Pragmatismo político

Deben implementarse cambios que beneficien las condiciones de vida de la población, pero los mismos deben fundamentarse en las condiciones prevalecientes, objetivas y verdaderas.

Quienes aspiran a llegar al poder por la vía pacífica, esto es, compitiendo en elecciones libres, transparentes, exentas de fraude, y reciben mayoría de sufragios por parte de los electores, deben abstenerse de generar expectativas que entran en conflicto con las realidades concretas de una nación.

El formular promesas nada realistas, utópicas, al no ser cumplidas, resultan en frustraciones colectivas que se revierten en contra de aquellos que las han diseminado, haciendo más difícil el gobernar con tino, prudencia y gradualidad, en la medida que van reduciéndose los márgenes de maniobra dentro del marco de la legalidad.

Por ello es indispensable el contar con planes de gobierno concretos y puntuales, diseñados por especialistas en distintas áreas: salud, educación, economía, tenencia de la tierra, empleo, seguridad, relaciones diplomáticas, estetización de empresas, política impositiva, inversiones públicas y privadas, comercio exterior, entre otras. Y tales planes de gobierno deben estar preparados al momento de asumir la dirección del país, no improvisando sobre la marcha.

Si no se toman en cuenta hechos tales como la correlación de fuerzas políticas, tanto aquellas que respaldan como las que adversan el rumbo y orientación del régimen, se cae en la tentación autoritaria, cerrada a las negociaciones, diálogos y concertaciones, absolutamente necesarias para la gobernabilidad, la estabilidad y la convivencia armoniosa.

Deben implementarse cambios que beneficien las condiciones de vida de la población, pero los mismos deben fundamentarse en las condiciones prevalecientes, objetivas y verdaderas. El no introducirlas para meramente vegetar permite el deterioro socioeconómico, la acumulación de tensiones y conflictos clasistas. Pero los mismos deben ser propuestos a todas las fuerzas vivas del país, para su análisis detallado, examinando los pros y contras, previo a su aprobación o rechazo, enriqueciéndolas con los aportes e insumos que amplían o modifican el proyecto original.

Gobernar con habilidad, destreza, inteligencia, requiere de estadistas visionarios, política y emocionalmente maduros, que piensen y actúen en función del bien colectivo, no de demagogos oportunistas, desestabilizadores de la paz social, que incitan al revanchismo y la retribución en oposición a la colaboración con los mejores, honestos, capaces, más allá de su filiación partidaria, integrándolos en las distintas ramas del sector público, asignando funciones y responsabilidades, con evaluaciones y auditorias periódicas.

Si las mismas son positivas, son confirmados y estimulados, caso contrario son removidos para dar paso a otros y otras con similares o mejores cualidades. Cuando ocurre el traspaso de mando será la ciudadanía quien otorgue bien un voto de confianza, bien uno de castigo.

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