Omoa renace

Las protestas y gestiones de los gobiernos nacionales y de la alcaldía de Omoa no tuvieron efecto positivo con las autoridades del vecino país.

Este puerto de la costa caribeña hondureña ha experimentado periodos de auge y crisis a lo largo de su existencia. El historiador hondureño José Guevara Escudero escribió: “Entre 1839 y 1877, los principales puertos eran Omoa y Trujillo (...), Omoa era el puerto por el cual, durante casi la mitad del siglo, salía el comercio de Comayagua, Santa Bárbara y Gracias (...). Durante la Federación, Omoa tuvo un papel primordial en el comercio exterior de Centroamérica (...) recibía toda la mercadería enviada desde La Habana y España, así como los artículos embarcados en este puerto llegaban a Guatemala (...). Para 1846 (...), el comercio del puerto con los mercados extranjeros empezó a declinar (...). Para 1857 se habían ido todas las casas comerciales extranjeras, después de agotar las caobas que se encontraban en las riberas de los ríos...”. También su tradicional relación comercial con Belice declinó. La expansión del cultivo del banano se expandió por corto tiempo en Omoa y zonas aledañas a partir del siglo XX, empero fueron los puertos de Tela y La Ceiba los más beneficiados por tal auge, desplazando a Omoa y Trujillo, hasta el presente.

En años recientes, la crisis provocada por toneladas de desechos plásticos, basura hospitalaria y otros residuos sólidos provenientes de Guatemala, que convirtió al río Motagua en la vía fluvial para conducir tales contaminantes a la desembocadura de tal río y al Golfo de Honduras, en donde las corrientes marinas los depositaron en las playas de Omoa, constituyó un golpe de gracia para la economía porteña y su medio ambiente, con impacto en la salud e ingresos de sus habitantes.

Las protestas y gestiones de los gobiernos nacionales y de la alcaldía de Omoa no tuvieron efecto positivo con las autoridades del vecino país. Fue gracias a la organización sin fines de lucro, The Ocean Cleanup, con sede en Holanda, que a partir de 2019 en adelante, gracias a la instalación de un interceptor de 158 metros de longitud y un calado de un metro, compuesto por barreras flotantes reforzadas con malla y anclajes de hormigón, diseñados para resistir los embates de troncos de maderas, se logró detener estas correntadas de basura y aguas contaminadas que han impactado en la vida acuática del Sistema Arrecifal Mesoamericano, la segunda barrera coralina más grande del planeta.

Hoy, con satisfacción justificada, la empresaria Rosa Brocatto, además de agradecer a The Ocean Cleanup su decisivo aporte, declaró a LA PRENSA: “Los habitantes de este municipio dependen de la pesca y el turismo. Ahora que las playas están limpias vemos que están viniendo más turistas. Esto nos alegra porque los habitantes de Omoa podemos vivir en mejores condiciones, tanto económicas como ambientales”.

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