Si no frenan billete G5, emprendedores se quedarán sin capacidad de compra

Los micro y pequeños negocios son los más afectados por la circulación de dinero falso, lo que impacta su poder adquisitivo

San Pedro Sula, Honduras.

Las historias de billetes falsos recibidos durante la venta de productos y servicios se están multiplicando en San Pedro Sula, una ciudad cuyo intenso movimiento comercial y alto grado de informalidad la han convertido en un terreno fértil para la circulación de dinero falsificado.

Lo que a simple vista parece un delito menor, en realidad acarrea consecuencias económicas que golpean a personas, pequeños negocios y a la economía local en su conjunto.

Estas redes de falsificación operan desde diferentes partes, pero San Pedro Sula es un centro de distribución por su ubicación estratégica. Individuos que operan bajo esta modalidad utilizan impresoras de alta resolución y papel especial para crear billetes que en apareciencia son legítimos.

La denominación más falsificada y con mayor auge en la actualidad, según investigaciones reveladas por LA PRENSA Premium, es el billete de 200 lempiras, conocido en el mundo digital como los G5. Su amplia circulación en el comercio y el hecho de que la mayoría de las transacciones se realizan en efectivo y sin herramientas de verificación, facilitan su distribución sin ser detectado.

Los más afectados están siendo comerciantes informales, quienes carecen de detectores de billetes falsos y suelen trabajar en espacios abiertos, lo que los hace blanco fácil; dueños de pulperías, mercaditos y vendedores ambulantes, quienes muchas veces, al darse cuenta del fraude, ya han vuelto a poner el billete en circulación por error; pequeños negocios en barrios populares como Medina, Concepción y el centro en general, donde el control del efectivo es más flojo y la necesidad de vender supera al temor.

Al recibir dinero falso sin detectarlo a tiempo, pierden mercancía y liquidez, afectando directamente su poder adquisitivo y su capacidad para reinvertir.

Aunque la cantidad total de billetes falsos no alcanza aún niveles que desestabilicen la economía nacional, los efectos en lo microeconómico sí son significativos. La confianza en el efectivo podría disminuir más y los negocios pequeños optarían por no aceptar billetes grandes, esto reducía la circulación monetaria y generaría fricción en las transacciones.

Daño a negocios

Según Efraín Rodríguez, asesor de la Asociación Nacional de la Mediana y Pequeña Industria de Honduras (Anmpih), los microempresarios están en desventaja frente a este tipo de estafa, ya que carecen de mecanismos de verificación y, en muchos casos, confían ciegamente en quienes les pagan.

“Esto genera preocupación, a nivel de microempresa es difícil detectar un billete falso, en el comercio informal hay un mayor riesgo porque no se cuenta con dispositivos para revisar el dinero. Además, muchas veces son personas mayores quienes atienden los negocios, y a ellos se les dificulta aún más identificar que están siendo estafados”, explicó Rodríguez.

El día a día del comercio en San Pedro Sula está marcado por la rapidez de las ventas, la ausencia de controles y la confianza como moneda de cambio, y según Rodríguez, esto deja al comerciante expuesto.

“No hay tiempo de control, se confía en la persona que da el dinero y se echa directamente a la bolsa. En mi negocio, por ejemplo, ya estamos tomando más cuidado con recibir estos billetes, porque anteriormente ya hemos sido afectados”, informó.

El temor es que la situación empeore con la llegada del décimo cuarto mes y la Feria Juniana, cuando hay mayor circulación de dinero. “Este mes puede ser aprovechado por quienes falsifican para causar más daño económico. Unos comerciantes están pensando en comprar dispositivos para revisar los billetes, pero al sector informal le cuesta, porque muchos de estos aparatos requieren electricidad”, advirtió el asesor.

De su lado, el economista Carlos Urbizo enfatizó que el problema de los billetes falsos en circulación afecta con más fuerza a quienes comercian en transacciones informales o bilaterales, donde no hay intermediarios ni mecanismos de verificación, y la consecuencia, según dijo, es clara, el que se da cuenta de que el billete es falso, pierde.

“Todo lo demás queda en el olvido, ese billete pudo haber circulado varias veces, por ejemplo: Pedro se lo dio a Juan, Juan se lo pasó a Benito, y cuando Benito lo detecta, ya no hay forma de reclamarle a nadie”, explicó Urbizo.

Este ciclo informal, donde el dinero pasa de mano en mano sin verificación, está basado principalmente en la confianza, pero ante el aumento en la circulación de billetes falsos, esa confianza se está debilitando.

“Uno toma los billetes por confianza, pero ahora que la gente se ha dado cuenta de que hay billetes falsos, especialmente de 200 lempiras, lo que va a pasar es que simplemente no los van a aceptar”, aseguró.

Urbizo previó que la desconfianza creciente llevaría a que los billetes de ciertas denominaciones bajen de circulación por temor, generando distorsiones en el comercio. “No todo el mundo puede andar con una máquina o un lápiz especial para comprobar si un billete es legítimo. Entonces, lo más fácil será no aceptarlos, y eso provocará que muchos billetes queden en desuso”, especificó.

