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Lucha por la verdad

  • 16 febrero 2022 /

    Los últimos acontecimientos que se han dado en los Estados Unidos Mexicanos, en relación con los señalamientos del presidente López Obrador hacia algunos periodistas de ese país, no es más que otro capítulo de las dificultades que los comunicadores sociales enfrentan hoy, en esa y en otras naciones. De hecho, se ha llegado a señalar que, hoy por hoy, el periodismo es una profesión de riesgo y que decir la verdad puede conllevar a la muerte.

    Resulta indiscutible que la labor de los periodistas es absolutamente necesaria y esencial para la vida ciudadana. Por su medio, los habitantes de los países y del mundo, se mantienen al día con la información que afecta su existencia cotidiana y les permiten tener unas ideas claras de las tendencias mundiales y de los hechos que condicionan su futuro. De ahí que una sociedad sin medios de comunicación y sin comunicadores resulta inconcebible.

    Pero, para que los periodistas pueden desarrollar su trabajo con total independencia y, sobre todo, sin miedo, es necesario que los Estados garanticen la libertad de expresión, para que nadie se sienta intimidado a la hora de denunciar hechos reprobables cometidos por un funcionario o cualquier persona en eminencia. Nadie debería estar exento de la mirada escrutadora de los periodistas, que no hacen más que develar las situaciones que de otra manera la persona común, el ciudadano de a pie, no podría conocer.

    Históricamente, sobre todo en los regímenes autoritarios, o en los desafortunados populismos, la labor de los comunicadores se ha considerado una amenaza en contra de la estabilidad del Gobierno, y, por ende, se busca combatir su actuación ya sea por medio de amenazas o por campañas de descrédito, de desprestigio. Los autoritarismos y los populismos suelen ser enemigos de la libertad de información y procuran acallar las voces disonantes, sobre todo aquellas que tienen un alcance público. Por eso es que, en ese tipo de regímenes o no existe la libertad de prensa, y todos los medios son propiedad del Gobierno, o ses le ponen todo tipo de trabas a los medios y a los que trabajan en ellos, de modo que los obstáculos pueden resultar insuperables. La experiencia ha sido similar en el mundo entero y el control sobre la prensa es una de las diferencias entre las sociedades libres y las que no lo son.

    La lucha por la verdad es una batalla verdadera. Y no es fácil. Pero, definitivamente, es necesario darla. A pesar de los riesgos, a pesar de los retos a enfrentar, los ciudadanos merecen recibir información veraz y fiable y son los comunicadores sociales los que llevan esa responsabilidad sobre sus hombros.