El saliente gobierno se autodesacreditó por su evidente parcialismo y sectarismo, lo que incidió en que la población perciba el quehacer político como algo irrelevante, lo que revela su grado de insatisfacción y frustración colectivas. Se requerirá de un esfuerzo sostenido que logre restaurar la confianza y credibilidad, actualmente a la baja. Eso puede alcanzarse devolviendo a cada poder estatal el equilibrio e interdependencia consignados en la Constitución, sin relaciones de subordinación.
No es posible que sea la voluntad y órdenes de una o unas pocas personas quienes decidan a su arbitrio la gestión estatal y la administración pública, equivalente a un gobierno controlado por un caudillo y una élite.
La mayoría de votantes, utilizando el sufragio, ha otorgado inequívoco respaldo y confianza al partido triunfador y a sus candidatos(as) a cargos de elección popular; se trata, sin duda, de un logro, un honor y una responsabilidad que no solo debe ser agradecida y aceptada con humildad, convencidos(as) de que, a partir de la toma de posesión de su cargo, se inicia un trabajo intensivo, coordinado y eficiente, a efecto de, gradualmente, cumplir con lo ofrecido durante la actividad electoral, si es que se desea contar con el continuo respaldo colectivo. Caso contrario, el actual respaldo se irá progresivamente erosionando y, con ello, la capacidad de negociación y concertación del régimen en los más importantes temas de la nueva agenda.
Se debe aprender de los yerros y desviaciones perpetradas por el anterior gobierno, a fin de no repetir ni incurrir de nueva cuenta en similares o peores desaciertos. No debe creerse ni omnisciente ni omnipotente, que ya lo sabe todo. Por el contrario, deben realizarse consultas periódicas tanto con sus correligionarios como con la oposición para comprobar si se está o no transitando por lo esperado: honestidad, eficiencia, transparencia y rendición de cuentas. Ser generoso en la victoria revela madurez, realismo y sabiduría, lo que no implica borrón y cuenta nueva: todo acto ilícito, sea quien sea quien lo ha cometido, cualesquiera sea el rango, nivel social y económico del autor(es), tiene que ser investigado y judicializado. Otorgar amnistía equivaldría a conceder protección y olvido a quienes han quebrantado la ley, hasta ahora con total impunidad.
Felicitaciones al Partido Nacional y a su candidato presidencial, Nasry Asfura, que deben conducir a Honduras durante el próximo cuatrienio con civismo, patriotismo e inteligencia. Que el Ser Supremo lo ilumine para conducirnos con un liderazgo inspirador que signifique un nuevo empezar que nos involucre a todas y todos. Sabiendo que es un compatriota con amplia experiencia laboral en la empresa privada y en su gestión edilicia en la capital, debemos ser optimistas y respaldarlo siempre que transite por las avenidas del bienestar colectivo, de la unidad y del buen gobierno.