De acuerdo con el experto financiero Efrén Matute, esta práctica ilícita no solo representa una amenaza para el consumidor común, sino que distorsiona la microeconomía y pone en riesgo al sector más vulnerable del país: las micro y pequeñas empresas.

“El billete falso es un dinero sin respaldo del Banco Central de Honduras, es un poder adquisitivo que en realidad no existe. Lo que ocurre es que estas personas que introducen billetes falsificados los intercambian por dinero de origen legal, afectando a los pequeños comercios que no cuentan con mecanismos de verificación”, explicó Matute durante la entrevista.

Señaló que el golpe más fuerte recae sobre los emprendedores, pequeños comerciantes y vendedores informales que, por operar en contextos de alta confianza y sin dispositivos de detección, terminan siendo las víctimas más frecuentes.

“Los billetes falsos circulan con mayor facilidad en negocios sin control, sin marcadores y sin lámparas especiales. Antes, la falsificación se limitaba más al billete de 500, pero ahora el de 200 ha tomado protagonismo, y eso tiene un impacto directo en la economía local, porque es dinero que no sirve para comprar nada, aunque aparente tener valor”, subrayó.

Este fenómeno también produce una cadena de desconfianza y pérdidas económicas que afectan el poder adquisitivo real de la población. Lo que va a pasar si esto no se frena, es que muchas personas quedarán con dinero que no podrán usar, aunque crean tener efectivo, no podrán adquirir productos o servicios porque ese dinero es falso.

"Quien pierde es quien se queda con el billete al final del ciclo, y en la mayoría de casos, será el emprendedor, el comerciante informal, el adulto mayor o el pequeño negocio de barrio”, detalló el experto.

Si no se toman medidas urgentes, esta problemática podría profundizarse en los próximos meses, especialmente en temporadas de alta circulación monetaria.

Desde el sector hotelero también se encienden las alarmas por la creciente circulación de billetes falsos, especialmente los de 200 lempiras. Dina Núñez, representante del rubro, considera que esta práctica está distorsionando la economía y generando una percepción equivocada de crecimiento económico.

Punto crítico

“Esto provoca una economía inflada, que no es real. Cuando circulan billetes falsos y la gente no sabe que lo son, se da una falsa expectativa de mejora, pero no es cierto, es algo muy delicado y peligroso, hay que tomar cartas en el asunto”, advirtió.

Núñez pormenorizó que, si bien algunos negocios han aprendido a detectar los billetes de 500 lempiras, la situación con los de 200 es mucho más complicada, ya que muchas personas no logran distinguir entre los legítimos y los falsificados.

“Al menos con el de 500 ya uno se percata más fácilmente, pero con el de 200, sinceramente, yo no sé cuándo es falso o no. Es urgente investigar de dónde vienen esos billetes y cómo han entrado tan fácilmente a la economía”, urgió.

Desde su experiencia en hoteles, Núñez explicó que han implementado medidas para detectar billetes falsos, como el uso de marcadores especiales, lámparas ultravioletas y verificación táctil.

“El llamado es a tener mucho cuidado, y al Banco Central de Honduras le corresponde estar alertando y orientando especialmente al comercio informal. Si ya se han detectado estos billetes en zonas del occidente y pequeños pueblos, no sería extraño que estén también en los alrededores de las grandes ciudades; es una alerta para las cámaras de comercio, para que estén vigilantes”, insistió.

Desde otra perspectiva, el empresario y expresidente de la Cámara de Comercio e Industria de Cortés (Ccic), Eduardo Facussé, comentó que la circulación de billetes falsificados representa una amenaza directa no solo para la economía, sino también para la seguridad jurídica y el dinamismo del comercio formal en Honduras.

Más allá del impacto económico, el empresario afirmó que la circulación de billetes falsos siembra incertidumbre legal y operativa, lo cual podría desacelerar las actividades comerciales si no se toman medidas inmediatas.

"El comercio se verá obligado a implementar mecanismos para verificar si los billetes son auténticos o no, y eso significa más trámites, más desconfianza y un freno a cualquier actividad económica”, agregó.

Facussé puntualizó que la responsabilidad de controlar esta situación recae directamente en el Gobierno y en el sistema bancario, así como en la Fiscalía, los cuales deben actuar con firmeza para frenar la cadena de falsificación que afecta especialmente a las micro y pequeñas empresas.

La economía hondureña tiene una base oculta pero inmensa: la economía informal. Aunque invisible para muchos indicadores tradicionales, esta representa una parte esencial del tejido económico del país.

Según cifras del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), el 44% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional es generado por actividades informales; es decir, fuera del control fiscal, sin acceso a crédito formal, sin pago de impuestos y, sobre todo, sin protección social ni laboral. Se estima que estas actividades generan más de 300,000 millones de lempiras al año.

Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) registró que Honduras tiene una de las tasas de informalidad laboral más altas del continente, osea, un 82% de su población económicamente activa trabaja en el sector informal. Esto significa que millones de personas venden, producen o prestan servicios diariamente.

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Redacción web
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Artículo elaborado por la unidad especializada en investigación periodística, reportajes de profundidad y análisis de datos. Se omiten los nombres por protección.