabras y que, en muchos casos, es malinterpretado por padres, docentes o cuidadores.
Un fenómeno que si no es identificado a tiempo puede llevar a consecuencias graves, incluso a que una persona atente contra su vida.
Al respecto, la psicóloga Graciela Medina señala que, contrario a lo que muchos creen, las autolesiones no son un capricho, ni una forma de llamar la atención o una crisis de la adolescencia, sino una señal de alerta.
Indicó que este es un tema muy sensible del que poco se habla, pero que afecta a miles de niños, adolescentes y jóvenes, por lo que el proyecto Mente Sana de Diario LA PRENSA decidió abordar este tema en su tercer fascículo, que se publica este jueves.
Explicó que las autolesiones son una señal alarmante debido a que estas acciones muchas veces surgen como respuesta a una acumulación de factores emocionales, familiares o sociales que, sin un manejo adecuado, pueden derivar en ideas persistentes de desesperanza, una depresión e incluso pensamientos suicidas.
Uno de los aspectos más complejos en el abordaje de este problema son los mitos que lo rodean. Dos de los más comunes es creer que quienes se autolesionan lo hacen por placer o para manipular su entorno.
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La experta advierte que este pensamiento no solo es erróneo, sino peligroso. También apuntó que en muchos casos, estos comportamientos se ven reforzados por entornos familiares donde no se validan las emociones, padres que minimizan lo que sus hijos sienten, y donde frases como “eso no es para tanto” o “estás exagerando” terminan cerrando las pocas puertas de comunicación que podrían permitir una intervención temprana.
Acerca de cómo identificar si una persona está luchando con pensamientos suicidas o autolesiones, Medina indicó que a nivel conductual suelen usar un lenguaje negativo, frases con referencias directas o indirectas a la muerte enmascaradas en chistes, cambios abruptos en el sueño, la alimentación, el aislamiento y desinterés generalizado.
De acuerdo con la experta, las redes sociales también juegan un papel importante, ya que, aunque pueden ser espacios de conexión, también son canales de exposición a contenidos que romantiza el sufrimiento emocional, ser vías para el ciberacoso o la comparación, por lo que la regulación de los padres es de suma importancia.
Además, destacó que el acompañamiento psicológico en estos procesos es crucial, tanto para contener la crisis como para abordar sus causas profundas, permitiéndole al paciente comprender y gestionar su dolor.
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No obstante, la responsabilidad no recae solo en los profesionales de salud, ya que la prevención comienza en el hogar, las aulas y los espacios cotidianos. “Escuchar sin juzgar, validar sin minimizar, acompañar sin presionar, son actos simples que pueden evitar que un pensamiento autodestructivo avance hasta una acción concreta”, expresó.
Medina compartió que “las personas que se suicidan no quieren acabar con su vida, quieren acabar con el dolor”, una afirmación que lejos de ser una consigna poética resume lo que ocurre en muchos de estos casos, donde el objetivo no es la muerte, sino el fin del sufrimiento.
“Entender esto cambia radicalmente la forma en que se debe abordar el problema”, manifestó. Agregó que el incremento de casos de autolesiones e ideación suicida en adolescentes constituye una señal de alerta que no puede pasarse por alto, y que identificar las señales, actuar sin prejuicios y fomentar entornos de apoyo son pasos fundamentales para prevenir consecuencias más graves.
Cabe destacar que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de un suicidio suele haber pensamientos e intentos previos, por lo que prestar atención e identificar señales de alerta, como las autolesiones, puede ser clave para salvar vidas.