La historia de Katerinne y José David tiene un sabor agridulce, pero también refleja que cuando la fe y el amor se conjugan pueden lograrse cosas maravillosas. Ellos son una de las dos mil parejas que se dieron el “sí, quiero” en las bodas de Caná, celebradas en la Capital Industrial.
Ella es la única sobreviviente de un accidente ocurrido en noviembre de 2022 en Saltillo, México, donde murieron 13 personas. Él, un luchador que dejó su país en busca de un mejor futuro. La vida lo puso a prueba y, tras el accidente de Katerinne, regresó a Honduras para cuidarla.
Ubicados en primera fila en el imponente salón de la Iglesia de Cristo Ebenezer, la pareja participó en la boda eclesiástica sin perder detalle. Sus rostros reflejaban amor y sus miradas agradecimiento por cumplir uno de sus sueños. Más tarde, José David confesó que había soñado con una boda por todo lo alto, pero la situación económica los dejó con recursos limitados. Fue ella quien decidió casarse en la ceremonia masiva, pues ambos querían la bendición de Dios.
El inicio de una historia de amor
Hace unos diez años, la pareja trabajó en una fábrica en Calpules en puestos distintos. Nunca compartieron y ni siquiera llegaron a conocerse, aunque José David asegura que siempre admiró a Katerinne. Ella, en cambio, asegura que nunca lo vio.
Él le envió una invitación en Facebook que ella no aceptó. “Era mi amor platónico, pero nunca me vio”, recuerda David, quien en 2019 emigró a Estados Unidos en busca de una vida mejor.
Tiempo después, se sorprendió al ver que la mujer que tanto había admirado en la fábrica finalmente aceptó su invitación, aunque para entonces él ya estaba en Estados Unidos. La comunicación continuó. Ambos tenían hijos: ella cuatro y él tres, de matrimonios anteriores.
El viaje termina en tragedia
Permanecieron conectados dos años, y en 2022 José David le propuso a Katerinne llevarla “al norte”. Planificaron el viaje, contrataron a un coyote y emprendieron la travesía.
Todo marchaba bien hasta que, en un tramo carretero entre Saltillo y Coahuila, el vehículo en el que viajaba Katerinne cayó a un abismo. Trece personas murieron y ella fue la única sobreviviente. Ingresó como desconocida al Hospital General de Saltillo, donde permaneció en coma varios días y prácticamente abandonada. Mientras ella enfrentaba la tragedia, el coyote avisó a David de lo ocurrido. Al enterarse de que había una sobreviviente, comenzó su búsqueda.
Katerinne estuvo dos meses hospitalizada y logró comunicarse con su padre. Tras una odisea para acceder a la atención médica, una organización la apoyó y pudo regresar a Honduras.
El accidente le dejó lesiones en la columna vertebral y problemas de movilidad. Actualmente, utiliza una silla de ruedas, pero conserva la esperanza de volver a caminar.
José David gastó sus ahorros en la recuperación de su amada y, al saber que necesitaba asistencia permanente, decidió regresar de Estados Unidos para enfrentar juntos la situación. “Soñaba con casarme con ella y me necesitaba para salir adelante”, afirma. Ella tiene 31 años y él 37, y aunque ninguno tiene trabajo en este momento, comparten la voluntad de luchar por mejorar sus vidas.
En medio de las dificultades, David y Katerinne se dieron el “sí” con la fe de que vendrán días mejores. Formaron parte de la emotiva ceremonia religiosa en la Iglesia de Cristo Ebenezer Honduras, como parte de la IV edición de las bodas de Caná impulsadas por la municipalidad. Por cuarto año consecutivo, San Pedro Sula se convierte en la primera ciudad de Honduras en celebrar este tipo de bodas masivas, una iniciativa que busca fortalecer la institución familiar bajo principios cristianos. Miles de historias, como la de ellos, están marcadas por amor, sacrificio, perseverancia y fe.