José Cecilio del Valle un hombre superior, poseedor de poderoso intelecto aunado a un insaciable afán de conocimientos que lo hizo leer y escribir sobre multiplicidad de temáticas: jurídicas, económicas, históricas, filosóficas, antropológicas, políticas, todo ello con un fin utilitario: aplicar las lecciones aprendidas para beneficio de su patria centroamericana, la República Federal, que recién se incorporaba al concierto de naciones del Nuevo Mundo, tras alcanzar una doble independencia, primero de la metrópolis hispana, luego del efímero imperio mexicano.
Llegó a ocupar elevados cargos: alcalde de la ciudad de Guatemala, diputado, ministro de Relaciones Exteriores en el régimen de Iturbide, miembro del triunvirato que presidió los destinos republicanos en tanto la Asamblea Constituyente redactaba la Constitución Política.
Al retornar a la capital del istmo, sede de su familia por decisión paterna que se trasladó de su natal Choluteca, para desarrollar su existencia en la sede de las principales autoridades civiles, eclesiásticas y militares de la Capitanía General.
Fue el primer gran periodista hondureño, fundando El Amigo de la Patria, en cuyas páginas incluía noticias locales e internacionales, análisis estadísticos, comentarios de coyuntura.
Pudo haber sido el primer presidente del país, no de haberse interpuesto el fraude en el resultado electoral. Su segundo y postrer intento por acceder a la titularidad del Ejecutivo fue coronado con la victoria, empero su prematuro fallecimiento en 1834 dejó huérfana a la América Central de un verdadero estadista, hombre de bien, incorruptible. Pérdida irreparable para su patria, doblemente amenazada por el faccionalismo y separatismo, al igual que por el expansionismo inglés, posesionado de Belice, Roatán y La Mosquitia.
Hoy, en la fecha de su nacimiento, compartimos con nuestros lectores algunos pensamientos de este prohombre:
“El que suda y trabaja es la base genuina de la Patria”.
“Un pueblo ignorante es víctima del charlatán atrevido”, “La riqueza es obra de tres agentes: sabios, capitalistas y obreros”.
“Los gobiernos que necesitan de la fuerza para sostenerse, son gobiernos precarios, efímeros y de corta duración”, todas meditaciones intemporales que continúan teniendo plena vigencia y actualidad, debiendo ser asimiladas por todos y todas por igual.
Su ciclo vital y su pensamiento luminoso continúan siendo objeto de análisis, interpretación y divulgación por las nuevas generaciones.