¡Todos cayeron! Ni taxistas ni vendedores detectaron billetes falsos G5
Simulamos compras con billetes falsos de 200 lempiras en San Pedro Sula para alertar sobre el riesgo. El resultado fue preocupante: casi nadie se dio cuenta
- 04 de junio de 2025 a las 23:37 /
En las calles de San Pedro Sula, los billetes falsos de 200 lempiras, conocidos como G5, se deslizan entre las manos sin levantar sospechas. Son réplicas casi perfectas, camufladas entre el comercio cotidiano, infiltradas en pulperías, gasolineras, taxis, mercados, donde menos se lo espera.
El negocio nació en Tik Tok con vídeos virales. Esto no es solo una historia de estafadores, es una advertencia, porque ese billete que hoy aceptó con confianza podría ser nada más que papel disfrazado y cuando lo descubra será demasiado tarde.
Una investigación de LA PRENSA Premium destapó cómo dinero adulterado no solo engaña a los comerciantes, sino que se convierte en una trampa para el ciudadano común.
En la palma de las manos y en los bolsillos del pantalón llevamos billetes de 200 lempiras con rostro casi impecable, presunta tinta de relieves en su lugar y colores casi auténticos como el de uno legítimo, pero es una falsificación ¿Quién lo aceptará? ¿Quién lo detectará?
Nuestro recorrido comenzó en una popular plaza de comidas en el centro de San Pedro Sula, llegamos donde uno de los locales y se pidieron dos jugos naturales.
La vendedora, quien durante ese momento no tenía clientes-era después del mediodía y la plaza estaba prácticamente vacía- tenía todo el tiempo y la calma para ser cuidadosa, pero no fue así.

Como esperábamos, recibió el billete, lo miró rápidamente y no le prestó atención, de inmediato le pidió a una compañera que diera el vuelto. Esta otra jovencita tampoco se percató de la falsificación y sin titubear procedió a entregar el cambio.
Dos personas, dos oportunidades para detectar el engaño, pero el billete pasó sin dificultad, hasta que el mismo equipo periodístico se los reveló.
Tras correr el rumor de la demostración de billetes falsos, otras vendedoras se acercaron con curiosidad pidiendo que se les mostrara. Al tenerlos sobre sus manos comenzaron a compararlos con los auténticos y pronto notaron algunas diferencias sutiles.
La sorpresa se transformó en acción, comenzaron a pasar la voz entre sus compañeras advirtiéndoles que estuvieran atentas. Aunque a simple vista parecían reales, aquellos billetes no eran más que papel bien disfrazado.
Se continuó hacia una gasolinera concurrida en el bulevar del este, con la cámara oculta encendida se entregó un billete al bombero a cargo mientras se pedía 300 lempiras de combustible diésel. A propósito se mezcló un billete de 100 con el de 200 falsificado, colocando este último en segundo plano.
Pese a que hubo una combinación de billetes, éste lo miró atentamente durante varios segundos e inmediatamente exclamó: "¡Esto es falso!", e insistía que, aunque pareciera una copia casi perfecta, había diferencias.
En una concurrida gasolinera del bulevar del este, el equipo periodístico se acercó a una de las bombas. El equipo saludó con cortesía al bombero a cargo: “Hola, caballero ¿nos da 300 lempiras de diésel, por favor?”
Tenga cuidado
con los billetes falso
Este mes es especialmente sensible con el cuidado del dinero, ya que la clase trabajadora recibe el pago de su décimo cuarto mes de salario.
El bombero asintió con rapidez y respondió mientras señalaba la bomba: “300, perfecto, ya está listo, verifique en la pantalla". Mientras se desarrollaba la transacción, el periodista aprovechó para entablar conversación: “¿Cómo ha estado?” El hombre, con el rostro bañado en sudor por el fuerte calor del mediodía, sonrió brevemente y comentó: “Tremendo el calor... ¿Va a pagar en efectivo o con tarjeta?” “En efectivo”, respondió el reportero, preparando los billetes.
Fue entonces cuando se puso a prueba la atención del trabajador. Entre los billetes entregados se escondía uno de 200 lempiras falsificado.
El bombero tomó los billetes, pero al posar los ojos sobre el de 200 se detuvo por varios segundos. Lo giró entre los dedos y, sin titubeo, afirmó: “Mire, estimado, este billete es falso, si lo comparamos con este otro el color es diferente".

Elevó las manos y lo examinó contra la luz. “Si le echo agua se destruye”, ironizó, con seguridad, su mirada era firme y su análisis, preciso. A diferencia de otros puntos aquí sí lograron detectar la falsificación al instante e inmediatamente se les retroalimentó sobre su posición y su desempeño, reconociendo su habilidad para estar alertas ante la distribución de billetes falsos.
El tercer punto de llegada fue una vendedora de tecnología en un local de la tercera avenida del centro, era una jovencita que estaba sentada debajo de una carpa, sola y vendiendo celulares.
El equipo periodístico se acercó con una petición específica. “¿Tiene cobertor para un Samsung A12?”, preguntó el reportero. Con rapidez, la joven tomó uno de los modelos, lo probó sobre el teléfono y afirmó con seguridad: “Vale 150 lempiras”, "está bien, tenga este billete de 200”, respondió el periodista, entregándole el dinero.
La joven tomó el dinero sin observarlo más allá de un vistazo superficial y caminó hacia el local cercano donde se encontraba su jefa en caja. Antes que el billete falso se mezclara con otros nos apresuramos a intervenir y alertamos a la encargada, quien dejó lo que estaba haciendo y se acercó con gesto serio a su empleada. La expresión de ambas cambió al darse cuenta que el billete que tenían en mano no era lo que parecía.

