Ni el ardiente sol, sed, lluvia, fatiga, impidieron al sacerdote Leopoldo Serrano interrumpir su caminata iniciada el 8 del corriente, desde Santa Bárbara, con el propósito que los cinco aspirantes presidenciales se reúnan con el para examinar diversas propuestas tendientes a alcanzar consensos en favor de la anhelada y esquiva paz social y política que tanto necesita nuestra nación para la indispensable reconciliación y concertación, con un común objetivo: remover a Honduras de su creciente deterioro y, al unísono, sin diferencias ideológicas, trabajar día y noche por su desarrollo humano y crecimiento económico, a efecto de recuperar el prolongado tiempo derrochado en estériles disputas que han significado sangre, sudor y lágrimas.
La paz es un requisito absolutamente necesario y prioritario previo a lograr convergencias en pro del bienestar y prosperidad de las y los hondureños, superando barreras clasistas y partidarias.
Al llegar a Comayagua el padre Serrano ha sufrido un deterioro en su salud, que esperamos sea pasajero y recupere pronto y totalmente su estado físico, hasta llegar a su meta.
No es la primera vez que este discípulo de San Francisco de Asís realiza una kilométrica caminata en la búsqueda de fines humanitarios, pese a su edad.
A estas alturas de su marcha se muestra un tanto pesimista en cuanto al cumplimiento de su sacrificio: el hecho que si bien cuatro de los candidatos han aceptado en principio su participación, aún no recibe respuestas categóricas y definitivas. Adicionalmente, uno de ellos hasta ahora no responde a la excitativa. “Esto yo lo veo bien difícil, muy difícil, porque esta la soberbia, el resentimiento, el deseo de poder. Así no podemos reconstruir Honduras”.
Nada pierden, contrario, mucho ganarían los aspirantes presidenciales en recibir con los brazos abiertos a este religioso que enarbola uno de los principales deseos de millones de ciudadanos: el diálogo como principal arma para buscar respuesta a los graves problemas que históricamente golpean a la población de esta noble nación.
Un aldabonazo a la conciencia del quinteto de aspirantes a la conducción del Estado a fin de deponer intransigencias y reunirse con el sacerdote Serrano, lo que abonará en la imagen que el electorado tiene de ellos, actuando con total buena fe y sinceridad hasta llegar a coincidencias patrióticas que demuestren piensan y actúan en pro del bien común y no del provecho propio.