24/04/2024
10:40 AM

Isleños ven el futuro en caimán y en Estados Unidos

Después del incendio, los damnificados piensan en emigrar porque creen que la economía de Guanaja no se recuperará a mediano plazo.

GUANAJA

Óscar Leonardo Johnson está desesperado. No sabe qué rumbo tomar con su familia. Se quedó sin casa, no tiene trabajo, tampoco dinero y el futuro es incierto.

La opción que queda, según él, “es emigrar”.Antes de que el incendio le destruyera la vivienda, Johnson tenía previsto trasladarse a Gran Caimán porque en Guanaja, debido a la crisis económica derivada de las restricciones del covid, le redujeron el salario a unos L6,000 en la gasolinera donde trabajaba como bombero.

Aunque él quería seguir laborando en la gasolinera, porque el dueño “ha sido una muy buena persona” con él, un salario “demasiado bajo” no le permite vivir a una familia de 4 miembros en una isla donde los precios de los productos son hasta 30% más caros que en tierra firme.Pero el incendio lo sorprendió.

No logró viajar a Gran Caimán donde trabajaría de ayudante de carpintero para enviar las remesas a su mujer con quien tiene dos niñas, una hija biológica (7 años) y una hijastra (de 17 años) que ha criado desde recién nacida.

“Ahora estoy obligado a ir a Caimán porque hay chamba. En La Ceiba u otra parte de Honduras está difícil. En Caimán, al llegar tengo que cumplir una cuarentena y después me pondría a trabajar. Ya estuve en Caimán, he trabajado de ayudante de carpintero de un primo”, dijo.

Johnson (de 33 años), espera emigrar a esa isla británica con toda la familia. Esta vez no la dejará sola porque su mujer y sus hijas no tienen una casa donde vivir.

“Nunca en mi vida había visto algo así. Pero sí sé que cada 20 años pasa algo malo en esta isla. Todas las noches me despierto varias veces pensando en ese incendio”, dijo. “Ahorita comemos porque nos están regalando la comida”.

Solidario

Un empresario pesquero de Guanaja ayuda económicamente a esta y a otra familia para vivir durante unos dos meses en un hotel del cayo. La alimentación y la ropa la reciben de diferentes organizaciones.

Johnson y su familia están alojadas en un hotel del cayo. Un empresario pesquero local paga la renta para que familias damnificadas, como la de él, tengan un lugar donde vivir mientras construyen las casas.La hijastra de Johnson, Alrika Hunter, se siente “perdida”.

No sabe qué sucederá “ahora que todo está destruido”.Hunter es bachiller en hotelería y turismo. Ella obtuvo un índice académico de 89%y desea continuar estudiando para convertirse en una profesional de la industria de los cruceros. Lamentablemente, dice, “no hay dinero para seguir”.

“Me gustaría seguir estudiando. Dicen que en Panamá está la carrera que quiero. Quiero ser capitana de cruceros. A mí hace poco me dieron el diploma. Creo que tendré que irme a Estados Unidos, allá tengo que trabajar y después quizás estudiar”, dijo. “Yo agradecería mucho si alguien me ayudara a conseguir una beca. No soy una mala estudiante”.

En la habitación del hotel, que ahora es el hogar temporal, también permanece con Alrika, su prima Marry Hunter (16 años). Quiere ser aeromoza, mas lo ve imposible porque, dice, quedó completamente en la pobreza.Los jóvenes de este cayo, después de egresar de secundaria, difícilmente han encontrado una plaza laboral. Aquí la economía es limitada.

Depende del comercio, negocios dedicados a la pesca, una planta embotelladora de agua y la empresa que ofrece el servicio de energía eléctrica. Guanaja, pese a que tiene un patrimonio natural, no logra despegar turísticamente. En el cayo y alrededores solo hay unos 15 hoteles que en los últimos dos años han estado en crisis por la pandemia del covid-19.

Las primas Hunter desean continuar estudiando fuera de Guanaja, pero ahora, después del incendio, lo ven menos posible.