"Vamos a darle unos días de charlas sobre esto", comentó con tono serio, sin apartar la vista del billete falso que sostenía en sus manos. Sabía que su joven vendedora no era la única en riesgo, lo preocupante no era solo el error, sino la facilidad con la que había caído, un simple descuido y el engaño ya habían cruzado la puerta.
Más adelante hubo un acercamiento con una vendedora ambulante, una mujer seria, probablemente por el calor extremo o las bajas ventas, atendía su pequeño carrito de mangos en el pleno corazón del centro de San Pedro Sula.
“Mire, tenemos mangos grandes y pequeños, a 25 y 35 lempiras ¿De cuáles quiere? ¿Maduros o camulianes?”, ofreció la vendedora mientras mostraba la fruta. “¿Tiene cambio de 200?”, preguntó el periodista, sacando el billete del bolsillo, “¿Cuántos quiere?”, respondió ella, sin dudar, “deme tres mangos, por favor, dos maduros y uno camulián”, añadió el periodista, señalando con el dedo los que prefería.

Frustrada, tomó el billete sin mirar mucho, embolsó los mangos y los entregó. Acto seguido le dio el billete a otra persona encargada del cambio, pero se intervino inmediatamente pidiendo el retorno del billete para explicar que era falso.
Se le hizo conciencia de que así como nosotros la habíamos engañado como parte del experimento, cualquiera podía hacerlo con fines reales y peligrosos. La mujer miraba el billete una y otra vez, no encontraba las diferencias y no asimilaba que había sido víctima.
Desde el centro de la ciudad, el equipo periodístico se subió a un taxi fingiendo ser pasajeros comunes, el destino era este rotativo, y antes de abordar, uno de los periodistas preguntó con naturalidad cuánto costaría la carrera, "100 pesitos”, respondió con rapidez el motorista, sin sospechar que estaba siendo parte de una investigación encubierta.
Para aligerar el ambiente se comenzó una conversación amena. El taxista, un señor que calculamos de unos 60 años, delgado, canoso, voz agradable, respondía con cortesía.
"¿Cómo ha estado?", preguntó el periodista mientras el taxi avanzaba entre el bullicio del centro sampedrano. "Allí estamos, ya nos molesta un poco", respondió el taxista, con el rostro curtido por el sol y la resignación, "y con estos calores...", comentó el reportero.
"Es bueno adaptarse a todo", añadió el conductor con un suspiro. "Está fregada la cosa, nos ha bajado un 80%, no le miento. Esto parece a nivel mundial, estuve en Estados Unidos en los 90 y con 20 dólares hacía mi quincena de comida yo solo", apuntó.
"¿La vida aquí es compleja, verdad?, dijo el periodista una vez más, "es compleja", afirmó el taxista sin dudar. "Atiendo unas ocho carreras a diario, hay días que apenas recojo 500 lempiras, y eso sin dar tarifa. Ahorita está duro, hay competencia de Uber, VIP y otros modelos de taxi, no hay empleo y la gente anda viendo cómo sobrevivir. A mí ya me han asaltado como tres veces", agregó.
¿Y cómo se siente? ¿Frustrado?, preguntó el reportero, "hay que saberse enfrentar a ellos ¿Qué va a hacer uno con murmurar? Si a uno lo agarran con un delincuente, también paga la pena", respondió el transportista.
Al finalizar la carrera se le entregó el billete de 200 lempiras falsificado, lo tomó sin verificarlo y lo colocó rápido cerca del timón, el dinero falso y de no haberse advertido nada, habría seguido circulando.
Segundos después se le pidió de regreso y se le confesó que era parte de un experimento. El hombre, con humildad, agradeció la honestidad: “Gracias, se lo voy a contar a mis compañeros”.

La última prueba fue en una pulpería del barrio Guamilito, un joven de unos 30 años nos recibió detrás del mostrador y preguntó qué buscábamos. Solicitamos un churro grande y, al momento de pagar, se le extendió un billete de 200 lempiras.
Aunque lanzó una rápida mirada al papel moneda no mostró sospecha alguna, se disponía más bien a entregar el cambio cuando, justo antes de hacerlo, recordó y decidió pasarlo sobre una pequeña máquina detectora ubicada al lado de la caja, fue entonces cuando el dispositivo reveló lo que a simple vista no había notado: el billete era falso.

Pese a contar con un mecanismo de verificación, su primera reacción había sido aceptarlo sin cuestionarlo, un segundo más y el dinero adulterado habría quedado en la caja, listo para circular nuevamente.
- Un solo billete falso de 200 lempiras puede parecer poco, pero si se logra insertar en 50 pequeños comercios al mes, representa una pérdida de 10,000 lempiras mensuales para la economía informal
- El sector informal, que representa más del 70% del comercio urbano, recibe el mayor impacto
- en puntos con baja bancarización y poca cobertura de POS o billeteras electrónicas, el uso intensivo de efectivo puede facilitar la circulación del dinero falso
Impacto a economía
Este experimento evidencia una realidad preocupante, el dinero falso circula con una facilidad alarmante en San Pedro Sula, y lo más grave es que muchas veces pasa desapercibido hasta que es demasiado tarde.
Taxistas, pulperías, vendedoras ambulantes, puestos de comida y otros pequeños comercios están entre los más vulnerables. Son ellos quienes por la rapidez de las transacciones, la presión del día a día o la falta de herramientas adecuadas reciben sin saberlo billetes que no tienen ningún valor.
Para muchos de estos trabajadores, perder 200 lempiras puede representar una jornada completa de ingresos o incluso más. Esta práctica no solo constituye un delito grave, sino que además golpea directamente a los sectores más informales y desprotegidos del comercio urbano, y deja en evidencia una urgencia que pocos quieren mirar de frente, que es la necesidad de reforzar la educación financiera y los controles de seguridad en el manejo del efectivo.